No podía apartar la mirada de esos ojos verdes e inquiétenlas que me observaban sin vida. En la oscuridad de la noche, sus ojos daban miedo hasta metros de distancia. Incluso sus mejillas rosadas iguales a las de un niño o su sonrisa de boca cerrada que te transmitía perturbación.
–Esta cosa no me gusta –comento en voz baja.
–Quizás te empiece a gustar cuando dejes de verlo directamente –me responde con obviedad.
–Es que... se parece demasiado a ti.
–¿Me estas comparando a mi con un gnomo de jardín?
–No. –Hago una pausa–. El gnomo es mucho más bonito
En una semana seria mi cumpleaños número diecisiete. Nada especial, claro. Ninguno de mis cumpleaños los he esperado con extrema emoción. Probablemente me emociono más cuando me compro un nuevo disco que cuando se acerca o es mi cumpleaños.Tenía los mismos planes de siempre; Iríamos a la playa, nos hospedaríamos en ese hotel que siempre ha tenido la misma recepcionista desde que soy pequeño y comeríamos pastel de piña. En mi cumpleaños era el único día en el que me permitía comer pastel de piña.La diferencia de este años es que mi padre me ha dicho que puedo invitar a mis amigos. No estuve seguro de esa oferta, tampoco estoy seguro de que ellos quieran esa oferta. Después, mi madre me aviso que mi abuela
En una semana seria mi cumpleaños número diecisiete. Nada especial, claro. Ninguno de mis cumpleaños los he esperado con extrema emoción. Probablemente me emociono más cuando me compro un nuevo disco que cuando se acerca o es mi cumpleaños.Tenía los mismos planes de siempre; Iríamos a la playa, nos hospedaríamos en ese hotel que siempre ha tenido la misma recepcionista desde que soy pequeño y comeríamos pastel de piña. En mi cumpleaños era el único día en el que me permitía comer pastel de piña.La diferencia de este años es que mi padre me ha dicho que puedo invitar a mis amigos. No estuve seguro de esa oferta, tampoco estoy seguro de que ellos quieran esa oferta. Después, mi madre me aviso que mi abuela
(Advertencia ⚠Contenido +18)–¡Auch!–me quejo de nuevo.–Arion, solo te estoy poniendo una curita, no seas dramático–critica Candace, terminando de poner la curita en mi rodilla.–Claro, eso tu lo dices por que no tienes piel sensible.Solo había caído en cemento y mi rodilla empezó a sangrar, mientras que Candace había golpeado a ese chico con su propio puño y apenas tenía los nudillos ligeramente rojizos.–Es tu culpa ¿Cómo se te ocurre querer defenderme? Yo se hacerlo sola, para tu información. ¿Qué ibas a hacer? ¿
Desperté por un calor que me pegaba justo en la cara. Abrí los ojos y lo primero que vi fue un cabello rojo que me hacia cosquillas a la nariz. Me encontraba abrazando por la cintura a Candace mientras ella dormía plácidamente.Mire a mis alrededores; Ya era de día, posiblemente era de mañana.–Mierda–maldije en voz alta, incorporándome de la cajuela–. Candace–la llamo, sacudiendo su cuerpo para que despierte.Unos jadeos cansados me avisan que lo he logrado. Al abrir sus ojos, me mira con irritación, molesta a que la haya despertado.–¿Qué te pasa?–me dice con brusquedad, aun con sueño.<
Me quedo callado, casi impresionado, ante la propuesta que nunca vendría venir de parte de ella.¿Una cita..?–¿Te refieres a salir..? ¿Tú y yo? –Nos señalo con torpeza.–Bueno, podría ir con el gnomo de jardín, pero me parece más adecuado ir contigo –comenta con burla.Lo pienso por unos segundos, explorando cada posibilidad y error que podría haber.–No me dirás a donde iremos ¿verdad? –deduzco finalmente. Esa respuesta básicamente era un sí definitivo.–Nop. –Sonríe, como si nada
Respiro hondo antes de sumergirme bajo el agua, sintiendo como las olas golpean mi espalda y me empujan a la orilla, aunque me aferre a la arena bajo mis pies.No podía escuchar nada, mas que un zumbido que creaba el agua en mis oídos y las voces lejanas que eran opacadas por el agua.Salí de nuevo a la superficie, sacudiendo mi pelo empapado como si fuera un perro. A lo lejos, está ella, mirándome desde la arena con los brazos cruzados y una ceja arqueada. Como instinto, le sonrió tímidamente, pero de una manera natural y feliz, donde mis mejillas podrían entumecerse.–Tu mamá ya quiere partir el pastel–me avisa cuando salgo del agua.
–Arion, despierta...–escucho una voz lejana que hace eco en mi mente–. Despiértate, maldito corderito–dicen antes de que alguien me de un seco zape en mi frente, obrando que levante mi cabeza mi cómoda almohada de golpe, empezando a ver a mis alrededores como un loco.A un lado de mi cama está Candace con el ceño fruncido parada en la semi-oscuridad.–No puedo creer que puedas dormir con ese oso roncado a un lado tuyo–señala la cama del otro lado.Giro en su dirección, encontrando a Cris dormido cómodamente -demasiado diría yo- en una extraña posición de estrella con la boca abierta y ronquidos altos saliendo de él. Vuelvo mi vista a la mesita d
Los días pasaban deprisa, más de lo que uno podía estar esperando. El verano ya casi terminaba, y siquiera era consciente de ello. Aquel pensamiento empezaba a carcomerme por alguna razón.Al llegar al trabajo, solo encontré un silencio por la casa entera. Mis padres se habían ido a una cita con el abogado de la abuela, después de posponerla una y otra vez desde su muerte. Primero Mamá puso la excusa de que era mejor concentrarse en mi cumpleaños, pero cuando regresamos de la playa no tuvo nada mejor que decir. Estaba triste, y pensar en ello la ponía peor.Me dirijo a la cocina para agarrar algo de comer, encontrándome con un pequeño traste con comida dentro y un papel pegado por encima."Te hice la cena Atte: Mamá", es lo que dice la nota, y como un instinto hago una mueca, sin querer. A