Todo comenzó a la tierna edad de 14 años, conocí a Demián en mi Colegio, unas miradas más, unas miradas menos, nos llevaron a nuestra primera relación sería de pareja, al comienzo no lo creí así pero el tiempo decía lo contrario.
Nos amábamos, estuve con él por cuatro largos años, en él qué no sólo conocimos el amor de enamorados, sino también él amor físico.
Una noche cualquiera en su cuarto, nos entregamos a la pasión y al deseo por primera vez, jamás olvidaríamos el momento puesto que fue la primera vez para ambos, no sabíamos en lo que nos estábamos metiendo, tan sólo nos dejamos llevar por el calor juvenil de nuestros cuerpos.
Desde ese momento dejamos de ser inocentes y el sexo se convirtió en una necesidad en nuestra relación, ya no era salir de paseo, era quedarse en casa y hacer el amor en cada rincón pero sí teníamos sexo también debíamos ser conscientes de que podía suceder algo y a mis 18 años sucedió.
No sé si fue cobardía, no sé si tuve miedo pero no conté nada a nadie y menos a Demián, decidí alejarme de todos y de todo, sin pensar en qué me deparaba ese futuro próximo. Tan sólo desaparecí, me fui, ya que debía estudiar, entré a una universidad al otro lado del país, para que a nadie sé les ocurra buscarme.
Demián jamás entendió por qué me fui, es verdad, Nunca terminamos, tan solo me despedí de él por teléfono y me fui dejándolo con el corazón roto.
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Unos dos meses después, trataba de esconder lo inminente de mis compañeros de universidad.Sin saber nada de nada, mis amigos me llevaron a escalar, cómo quería qué todo siga igual aunque con náuseas, vómitos, dolores de pechos y mi vientre creciendo, me fui con ellos.
Los deportes extremos, me gustaban, me atraían, hacían crecer mi adrenalina, no tenía ningún tipo de cuidado pero eso fue contraproducente ese día, ya que perdí el equilibrio y caí como un saco de papas al comienzo de mi ascenso, me llevaron de urgencia al hospital, llegué a la noticia que había perdido el embarazo.
No sabía cómo sentirme, era una chica de 18 que no dijo nada a nadie sobre esto, tal vez estaba muy asustada y confundida como para poner otra clase de sentimiento a lo sucedido.
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Volví a mi pequeño departamento después de unos días, pensé y pensé pero tampoco pude encontrar una solución al desbarajuste que era mi vida en esos momentos.Me quedé en reposo como los médicos me indicaron, utilicé la mentira de una apendicitis para mantener al margen a todos, hasta a Demián que sabía que siempre estaba presente aunque no podía verlo.
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Unas semanas después de volver del hospital, estaba haciendo zappin con el control remoto, ya aburrida de estar metida en cama.
Escuché el timbre de la puerta sonar, me pareció extraño puesto que mis amigos estarían en clases a esa hora. Me pare para abrirla antes que quemarán el timbre, porque eran muy insistentes.
-¡Para la caballería! - chillé al escuchar la insistencia, me estaba volviendo loca.
Abrí la puerta, me encontré con un par de ojos color avellana, una policromía de jeans azules ajustados y una polera sin mangas negra, Demián estaba ahí en frente mío, era cómo si no lo hubiera visto años y sólo fueron meses, se había hecho hombre en mis brazos, entre mis piernas, pero mi ausencia lo había hecho más apetecible y más sexy ¿O tal vez esa era mi impresión?
Traté de comportarme indiferente, pero ¡Joder! Me era imposible no caer en ese encanto.
-Hola Renné - melodía que desde siempre me desarmaba completa.
-Hola... ¿Qué haces aquí? - fue lo único que sé me ocurrió preguntar en ese momento, todavía seguía embobada con la imagen que tenía en frente.
- Supe que te operaron y quise venir a verte, además tus padres estaban preocupados, debo llevarles noticias tuyas.
-Bueno, estoy muy bien, como puedes ver.
Él sonrió con esa media sonrisa que siempre me había vuelto loca y entró al departamento aunque yo no le había dado permiso.
- Prefiero ser yo él que juzgue eso.
Puse los ojos en blanco, qué más podía hacer, por un lado mi cuerpo ya estaba listo para recibirlo y mis bragas lo sabían, por otro, estaba asustada, tratando de mantener la compostura.
- ¿Comiste?
- No, todavía. Mi amiga me trae la comida después de terminar clases.
-Iré a comprar algo y volveré para que comamos juntos, me quedaré contigo un rato para que charlemos un poco.
