23

No podía apartar la mirada de esos ojos verdes e inquiétenlas que me observaban sin vida. En la oscuridad de la noche, sus ojos daban miedo hasta metros de distancia. Incluso sus mejillas rosadas iguales a las de un niño o su sonrisa de boca cerrada que te transmitía perturbación.

–Esta cosa no me gusta –comento en voz baja.

–Quizás te empiece a gustar cuando dejes de verlo directamente –me responde con obviedad.

–Es que... se parece demasiado a ti.

–¿Me estas comparando a mi con un gnomo de jardín?

–No. –Hago una pausa–. El gnomo es mucho más bonito

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP