Para cuando Evangeline pone un pie frente a la universidad su cuerpo aún no ha dejado de temblar. Sus zonas sensibles están mojadas, la respiración agitada, el sudor en su cuello y el cabello hecho un desastre seguramente.—¿Necesita ir al baño, señorita? —le pregunta Fabián al ver que esta se ha quedado inmóvil.El nuevo guardaespaldas por supuesto que ha escuchado todo, y aunque no sabe la historia de verdad y piensa que esta es amante de su jefe, su trabajo es cuidar de la chica, y entre cuidarla está ayudarla para lo que sea.Evangeline asiente con un suspiro sosteniendo con fuerza una tira de su morral. Siente que Fabián va detrás de ella en todo momento mientras las personas la ven como si fuera un ser de otro mundo. Sus mejillas se sienten calientes por la vergüenza de sus fachas desaliñadas y baja la mirada en todo el camino.—Por aquí, señorita... —Fabián le muestra en dónde está el baño y esta corre hasta allá.Agradece que no hay nadie dentro y suspira al verse al espejo. S
En el instante en que la castaña se encuentra a punto de salir de la universidad, una mujer se posa a su frente. Es Andrea, quien tiene libros y un morral gigante en mano.—¿Me ayudas?Evangeline ve a todos lados, consiguiéndose con la mirada de Fabián quien le asiente, entonces la castaña toma los libros y sigue a la mujer. Suben tres pisos hasta llegar a la biblioteca. Llegan jadeando arriba, a excepción de Fabián. Y entonces Andrea ríe un poco.—Disculpa, Evangeline. Los ascensores a esta hora están abarrotados.—No te preocupes —responde Eva volviendo a recibir bien el aire en sus pulmones, cuando coloca los libros en una gran mesa—. ¿Y para qué es todo esto?—Verás, Eva. Estoy haciendo mi "servicio comunitario". Cuatro profesores de la escuela me tienen a su disposición. Y créeme, pensé que estudiar Comercio Internacional era lo peor, pero no te imaginas cómo son las otras carreras. Son una pesadilla.Ante esto Evangeline sonríe, emocionada de que la chica ya esté por graduarse.
Entran a la limusina y Magnus recibe una llamada de su esposa, entonces sin problema lo pone en alta voz.—Estoy aquí, llevaré a Evangeline a almorzar, ¿te apuntas?—Magnus, yo sí estoy trabajando. Y Eva, ¿no vendrás a ayudarme? Esto aquí es un caos. —Irina se escucha ajetreada del otro lado de la línea.Evangeline se siente mal por eso.—Está bien. Puedo ir con ella —le dice a Magnus.—Pero tienes hambre —este le susurra con una mirada suplicante.—Pero es mi trabajo... —Eva hace un puchero leve, y cuando lo ve exhalar sabe que cederá.—Bien. La dejo allá, iré por comida y comeremos todos en la oficina, ¿les parece?Evangeline asiente e Irina del otro lado de la línea dice estar de acuerdo. Entonces el ojiazul cuelga la llamada, deja el teléfono a un lado aunque ve que tiene otras llamadas entrando y de repente toma los hombros de la chica para hacer que esta se recuesta de su pecho.La castaña suspira por el olor de su colonia, y el calor que le da su cuerpo aún por encima de esa ro
Evangeline había terminado en cuatro patas sobre el escritorio mientras sus jefes la sometían a pequeños castigos, postergando su orgasmo. Llegó el primero, el cual fue detonado por la lengua de Irina, el segundo por una fuerte embestida de Magnus, y el tercero, sucedió cuando hizo sexo oral al ojiazul; este se corría en su boca haciendo que ella por primera vez lo tragara todo mientras la rubia jugaba con su agujero trasero y tras varias lamidas, allí mismo se rindió ante los pies de sus jefes.Estaba desnuda, sin fuerzas y temblando por todo el placer. Entonces Magnus la cargó en sus brazos y la dejó acostada en el sofá de la oficina, y la chica cerró los ojos no pudiendo evitar quedarse dormida tras este acobijarla con su saco.Ante esto, los Keller aprovechan a hablar en baja voz.—Está muy sensible, ¿crees que...? —Magnus dice, mirando a la castaña de reojo, esperanzado.La rubia sacude la cabeza, mientras termina de limpiarse la cara, las manos, y toma caramelos de menta mientra
