BriannaAl día siguiente, tenía la misma rutina. Aunque la diferencia, era qué tenía eo encuentro con el dueño de la casa. Lo esperaba, con ansias.Me había cancelado la cita del día anterior por trabajo.Escuché unos leves golpeteos en la puerta.Me levanté dispuesta a abrir.—Hola buen día, es un gusto conoc...Pero me quedé callada, suspiré. Del otro lado, estaba Leandro.—Al parecer no te agrada tanto conocerme —dijo divertido.—Si, estaba buscando al dueño.—Lo tienes en frente.—¿Qué? ¡Tú!—A mí tampoco me agrada verte —bocifero.—El sentimiento es mutuo.—Pasa —dijo, rindiendose finalmente.—Con permiso señora.—¿Señora? —lo interrogué enojada.—Si ¿Por qué?—No estoy... Casada.—Pues, es justificable —espetó.—¡Oye! —exclamó.—Digo por lo gruñona.Puso los ojos en blanco, quería hablar del tema y sacarlo de su casa.El sujeto, miró todo con suma curiosidad."¿Pintó todos los muebles?""Tiene buen gusto"—No me gusta tanto blanco —comentó.—Pues, si me vendes la casa no hay de
Brianna mira con una mueca de tristeza el café. Era la primera vez después de tanto tiempo, tomaba el café con alguien que no fuera Esteban. En largas noches, sus sueños básicamente se habían tratado de Esteban.Briana, en ese instante se queda en silencio porque pasar del tiempo nada mejorarían y cambiaría. A pesar de todas las noches, que había gastado imaginando un posible encuentro con Esteban, nada de eso había sido cierto.Solo se había quedado enterrado en su memoria. Sin ningún tipo de fin.Briana, empezaba a perder las esperanzas; por un lado se había dado cuenta de un pequeño y valioso detalle: esperaba ver a Esteban.Beber un café con otra persona que no fuera él, la había llenado de nostalgia.— Ya lo creo que te quedaste perdida en tus pensamientos ¿te gustaría hablarme de eso? —pregunto con curiosidad el joven que estaba a su lado.Brianna lo miro con sorpresa. Sabía metido tanto a sus propios pensamientos, que no sabía muy bien que decir Briana, se sintió avergonzado. E
La arrastraba como si fuera un gran terremoto que no podía olvidar. Tenía que aceptar que ella amaba con intensidad a Esteban y ese amor que tenía en su corazón, tardaría mucho.Suspiró.—Entonces... ¿sigues pensando en él, verdad? —preguntó Leandro.—Ya luego, no sé de qué me hablás —dijo ella sorprendida por la interrupción, que le daba su amigo.—No te hagas. Ya sé que estás pensando en él. Tus ojos no lo pueden negar, a mí no me vas a mentir estás como loca pensando en tu príncipe azul. No pasa nada, la verdad es que a veces cuesta un montón olvidar. Así que amiga, relájate, que ese amor lo vas a sentir mucho rato. Hasta que llega un momento en el que uno simplemente, olvidó."Así que no te has algún momento cuando menos te lo esperes yo te vas a empezar a olvidar de el . acordarte , que abandonaron tantas veces y aún sigue a flote. Todos podemos superar las cosas o más es cuestión de forzarnos y de querer seguir adelante. Ya luego no es difícil.—Lo siento intentaré no pensar en
—Eso es increíble, que alguien quiera comprar esa casa— se expresó de forma sincera, y Brianna dió alguna pequeña risita.Leandro, se giró a verla un poco contrariado. Esa risa, había penetrado en sus oídos y lo había hecho por un momento estremecer. Ni siquiera entendía que era lo que le ocurría en ese momento. Después de quedarse unos minutos como bobo mirándola sin parar a Briana, recuperó la poca cordura que tenía y cuándo se dio cuenta la realidad, su madre ni siquiera estaba a su lado.— Entonces ¿esa es tu mamá?—Si, tengo dos hermanas también.—Cierto ¿Y tus dos hermanas trabajan aquí? —quiso saber Briana.—Solo mi mamá, con papá aunque a veces mis hermanas vienen a ayudar con todo. Si quieres después podríamos ir a la casa de la más grande, vive en un campo cerca de aquí.—Esa idea me encantaría —comentó emocionada Briana.Ambos se sonrieron, Briana empezó a beber un poco de la gaseosa que tenía en el vaso de vidrio.—Entonces, cómo fue que hicieron el restaurante, es decir h
