30

Brianna

Había pasado, un par de días desde que había llegado este sitio. Al principio cómo se sentía un poco incomoda. Ya sea por la pequeña silla, en el cual no podías estirar bien la pierna como la insípida comida que le servía. La incomodidad más grande que podía tener, era extrañar en cada minuto, cuando sus párpados se caían, a Esteban. No podía evitar, verlo en su memoria... cada vez que no pensaba en nada. Esteban era el vivo recuerdo de su máxima felicidad y era algo que no podía borrar fácilmente.

En ese día, se había despertado temprano. Pudo ver por la ventana que estaba a su lado, el sol aún no había salido. Miró a su abuela, la cual aún tenía los ojos cerrados.

Las noches eran suplicios. Cuatro veces en la noche: una enfermera iba y venía, cambiándole el suero, o dándole otra tipo de medicación. Dormir en ese sitio era prácticamente imposible.

Briana, estiró los brazos hacia arriba, intentando despejar la flojera que había acumulado en ese tiempo.

Sus pequeñas manos, la a
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