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¿Destino o Maldición!

Melanie mi amiga de toda la vida llegó a mi departamento después de que Demián salió como alma que lleva el diablo de mi departamento.

Necesitaba sacar de mi pecho ese secreto que estaba evitando que mi vida siguiera adelante. Deseaba volver con él pero ese secreto y mi conciencia no me lo permitían. Lloré me deprimí, mientras entre lágrimas le contaba a Melanie todo.

-¡Díselo! - exclamó después de escuchar toda mi perorata - termina con la maldición que ese secreto conlleva.

-No es tan fácil - exclamé con tristeza.

-Es fácil, Renné, lo ocultaste por seis años, el hizo todo por ti para verte y estar contigo, lo bateaste cada vez que te enviaba una bola curva...no puedes negar lo inminente, lo amas y él a ti, entre ustedes no hay costumbre, es un amor que pasa de lo normal y debe realizarse... sí diciendo ese tu secreto rompes con la maldición que los mantiene dando vueltas en este círculo vicioso, entonces hazlo.

-Es qué...no sé cómo responderá, puede que me odie.

-Puede...como puede que no, no lo sabrás si sigues así...

- Melanie, es muy difícil...

-Lo sé pero rompe el ciclo, tienes que pensarlo bien.

-Está bien...- suspiré rendida " sabía que tenía que hacerlo, en algún momento" - Lo haré.

****

¿Sí me preguntan si lo pensé?, pues sí, lo pensé por unos dos años y en esos dos años di vueltas en el teléfono y en la PC tentada a hablar con Demián, pedirle que vaya a mi departamento y hablar de lo que tenía en mi pecho guardado, pero no lo hice, tantas veces me animaba, como tantas veces me acobardaba de hacerlo.

De acuerdo a Melanie y a mi hermano, Demián se dedicó a estudiar y a sacar una perfecta carrera de abogado, cero novias, cero diversiones, para todos se había convertido en un monje.

Para mí era la maldición de la que Melanie había hablado, lo había apresado en ese círculo vicioso, en que ni él, ni yo podíamos estar con otras personas, en el que él ni yo podíamos gozar de otros cuerpos y saciar nuestros instintos más obscuros y perversos con otras personas.

Pasaba mis noches entre mi cama, pensando sólo en él y en la forma en que la que me tomaba entre sus brazos, ese calor me obligaba a tocarme, me llevaba yo misma a un clímax pero con la mente en Demián, Demián era el que me tocaba, Demián era el que me poseía, Demián era quien me hacía llegar al Nirvana con la perfección de sus movimientos dentro mi cuerpo.

****

El teléfono me hizo saltar, una mañana, de la cama, ¿Quién coños llama a esta hora?

-¿Quién? - gruñí furiosa.

-Hermanita, ¿así le contestas a tu hermano favorito al teléfono?

-Jeremy, son las seis de la mañana, ¿Que carajos quieres?

-¿Qué te fuiste de juerga anoche por eso andas como la niña del exorcista?

-Y a ti que coños te interesa... habla de una vez para que vuelva a dormir.

-Qué carácter el que te gastas a las seis de la mañana - todavía el imbécil se viene a matar de risa por el teléfono.

-¡Joder Jeremy! O me dices que demonios quieres o te cuelgo el teléfono y me vuelvo a dormir.

-Está bien, está bien...pero que gruñona... Te llegará en estos días el pasaje y la invitación a mi boda... cuidado que se te ocurra faltar, no te perdonaré en mi vida.

-¿Te casas? ¿Cuándo pasó eso?

-Cuando te fuiste al otro lado del país hace ocho años.

-Ok, obvio que no faltaré a tu matrimonio.

-Tienes que estar acá máximo una semana antes de la ceremonia, hay un montón de cosas que debes hacer y no permitiré que las pierdas, si no te da la gana de casarte pues a mí sí y no permitiré que arruines las cosas, así que harás lo que yo te diga.

