Evangeline había terminado en cuatro patas sobre el escritorio mientras sus jefes la sometían a pequeños castigos, postergando su orgasmo. Llegó el primero, el cual fue detonado por la lengua de Irina, el segundo por una fuerte embestida de Magnus, y el tercero, sucedió cuando hizo sexo oral al ojiazul; este se corría en su boca haciendo que ella por primera vez lo tragara todo mientras la rubia jugaba con su agujero trasero y tras varias lamidas, allí mismo se rindió ante los pies de sus jefes.Estaba desnuda, sin fuerzas y temblando por todo el placer. Entonces Magnus la cargó en sus brazos y la dejó acostada en el sofá de la oficina, y la chica cerró los ojos no pudiendo evitar quedarse dormida tras este acobijarla con su saco.Ante esto, los Keller aprovechan a hablar en baja voz.—Está muy sensible, ¿crees que...? —Magnus dice, mirando a la castaña de reojo, esperanzado.La rubia sacude la cabeza, mientras termina de limpiarse la cara, las manos, y toma caramelos de menta mientra
La rubia entra a la mansión junto a Evangeline mientras comen helado.—¿Magnus? Mi amor, trajimos helado. ¿A qué no adivinas quien nos lo envió? —dice mientras junto a la chica suben las escaleras—. No te pongas celoso pero los helados italianos se acaban de convertir en mi postre favori... ¡AH! ¡Magnus!El envase con helado cae en el piso.Evangeline siente un mareo repentino por la sangre que ve en el cuerpo de su jefe. Se encuentra completamente desnudo recostado de las rejas de la escalera, con los ojos cerrados y sus partes íntimas llenas de sangre, con un látigo en su mano.Ambas lloran sin cesar por el horror.—¡Thalia!, ¡Víctor!, ¡Fabián! ¡Llamen al doctor Foster!Ante los gritos es Fabián quien sube diciendo que no hay nadie más en casa. Y al ver la escena se horroriza. Este rápido actúa ya que el hombre no pone de su parte para levantarse, y lo llevan a la habitación de los Keller. Es allí en donde Irina grita por el botiquín, por lo que Evangeline se lo pasa, y es la misma
A penas Magnus salió de su cama supo que algo estaba pasando. Se escuchaban voces en la mansión incluso cuando la puerta de la habitación estaba cerrada. Le dolía la cabeza y cuando dio un par de pasos el dolor en su abdomen bajo, en todos sus genitales, se hizo presente.—¡Ahhhh! —gritó del dolor, cayendo de rodillas al suelo, llorando.También lloraba por la molestia consigo mismo por haber hecho semejante cosa por culpa de los recuerdos tenebrosos de su adolescencia. Pues Alexa no merecía que él botara ni una puta lágrima por las acciones de ella.Su hermana había sido su abusadora, la mujer que lo llevó al mundo oscuro, su sumisa y también su peor pesadilla. Alexa había sido la causante de que la mujer de su vida no pudiera tener hijos. Y ahora había sido la culpable de que él arremetiera con la más preciada parte de su cuerpo. Entonces debía encontrarla y acabarla.Se secó las lágrimas y tragando el dolor en sus geniales se dio una ducha y se vistió. Cada roce con la tela dolía,
El detective le cuestiona a Magnus “a dónde cree que va”, pero este no responde. Entonces el primero le pide con la mirada a dos de sus hombres que sigan al multimillonario.—¿Encontraron algo? —pregunta Walsh, el detective, mientras se acerca a los chicos de sistema.Uno de los chicos sacude la cabeza.—El hombre que le dio la caja al pequeño lo hizo sabiendo que su cara no podría verse en el ángulo de la cámara —responde, mostrándole—. Luego se pierde. Este vecindario no se preocupa mucho por vigilar.—Pero nadie es intocable, ahora lo sabemos —murmura el detective.No pasan ni dos minutos después de eso cuando otro hombre aparece en la puerta de la mansión. Cuando Thalia lo deja entrar, este se queda impactado por todo lo que ve.—¿Es verdad? —pregunta este a la señora—. ¿Secuestraron a Evangeline?—¿Qué haces aquí, Dexter? —Irina pregunta.El pelirrojo nota cómo luce la rubia. Con la ropa desaliñada, el cabello igual, maquillaje corrido. No es la misma Irina que él conoce, entonce