La rubia entra a la mansión junto a Evangeline mientras comen helado.—¿Magnus? Mi amor, trajimos helado. ¿A qué no adivinas quien nos lo envió? —dice mientras junto a la chica suben las escaleras—. No te pongas celoso pero los helados italianos se acaban de convertir en mi postre favori... ¡AH! ¡Magnus!El envase con helado cae en el piso.Evangeline siente un mareo repentino por la sangre que ve en el cuerpo de su jefe. Se encuentra completamente desnudo recostado de las rejas de la escalera, con los ojos cerrados y sus partes íntimas llenas de sangre, con un látigo en su mano.Ambas lloran sin cesar por el horror.—¡Thalia!, ¡Víctor!, ¡Fabián! ¡Llamen al doctor Foster!Ante los gritos es Fabián quien sube diciendo que no hay nadie más en casa. Y al ver la escena se horroriza. Este rápido actúa ya que el hombre no pone de su parte para levantarse, y lo llevan a la habitación de los Keller. Es allí en donde Irina grita por el botiquín, por lo que Evangeline se lo pasa, y es la misma
A penas Magnus salió de su cama supo que algo estaba pasando. Se escuchaban voces en la mansión incluso cuando la puerta de la habitación estaba cerrada. Le dolía la cabeza y cuando dio un par de pasos el dolor en su abdomen bajo, en todos sus genitales, se hizo presente.—¡Ahhhh! —gritó del dolor, cayendo de rodillas al suelo, llorando.También lloraba por la molestia consigo mismo por haber hecho semejante cosa por culpa de los recuerdos tenebrosos de su adolescencia. Pues Alexa no merecía que él botara ni una puta lágrima por las acciones de ella.Su hermana había sido su abusadora, la mujer que lo llevó al mundo oscuro, su sumisa y también su peor pesadilla. Alexa había sido la causante de que la mujer de su vida no pudiera tener hijos. Y ahora había sido la culpable de que él arremetiera con la más preciada parte de su cuerpo. Entonces debía encontrarla y acabarla.Se secó las lágrimas y tragando el dolor en sus geniales se dio una ducha y se vistió. Cada roce con la tela dolía,
El detective le cuestiona a Magnus “a dónde cree que va”, pero este no responde. Entonces el primero le pide con la mirada a dos de sus hombres que sigan al multimillonario.—¿Encontraron algo? —pregunta Walsh, el detective, mientras se acerca a los chicos de sistema.Uno de los chicos sacude la cabeza.—El hombre que le dio la caja al pequeño lo hizo sabiendo que su cara no podría verse en el ángulo de la cámara —responde, mostrándole—. Luego se pierde. Este vecindario no se preocupa mucho por vigilar.—Pero nadie es intocable, ahora lo sabemos —murmura el detective.No pasan ni dos minutos después de eso cuando otro hombre aparece en la puerta de la mansión. Cuando Thalia lo deja entrar, este se queda impactado por todo lo que ve.—¿Es verdad? —pregunta este a la señora—. ¿Secuestraron a Evangeline?—¿Qué haces aquí, Dexter? —Irina pregunta.El pelirrojo nota cómo luce la rubia. Con la ropa desaliñada, el cabello igual, maquillaje corrido. No es la misma Irina que él conoce, entonce
El ojiazul se encuentra apuntando la cabeza de su madre cuando Dayan habla al teléfono.—… Él amenaza con matarnos.Ante el silencio, Magnus se estresa, empuja a su madre y arranca el teléfono de su hermano para ponérselo al oído.—¡Hermanita! —exclama con emoción fingida—. ¿Podemos vernos una vez más para matarte en serio? Sabes que te quiero, querida Alexa, pero estás siendo un dolor de cabeza ahora mismo. Mucho peor que cuando eras mi sucia sumisa.Hay una risa malévola del otro lado de la línea que hace al ojiazul apretar el teléfono.—Si tanto deseas verme, te lo permitiré —responde con humor en su voz—. Además, será un completo placer para mí asesinar a tu querida Evangeline frente a ti.—¡A ella no la toques, maldita!—No, no. No vengas a decirme que te importa a estas alturas, Magnus. Porque si de verdad te importara habrías venido por mí desde el primer día.—¡Déjame hablar con ella!—No puedo... —responde la mujer con pesar—. La tiene uno de mis hombres, divirtiéndose, ¡es t