-No me encachufes a tu amigo.

-Muy graciosa, no necesitaré encachufartelo, lo harás tu sola, hermanita, puedo apostar toda mi fortuna.

-Tú eres el gracioso...

-Veremos qué pasa, avísame cuando te lleguen las cosas que te envié y quiero verte en fecha fijada, sino te traigo a rastras...ahora sigue durmiendo monstruo.

-¡Ese lo serás tú!- chilló y cuelgo el teléfono.

Está bien nunca creí que Jeremy se casará antes que yo pero lo estaba haciendo, sabía que debía ver a Demián, tal vez había llegado el momento de decir lo que estaba ocultando.

****

Una semana después llegué de vuelta a Toronto, no había pisado mi ciudad desde qué me había ido embarazada, asustada y confundida, parecía un fugitivo que volvía a su ciudad natal después de haber escapado por toda su vida.

Mi madre y mi padre hicieron fiesta al verme, me dieron millones de besos y celebraron como si la hija pródiga volvía a su casa.

La verdad es que estaba con mucho miedo de encontrarme con Demián, así que lo intenté evitar la semana entera, me dediqué a ayudar en los preparativos de la boda metida en el auto de mis padres.

El jueves por la noche, Melanie me sacó, literalmente a rastras, de mi casa.

-Iremos a una fiesta y no quiero más remilgos de tu parte.

-¡Joder, Melanie!, tengo miedo encontrarme con Demián....

-Toronto no es un pueblo, Renne, es una metrópoli con millones de personas, ¿crees que Demián irá a esa fiesta exactamente?

-Con mi suerte, creo que sí.

-Pues donde estamos yendo no lo creo.

Llegamos a una casa grande y llena de árboles con colores otoñales. La verdad es que no quería estar ahí, no solo por Demián, sino porque no conocía a nadie y no me llevaba muy bien con los extraños.

Al comienzo, la fiesta era normal, tomé unos tragos y no porque quería sino porque estaba muy ansiosa, me levanté del asiento y fui a fumar en el patio de la casa, mientras le daba una bocanada a mi cigarro, una visión pasó a unos metros de mí, con chaqueta negra de cuero y las manos en el bolsillo, entró por la puerta sin mirar a ningún lado, boté la colilla de cigarro casi a la mitad y velozmente volví dentro la casa, busqué con la mirada a todo lado pero no vi nada ¿Estaba loca? Estoy segura de lo que vi.

-¿Dónde estabas? - inquirió Melanie tomándome del brazo.

-Estaba afuera fumando -respondí todavía buscando con la mirada a mi visión -dime, ¡que no estoy paranoica! - exclamo suplicante.

-¿Porque?- preguntó Melanie ajena a mi estado.

-Es que vi a...

-Hermana, estás completamente paranoica, sí piensas que viste a ese "alguien", nadie que conozcamos pasó por aquí...

-...Pero yo vi a...

-En tu imaginación...- inquirió tajante- ¡ya, vamos a jugar...!

-... ¿Jugar? ¿Qué?

-Está bien... acepto, vinimos acá para que rompas con tu maldición...

-No te entiendo...

- Es un juego, tendremos sexo con disfraces- la miré pálida lívida y bruta, ni en mis sueños más locos estaba follar con un completo desconocido.

-¡Eso no pasará! - chille, tomé mi bolso e intenté dar unos pasos para poder salir de la casa.

-Renne quédate, rompe tu maldición, si te acuestas con alguien lo harás y seguirás con tu vida.

-Prefiero contarle a Demián lo que hice... a acostarme con un completo desconocido.

-Sé lo dirás, es el siguiente paso pero hoy comenzaremos con el primero.

Melanie me llevó al centro de la pista casi a empujones, sacó un antifaz negro muy adornado de la bolsa y me lo colocó, mientras lo hacía observé a varias chicas emocionadas esperando a mi lado, ¿no entendía que buscaban con tanta emoción?