Tragué saliva, ¿que m****a iba a hacer en esos momentos, mientras Demián iba por la comida? Cuando salió ya no pude volver a la cama, estaba ansiosa intentando buscar temas de conversación insignificantes para no llegar al punto de la reclamación y el temido ¿Porque me abandonaste? No tenía ningún argumento para salir de esa y tampoco iba a hablar del pequeño que no nació.
Media hora después Demián estaba de vuelta con comida, intenté alejarme de él, lo más que pude, pero además de buenmozo siempre fue muy caballeroso así que me pidió que me sentará y él sirvió la comida para ambos.
Estaba tan asustada que mi cuerpo no aceptaba bocado y Demián se dio cuenta.
-¿Por qué no comes? Estás convaleciente, debes alimentarte.
-Todavía la comida me causa náuseas, debe ser por los medicamentos.
-Quizás, pero debes comer.
-Está bien - suspiré vencida - pero no comeré todo.
- Estaré conforme si comes un poco.
Empujé unos cuantos tenedores de puré y unos cuantos de filete, después dejé el plato a un lado, la ansiedad no me dejaba respirar.
-Te veo asustada...
-Estás viendo mal.
-No vine a hablar de lo nuestro...- respondió con voz conciliadora- tan sólo vine a verte por qué me importas y estaba preocupado por tu salud.
-Lo sé Demián, pero ya me viste, estoy bien.
-Sí, supongo - Demián se paró en frente mío, tan cerca que el aroma de su cuerpo hizo que otra vez mis sentidos se ensañen con mis bragas y con mis malos pensamientos.
Tragué saliva y bajé la mirada, no podía verlo, cada vez que lo hacía mi conciencia también cobraba boleto.
-Te llevaré a tu cama para que duermas y descanses, mientras lo haces lavaré los platos y veré la tele.
-No es necesario que te quedes.
-Sé qué no es necesario que me quedé, pero quiero hacerlo.
Demián me alzó, me llevó a la cama, me arropó y se colocó al lado mío.
- ¿En serio, no preguntarás?...
-...Por el momento, no - me cortó, tomando el cambiador de canales - duerme un momento, necesitas descansar.
Me di vuelta y comencé a ver por el ventanal de mi cuarto, la verdad es que no podía dormir, pero traté de fingir qué lo hacía.
Cuando por fin gané sueño, sentí que Demián me abrazaba, como muchas veces lo había hecho cuando dormíamos juntos, se colocó en posición "cucharita" y metió su nariz entre mi cabello. En ese punto ya estaba como una olla de presión por explotar, era ese momento que mi cerebro se desenchufaba de mi cuerpo para que goce del calor que nuestros cuerpos despedían.
Seguí intentado hacer caso omiso a las sensaciones pero al sentir y reconocer su excitación, me dejé llevar, subí sus manos que tomaban mis manos hasta mis pechos, él comprendió lo que quería, los apretó, los amasó mientras mordía el lóbulo de mi oído, así seguimos un momento, hasta que corrieron debajo de mi sostén y apretaron mis pezones con intensidad. Me quitó la ropa velozmente, me acomodo mirándome fijamente y me devoró la boca, su lengua buscaba la mía con desesperación, mientras me besaba, bajó su mano a los pliegues de mí sexo y comenzó a estimularme, saltaba a cada momento, la verdad que no sabía cómo mi cuerpo se comportaría después del accidente, pero mi cerebro estaba tan aletargado qué poco me importó, tan sólo deseaba sentir ese cuerpo dentro mío.
Demián se sacó la ropa con mi ayuda y en cada prenda venía uno de sus besos arrebatadores.
Estaba deseosa tan deseosa que me reprochaba de ser tan fácil con él, cuando por fin se introdujo dentro mío, sentí esa sensación extraña que había sentido el primer día en que nos entregamos uno al otro, era ahí donde debía estar toda la vida, siendo poseída por él mientras sus ojos avellana se clavaban en mi alma y mi corazón.
Pasé de estar debajo de él, a estar encima y de estar sobre la cama a estar en el piso y alzada en sus brazos.
Por mi ventana veía como el sol cambiaba de posición pero no sabía cuánto tiempo estaba transcurriendo entre nuestros cuerpos llenos de sudor, entregándose a la pasión.
Caí rendida encima la cama y Demián cayó sobre mí, sus manos fueron al encuentro de mis pechos y ahí quedamos, yo mirando al techo de mi cuarto y él con la cabeza en mi vientre.
El silencio reinó por un buen tiempo hasta que nuestros cuerpos se aclimataron a la separación post coital.
