Capítulo 132
Casi que me arrastré por las escaleras hasta el sexto piso. Cuando por fin llegué, agotada y llena de hambre, el muchacho ya me estaba esperando en la entrada del pasillo:—¿Cuál es el número de tu cuarto?

—Parece que… es la 606.

Quería decirle que yo podía con la maleta y que no se preocupara, que llegaba sola.

Pero bueno, él ya me había ayudado y no quería quedar mal rechazándolo.

Cuando me escuchó, enseguida llevó la maleta hasta la puerta de la 606, volteando de vez en cuando para hablar:

—Mi mamá y yo vivimos en la 602. Si te hace falta algo, puedes tocar la puerta cuando quieras.

—Vale, te lo agradezco.

Cuando llegamos, se me quedó mirando, como esperando que abriera, sin intención de irse. De repente me sentí incómoda, sin saber bien qué hacer.

Esperé unos segundos, tomé la maleta y le dije:

—Gracias por todo. Un día los invito a ti y a tu mamá a cenar.

—No fue nada, solo un favorcito —dijo él, pero seguía ahí, mirándome sin moverse.

No sabía qué hacer.

Si no lo invitaba a entrar
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