En esos días, estaba un poco más melancólica de lo normal. Había decidido r a correr, me estaba poniendo una calza cómoda junto con una zapatilla.Mañana tendríamos el curso nuevamente cómo era dos veces a la semana. Suspiré, yo estaba afuera, caminando en forma rápida, de esa manera podría entrar en calor. De pronto, una voz me hace tropezarme con mis pies. Caí de bruces al suelo, por suerte había césped esponjoso.—¿Estás bien?.—Si... solo quería darle un beso al suelo —bufé.—Dejame que te ayudo.El se inclinó a mi altura, se arrodillo y me empezó a ayudar para enderezarme. La caída había sido brusca. Incluso me dolía un poco el tobillo. Él empezó a ayudarme, poco a poco a intentar pararme. Pero al intentarlo, hice un gesto de dolor en mi rostro. Al parecer el lo notó, porque se preocupó.—¿Te duele?Yo Asentí.Empezó a ayudarme, sosteniendo mi cuerpo, y una ayuda mi propio brazo al cual se encontraba arriba de su hombro. Empecé a dar pequeños saltitos mientras él me conducía a la
Después de un tiempo de no hacer nada, llegamos: a una tranquera de madera, algo desgastada. Mire mi alrededor con curiosidad, a un lado estaba una ruta bastante transitada.—Da miedo la entrada—murmure divertida.— Buuu—¿Haces bromas?—pregunté asombrada.—Si —contestó y rodó los ojos.Me río.Un auto venía desde no sabía dónde, una chica parecida a él: se bajó. Tenía una pequeña niña a su lado, de cabello dorado.—¿Nos bajamos?—Ella abrirá y entraremos.La saludé con la mano y ella hizo lo mismo. Pasamos primero y su auto venía detrás.—Ella es buena onda, relájate.—¿Qué?... estoy muy relajada.—Estas arañando el asiento.—Oh...Cuando estacionó delante de la casa, una perrita nos recibió. Era de esa especie de policía.Le hice cariño, y morí de amor.—¡Que bonita!—Si... se llama Pampa. Mucho gusto soy Sami.—Mucho gusto.—Entremos, tomemos unos mates.Al ingresar una bonita casa me recibió. Alrededor habían muchas plantas, una mesa junto con dos sillas de jardín estaban en la en
Al día siguiente después de haber llegado de su aventura, se sentía un poco más feliz. Esta vez, preparó su taza de café, como todas las mañanas la veía con mucho entusiasmo. Su ternera al parecer la había extrañado porque apenas la vio, le hizo un reclamo.Briana la miró con diversión. Se acercó a la misma y le acarició.—Vi que tú papá esta muy bien con su prometida, pero no importa. Yo hoy me levanté feliz.La ternera, respondió como si la escuchara.Después de unas horas había llegado la hora del curso. Briana, había llevado unas telas qué había ido a comprar mercado.Melisa, ya llegó un poco más tarde, porque tenía que ir a dejar a su hija. Por eso no han coordinado en llegar juntas. Briana mira a su alrededor bastante confundida, había mucho menos personas que la primera clase. Empezó a saludar a todas ellas, intentaba memoriza se los nombres.—Hola Bri.—Hola Vale—Hola Brianna.—Hola... ehhh.—Mel.—Hola Bri.—Hola Su.Después de hacerlo, se quedó en una silla, observándo su a
—Briana...—¿Por qué no vas con tu prometida y me dejas en paz? —quiso saber ella.Lo miró con una ceja levantada, lo apuntó con la cuchara de madera.Esteban tomó la misma, y acercó de un empujón a Briana a su pecho.Briana lo miro temblorosa. Toda la valentía que parecía tener, se esfumó en el momento que su nariz rosaba con la de esteban.—Yo quiero estar contigo —musitó en silencio.—Pues... yo no... —dijo con la voz temblante, quiso alejarse, pero Esteban la sostiene de la cintura.Cerró los ojos, rozando su nariz por todo el rostro femenino. Briana, temblaba bajo los fuertes brazos de la persona que amaba.Había acunulado tantos deseos de besar esos labios entreabiertos. Pero no quería echar todo el esfuerzo que había hecho para olvidarlo a la basura.Por lo tanto le piso el pie, y se alejó de él.—Te dije que te fueras —comentó enojada.—Está bien Briana, me iré No te preocupes.Se dio media vuelta y el corazón de Briana se partió. Las voces dentro de su cabeza le gritaban:"¡Q