Ya tenemos cerca de veinte minutos en el auto, hemos recorrido un buen tramo de la ciudad. Debo decir que ver el paisaje nocturno con la brisa y las diferentes luces poco a poco han logrado relajarme.

—Guapo, ¿Adónde me llevas? —  Le digo con un poco de picardía.

—No comas ansias, ya estamos cerca hermosa—   su rostro denota un cierto aire de confianza, como si tuviera la certeza absoluta que todo me va a gustar. A veces me da un poco de miedo su seguridad porque yo soy todo lo contrario para estas cosas, la indecisión me gana por Nocaut.

El auto se detiene, con una enorme sonrisa y sus manos sobre el volante, me confirma que llegamos al tan misterioso lugar.

—Llegamos hermosa—      baja rápidamente para abrir mi puerta, cuando lo hace me ofrece su mano para ayudarme a salir y me derrito con ese gesto.

El lugar es precioso, da la impresi&o