El ojiazul se encuentra apuntando la cabeza de su madre cuando Dayan habla al teléfono.—… Él amenaza con matarnos.Ante el silencio, Magnus se estresa, empuja a su madre y arranca el teléfono de su hermano para ponérselo al oído.—¡Hermanita! —exclama con emoción fingida—. ¿Podemos vernos una vez más para matarte en serio? Sabes que te quiero, querida Alexa, pero estás siendo un dolor de cabeza ahora mismo. Mucho peor que cuando eras mi sucia sumisa.Hay una risa malévola del otro lado de la línea que hace al ojiazul apretar el teléfono.—Si tanto deseas verme, te lo permitiré —responde con humor en su voz—. Además, será un completo placer para mí asesinar a tu querida Evangeline frente a ti.—¡A ella no la toques, maldita!—No, no. No vengas a decirme que te importa a estas alturas, Magnus. Porque si de verdad te importara habrías venido por mí desde el primer día.—¡Déjame hablar con ella!—No puedo... —responde la mujer con pesar—. La tiene uno de mis hombres, divirtiéndose, ¡es t
—... ¿Acaso hay mejor castigo que ese?... Sola en el mundo, sin poder tener hijos propios, con riqueza que no le servirá de nada.—Púdrete, Alexa —él le vuelve a decir.Cuando la ojiverde se levanta de las piernas de su hermano, toma asiento frente a él, le pide a sus hombres que los dejen a solas y cruza las piernas. Lo ve a él allí, desangrándose, y a la chica en el suelo. Traga hondo todo el dolor por el rencor que tiene hacia su familia, pero especialmente por Magnus.—Siempre lo supiste —ella expresa, y una lágrima por primera vez en años se desliza por su rostro pálido—. Él abusaba de mí. Tú lo sabías. Lo veías yendo a mi habitación en las noches, cuando eras niño y cuando eras adolescente, y jamás hiciste nada. Te quedaste callado aún y cuando una vez te pedí ayuda. —A este punto sus lágrimas salen sin parar—. Siempre has sido un adicto al poder y cuando él te prometió darte toda su riqueza con tal de que guardaras sus más retorcidos secretos, claro que no lo dudaste. Incluso c
Mientras el psiquiatra evalúa a Evangeline, Irina tiene los nervios de punta.Han mantenido a su esposo sedado porque la primera vez que despertó de la cirugía tomó a una enfermera por el cuello y delirando la llamó por el nombre de su hermana. Así que ahora lo tienen en extrema observación, mientras ella se encuentra fuera de la habitación de la castaña en donde esta se recupera.Le han tomado puntos en los costados de ambas piernas porque en línea recta la han herido, también su cuero cabelludo al cortar su cabello de forma drástica y sin control. Ahora, su dulce Eva parece un niño que ha tomado una tijera y ha hecho una travesura con su cabello.El psiquiatra sale de la habitación dejando a la chica con la enfermera, y cuando se encuentra con Irina exhala.—Por ahora no recuerda mucho. Solo recuerda que se la llevaron, que le cortaron el cabello y que despertaba con mucha sed y hambre. También recuerda al señor Keller sangrando. Es todo —le dice—. No le aseguro que esto quede aquí.
—Sí, allí está la bolsa —dice la ginecóloga—. ¿La ven? Y esto de aquí... es el embrión. Felicidades. ¿Ustedes son sus padres? —cuestiona hacia los Keller, refiriéndose a Eva.La habitación de la doctora se llena de un silencio incómodo.—No, somos... —Irina no sabe cómo explicarlo.—Estamos los tres, juntos —responde Magnus con seguridad.Y entonces Evangeline les sonríe, nerviosa.—¿Y su corazón? —cuestiona Irina—. No lo escucho.—No es lo suficientemente fuerte ahora como para hacerse escuchar. ¿Pero ven estas rayas de aquí? —les muestra un lado del monitor—. Allí se registran sus latidos. Todo va bien. Pueden venir acá dentro de quince días, y les aseguro que podrán saber más.En cuanto se despiden de la doctora, y los Keller caminan en medio del pasillo con Evangeline en el medio, tomada de la mano por cada uno, algunas personas se les quedan viendo.Los Keller no pueden con la emoción, y Evangeline sólo sigue paralizada. Ha aceptado ir, y aún viéndolo, no lo puede creer. El mismo