7. Diferente

[BRISA]

Estar nerviosa ante su presencia pareciera haberse convertido en algo normal, pero no sé… Franco además de ser increíblemente guapo, es diferente al resto de los hombre que conocí, o al menos eso es lo que él me esta dando a entender esta noche. Me siento mal por haberme precipitado con él, no debe haber sido fácil perder a su esposa. —Cuidado— Escucho su voz y a los pocos segundos él acerca la bandeja con lo que hemos pedido al balcón.

—Creía que dejarías que lo hiciera el camarero— Comento sorprendida y niega.

—No se me caerán las manos por hacer esto, además, es mejor así, los chismes se corren muy rápido entre los empleados y no te quiero meter en problemas— Explica haciéndome sonreír.

—Buen punto— Murmuro y observo cada movimiento que hace con gran detenimiento.

—Es uno de los mejores vinos que tenemos aquí, te va a encantar— Me deja saber mientras agarra la botella que nos han traído y la abre.

—¿Puedo preguntarte como falleció tu esposa o estoy siendo muy impertinente?— Cuestiono y me mira sorprendido.

Él termina de servir las dos copas de vino y me entrega una de ellas para luego acercar la bandeja como dándome a entender que escoja lo que guste —Sabes, normalmente nadie me pregunta eso, es decir, cuando entablo conversación con una mujer por equis razón y sale el tema de mi esposa, nadie me pregunta que fue lo que le paso—

—¿Y que te preguntan?— Averiguo y se sonríe.

—¿Cómo es ser quien soy? Ya sabes, tener el dinero que saben que tengo…— Responde y sonrió.

—Bueno, yo por mi trabajo he conocido a muchos empresarios importantes y con mucho dinero, créeme que eso no me impresiona ni me interesa tanto— Le confieso.

—¿No? ¿Y que te impresiona de un hombre?— Inquiere y bebo un sorbo del vino que tal como me dijo él, esta exquisito.

—Que no haya besado a ninguna mujer desde que falleció su esposa… los hombres no suelen ser tan fieles, y no por cuestiones de amor, sino por razones físicas, ya sabes…— Respondo mientras bebe un sorbo de su copa y al dejarla me sonríe triunfal.

—Me gusta mucho tu manera de pensar— Señala.

—¿Y me quieres contar o no?— Insisto mientras tomo uno de los bocadillos que ordenó y lo pruebo bajo su atenta mirada color verde.

—Una maldita enfermedad que no tiene piedad de nadie…— Me dice y noto lo triste que se ha puesto.

—Perdón, no debí… a veces soy muy imprudente— Murmuro un poco avergonzada y sin que me lo espere, él se sienta a mi lado en esta reposera y me mira fijamente haciendo que yo deba mirarlo a los ojos también.

—No, esta bien. Sabes, no hablo mucho de esto porque nadie se interesa lo suficiente por mi como para preguntarme tanto por esto— Expresa y me da una tímida sonrisa.

—Yo solo quiero conocerte, puede que no deba, pero no puedo solo estar aquí y no preguntarte eso cuando me lo contaste— Le dejo saber y me sorprende cuando sus dedos mueven mi cabello de una manera muy sutil.

—Eres muy diferente a todas las mujeres con las que me he encontrado en mi vida— Susurra y nuevamente los nervios me consumen de los pies a la cabeza.

Mi corazón late muy fuerte —Justamente pensaba lo mismo de ti… es decir, que eres un hombre muy diferente a todos los que he conocido— Confieso y muerdo mis labios de manera instintiva.

—Brisa…— Dice bajito.

—¿Qué?— Pregunto de la misma manera y noto como él se va inclinando hacia mi lentamente.

—Me provocas muchas ganas de besarte cada vez que te veo y no sé como manejar todo esto, hace mucho que no me sentía de esta manera— Me confiesa y sin que él se lo espere, llevo mis manos a cada lado de su cara y lo sujeto suavemente.

—¿Y porque no me besas? No tenemos que ir más allá de esto por ahora, pero creo que es una buena manera de atrevernos ¿no?— Me animo a decirle cerca de sus labios y se sonríe.

—Otro día te contare muchas cosas sobre mi, pero por esta noche quiero jugar a ser valiente contigo y besarte hasta que salga el sol…— Dice haciendo que sonría.

—Mmmm… pero que atrevido— Bromeo y reímos juntos.

—Puedes quedarte con tu ropa puesta, yo solo quiero revivir lo increíble que es besar a alguien que te gusta tanto como tú me gustas a mi, espero que me lo permitas— Explica y asiento con mi cabeza.

—Te lo permito… no sé porque, pero tú me haces sentir cosas que ningún otro hombre consiguió en mi hace mucho tiempo— Le admito y sin darle tiempo a decirme una sola palabra más, soy yo quien se atreve a besarlo de una manera que le deja saber lo mucho que me encantan sus labios y la manera que sus manos acarician mi rostro y mis brazos mientras lo hace.

No me besa con el deseo que lo puede hacer cualquier otro hombre, me besa con delicadeza, como queriendo grabarse este momento para siempre y yo solo me dejo llevar hasta donde le he permitido ya que es ahí donde él se detiene siendo uno de esos caballeros que creía que ya no existían.

No sé si él va a ser el hombre de mi vida o no, pero me gusta mucho todo lo que provoca en mi y su manera de ser… y sé que es una locura, que apenas lo conozco, pero el amor no sé si entiende mucho de tiempos.

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