- ¿Y Tu cicatriz? - preguntó buscando en mi vientre la dichosa cicatriz de mi "apendicitis imaginaria"
- Ehhhh... - no sabía que responder, mi cerebro todavía no coordinaba muy bien una mentira.
Demián alzó la mirada, sus manos todavía aprisionaban mis pechos sin querer soltarlos.
Esperó una respuesta que no pude responder y cambió la pregunta.
-¿Volverías conmigo a Toronto?
-Estoy estudiando, Demián, no volveré contigo. - respondí con rudeza.
-Siempre te comprendí, pero desde ese día que te viniste con tan solo una llamada de despedida, dejé de hacerlo. -Lo vi molesto, comenzó a recolectar su ropa con el ceño fruncido.
-No volveré...- respondí terminante.
-Haz lo que tú quieras - siseó y después lo vi desaparecer tras la puerta, como un huracán que había venido a causar estragos en mi vida y después se iba tan rápido como llegó.
Después de que Demián salió de mi departamento ese día, no tuve más noticias de él, sabía que estaba molesto conmigo y no lo culpaba, fui muy torpe.Pensé millones de veces, quizás habíamos terminado aunque nunca lo hicimos oficialmente.Era mi culpa, lo sabía, oculté lo que nunca debería haber ocultado y después terminé con todo, sé que Demián se dio cuenta que había mentido en lo de la operación pero no dijo nada, tan sólo intentó concientizarme para volver con él pero no pude, era mejor alejarlo de mi vida.****Los años pasaron rápidamente, no los sentí, me enfoqué en mis estudios, no busqué novio, no busqué pareja ni tampoco amantes de una noche, seguía plagada del perfume embriagador que desprendía Demián en mi cuerpo.No podía negarme que seguía enamorada hasta las patas de él pero mi conciencia no podía olvidar lo que había hecho y eso hacía que sienta que no lo merecía.Llegó mi graduación, invité a mi familia para que me acompañen en el act
Melanie mi amiga de toda la vida llegó a mi departamento después de que Demián salió como alma que lleva el diablo de mi departamento.Necesitaba sacar de mi pecho ese secreto que estaba evitando que mi vida siguiera adelante. Deseaba volver con él pero ese secreto y mi conciencia no me lo permitían. Lloré me deprimí, mientras entre lágrimas le contaba a Melanie todo.-¡Díselo! - exclamó después de escuchar toda mi perorata - termina con la maldición que ese secreto conlleva.-No es tan fácil - exclamé con tristeza.-Es fácil, Renné, lo ocultaste por seis años, el hizo todo por ti para verte y estar contigo, lo bateaste cada vez que te enviaba una bola curva...no puedes negar lo inminente, lo amas y él a ti, entre ustedes no hay costumbre, es un amor que pasa de lo normal y debe realizarse... sí diciendo ese tu secreto rompes con la maldición que los mantiene dando vueltas en este círculo vicioso, entonces hazlo.-Es qué...no sé cómo responderá, puede q
Mis ojos se salieron de sus órbitas y casi caigo de espaldas al ver a Demián qué me sonreía mientras se sacaba el antifaz.-¿Puedes borrar esa sonrisa de tu rostro?- masculle mordaz.-¿Porqué, sí me alegra verte aquí? Sabía que eras tú, sólo contigo puedo sentirme de esa manera.-¡Puedes callarte! - chillé, estaba molesta- esto fue una treta que organizaron Melanie y tú ¿Verdad?-No sé de qué estás hablando...-¿Ahora me dirás qué esto fue el destino?- pregunté sarcástica.-Pues creo que sí, el destino se ensaña con nosotros, nuestros cuerpos solo quieren estar juntos y no aceptan a otros.-Deja las ridiculeces Demián, esto fue planeado por ustedes.-Te aseguró que no fue así.-¡No me jodas, Demián Jhonson!- Ya lo hice - respondió con una sonrisa maliciosa.-Mejor me voy.Di vuelta, tomé la perilla de la puerta para escapar lo más pronto posible pero sentí que Demián me tomaba de la mano con fuerza.-Maña
Demián me siguió mirando sin decir una palabra, no podía descifrar su rostro, parecía en blanco, le supliqué, le rogué, hasta que lo vi levantarse de la cama y dirigirse a la puerta, mientras se colocaba una camisa que tomó de una silla.-¡Vete! -Es lo único que salió de su boca y me rompió el corazón en pedacitos.- ¡Demián, por favor tienes que comprenderme! - supliqué, mis piernas no aceptaban la orden de pararse, no quería irme así - estaba asustada...-... ¡Vete, Renne! - levantó la voz.-¿Es lo único que dirás?-¡Sí te digo lo que estoy pensando... terminaremos muy mal! ¡Vete! - gritó más molesto.Tuve que pararme, Demián seguía tomando la perilla de la puerta y me di cuenta que temblaba, estaba furioso, tanto que su mente frenaba sus impulsos para no hacerme daño.- Entonces creo que termi... - susurré, necesitaba saberlo, Demián me miró atravesado, con su mirada evitó que prosiguiera -¡Joder Demián! no entiendo nada, eres perr
