51: El castigo.

La rubia entra a la mansión junto a Evangeline mientras comen helado.

—¿Magnus? Mi amor, trajimos helado. ¿A qué no adivinas quien nos lo envió? —dice mientras junto a la chica suben las escaleras—. No te pongas celoso pero los helados italianos se acaban de convertir en mi postre favori... ¡AH! ¡Magnus!

El envase con helado cae en el piso.

Evangeline siente un mareo repentino por la sangre que ve en el cuerpo de su jefe. Se encuentra completamente desnudo recostado de las rejas de la escalera, con los ojos cerrados y sus partes íntimas llenas de sangre, con un látigo en su mano.

Ambas lloran sin cesar por el horror.

—¡Thalia!, ¡Víctor!, ¡Fabián! ¡Llamen al doctor Foster!

Ante los gritos es Fabián quien sube diciendo que no hay nadie más en casa. Y al ver la escena se horroriza. Este rápido actúa ya que el hombre no pone de su parte para levantarse, y lo llevan a la habitación de los Keller. Es allí en donde Irina grita por el botiquín, por lo que Evangeline se lo pasa, y es la misma
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