Pude observar mejor la casa y me di cuenta que había varias puertas en toda la pared y me puse más nerviosa, deseaba escapar pero Melanie me tomaba del brazo con mucha fuerza.

-Bueno chicas, diviértanse - exclamó un muchacho con antifaz negro - cómo saben muchas y lo repito para las nuevas, no se sacarán los antifaces hasta el final y cuando nosotros encendamos las luces de los cuartos, ahí podrán conocer al muchacho que les dio tanto placer.

-¡Están locos! - exclamé con desesperación.

-¡No! - Melanie susurro en mi oído deteniéndome para que no escape como venado asustado - tan sólo déjate llevar, es un juego, te cuidaras, hay todo para que tengas un encuentro sexual seguro en el cuarto.

-O sea ¿Está no es tu primera vez aquí?

-Amiga, yo vengo cada vez que hacen fiesta, soy cliente habitual -Melanie me dejó con la boca abierta y lo único que hizo fue guiñarme el ojo con tranquilidad- te dejé mi lugar, está vez, sólo por qué te quiero.

-Hay que linda que eres, amiga - exclamé con sarcasmo.

-Tú solo disfruta del momento.

Observé cómo las chicas entraban a los cuartos y Melanie me dio un empujón cuando fue mi turno, temblorosa y asustada, entré por esa puerta, todo estaba en penumbras, no podía ver nada más que sombras y siluetas. Decidí pedir disculpas al susodicho y correr despavorida, esto no es para mí.

-Hey - escuché y quedé petrificada, era la voz de un muchacho, muy sensual por lo que pude escuchar.

-Hey... -respondí - disculpa, mi amiga me metió en este jueguito y no estoy muy segura de hacerlo, pero ni de esto, así que...

Sentí como unos brazos fuertes me aseguraban a su cuerpo y me planteaban tal beso que me dejó sin voluntad de seguir disculpándome, esos labios, esa boca y ese olor me causaban el mismo efecto que Demián lo hacía, ¡Tal vez esto era una buena idea, después de todo!

Dejó mi boca después de haberla explorado completa, corrió a mi cuello, siguió besando con la misma intensidad, daba mordidas deliciosas que hacían que pierda el piso, mi blusa voló por los aires, después fue mi sostén, sentí sus labios en mis pezones, estaba derretida con cada movimiento de su boca, me manejaba de tal manera que había perdido toda conciencia. Vi como desaparecía de mi perspectiva, solo sentí como mi pantalón y mis bragas bajaban por mis piernas, sin pensar y sin dar órdenes consientes a mi cuerpo, levanté los pies para facilitar su tarea, cuando lo hizo inconscientemente abrí las piernas para que él se metería, sentí sus labios, sus besos, su lengua en cada pliegue de mi sexo, tomé de su cabello mientras él seguía sin dar tregua a mi placer, siguió y siguió hasta que sentí como me iba en su boca, todavía extenuada vi que volvía a aparecer en frente mío, su sombra se dibujaba en la penumbra, se introdujo dentro mío y comenzó a moverse a su antojo, lo único que pude hacer era apretarme a su cuerpo, ya que no respondía. Perdí la noción del tiempo en sus brazos, mi cerebro dejó de pensar, nunca creí que tener sexo con un extraño iba a ser tan gratificante.

Cuando por fin nuestros cuerpos terminaron, me abracé cansada a su cuerpo, ahí volví a la tierra, comencé a escuchar barullo afuera, las luces se irían encendiendo, ¿con quién coños había follado? Ahí me asusté, me solté y comencé a recoger mi ropa y ponérmela con rapidez.

Seguía con el antifaz, se supone que me la sacaría cuando la luz se encendería.

Tragué saliva, cerré los ojos, la luz se encendió, conté hasta diez y los abrí sacándome el antifaz.

-¡Joder! - exclamé al ver a mi acompañante sexual.

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