Me levanté muy temprano y me dirigí al aeropuerto, tomé el primer vuelo a Toronto.Hice un plan de viaje infalible, debía llegar muy temprano, estar en la Corte a primera hora, entregar y recoger los papeles, hacer una visita de médico a mis padres y a mi hermano después tomaría el vuelo de vuelta a Alberta a las siete de la noche, nada podría fallar, era un plan de viaje perfecto y bien elaborado.Llegué al aeropuerto a tiempo para hacer mi checking, me senté a esperar para el abordaje, vi caer unos cuantos copos de nieve por la ventana, esos pocos se volvieron más y más hasta que por el altavoz advirtieron sobre nevada, los vuelos se retrasarían una o dos horas de acuerdo al temporal¡Joder! Perdería las primeras horas de la mañana, esto era un pelo en la sopa, mí perfecto plan se desmoronaba por mal tiempo.Dos horas después por fin pude abordar el avión, la nevada había parado después de media hora pero tuvieron que limpiar la pista y eso nos demor
En la mañana miré por la ventana se metía tímidamente la luz del sol, la noche había acabado y debía irme. Me puse de pie, Demián no estaba en la cama, escuché el agua correr, debió estarse duchando, así que pensé una o dos veces y decidí entrar, debía darme un duchazo para después volver al hotel para recoger mis cosas y salir al aeropuerto.-Buenos días - grité.-Entra Renne, estoy por terminar de ducharme.-Ok.Me saqué la camisa gris, entre a la ducha y Demián me abrazó por atrás, me di vuelta y lo abracé para besarlo.-Sí seguimos así no viajo hoy en la mañana.-No quiero que viajes - respondió besándome el cuello.-Sabes que debo volver - exclamé y me soltó molesto con el ceño fruncido - Demián trabajo allá...-¿No será por otro? - respondió mordaz. ¿por qué los celos?-¡Joder! Con el único imbécil que me acuesto por esa maldición es contigo -grité.-¿Maldición? Es absurdo.-Sí, debe ser absurdo ya que te
Llegamos a una casa en la zona más exclusiva de Toronto, por afuera no tenía nada distinto a otras casas de esa zona. Era una mansión enorme con fachada de piedra y la puerta principal de madera, Demián me tomó de la mano después de salir de su BMW y caminamos juntos hasta el gran portón.La verdad es que estaba muy ansiosa, hasta podría decir asustada, pero Demián me daba seguridad con sólo una sonrisa.-¿Lista? - preguntó antes de tocar la puerta.-¿Crees que es una buena idea?-¿Me preguntas ahora que ya estamos en la puerta? - preguntó burlón con una sonrisa en los labios.-No me dejaras sola ¿Verdad?-Nunca lo hice y nunca lo haré - me apretó la mano con fuerza y después la beso - deja la cara de susto, Renne, no estamos yendo a una casa embrujada...-...Pero...-...No te voy a obligar a nada, yo no necesito nada de esto para poderte dar placer, sí no quieres, nos metemos en un privado y te saco ese vestido que ya tengo ganas de s
-¿No crees que esos temas los deberíamos hablar en otras circunstancias? - preguntó a regañadientes, se paró y empezó a vestirse.-¿Estás molestó? - pregunté nerviosa.- Vístete Renne, debemos hablar y no lo haremos acá...No dijo más, reinó el silencio en ese privado, me levanté y comencé a vestirme. Qué buen momento habíamos pasado y fui a arruinarlo todo con mi gran bocota, no sé cómo tomaríamos el tema o que me diría, pero sabía que sería muy difícil para ambos.Subimos al BMW, no teníamos cara de haber pasado una feliz velada, teníamos cara de molestia y preocupación. Seguimos en nuestro silencio eterno mientras íbamos en el auto y sinceramente no me gustaba para nada, necesitaba hablar, así que rompí el hielo casi unos diez minutos antes de llegar a su departamento.- Mañana me iré muy temprano y son más de las dos de la mañana...-...Como te prometí, te dejaré en el aeropuerto exactamente a la hora que debes abordar - respondió torpe