BriannaDespertó.Briana estaba en el taxi aún. Se había quedado dormida entre el traqueteo, la había acunado como una especie de moisés.Al abrir los ojos, se encontró con nieve cayendo a través de la ventana del conductor. Se sintió cohibida, se sintió triste. Ese sueño había sido tan real, aún sentía los besos que Esteban le había dado, levanta su mano derecha y con la yema de su dedo acaricia sus labios.Un momento a otro pudo ver la casa frente a ella. Le pagó al conductor, se bajó a toda velocidad sosteniendo su pequeña maleta. A diferencia de sus sueños, no había tanta nieve y si podía caminar tranquila. Aunque había algo distinto, el invernadero estaba todo en su sitio. Pudo apreciar más adelante, la huerta de las plantas. Aunque a diferencia del sueño, se encontraba seca. Todas las plantas estaban muertas. Eso la confundió. Se acercó corriendo para verlas más de cerca, y los tallos estaban doblados, enclenques en una posición incomoda y triste.Sigió caminando dando vueltas
Briana, cerró todo y se subió a su auto. Suspiró, dejó la nota a un lado y arrancó el vehículo. Antes de comenzar su viaje, lo primero que hizo fue ir a la casa de Melissa. Se bajó con el vehículo en marcha y golpeó la puerta con tres suaves golpecitos. Melissa salió enseguida como envuelta en un gran sacó como la miro con tristeza y le pregunto:—¿Irás por el verdad?—Si.—Mucha suerte.—Te quiero.Ambas se vieron envueltas en un tierno abrazo, incluso se había unido Ana, la pequeña niña al gran apretón.Briana, dejo todo atrás... la casa de Esteban se iba haciendo cada vez más pequeña en su visión. Hasta que en un momento al otro, levantó su vista al espejo retrovisor y ya no estaba. Lo único que podía llegar a ver: era un manto blanco cubriendo todo por doquier.Suspiró sabiendo que era un viaje muy largo. No sabía muy bien lo que le esperaba, y el miedo latente de no encontrar lo también estaba asistente en su memoria.Mira de reojo la libreta una vez más. Volvió a suspirar, y con
A la mañana siguiente, se despertó muy relajada. Tomó su bolso de mano, y se dirigió al baño no espacioso. Pero de igual forma dentro de las duchas y se dio un buen baño de agua caliente. Lo bueno era que estaba bastante calentito y no le dio frío. Se vió envuelta en una toalla, ya que había una especie cambiador y se puso la ropa. Al salir afuera, tenía puesto una gorra, no se había dado cuenta de llevar consigo algún secador de pelo, en el vehículo se empezó a secar el cabello con la calefacción mientras manejaba.Bostezó, a pesar de sentirse un poco más relajado y limpia: tenía bastante flojera.De pronto vi una llamada entrante de su amiga, se puso el altavoz y empezó a escuchar lo que ella tenía que decir.—Di algo... ¿cómo te encuentras? estaba preocupada de que hayas dormido bien y nada... que te hayan molestado. ¡Di algo!—Estoy muy bien amiga, no te preocupes. El único inconveniente que tuve es que no traje secador de pelo, así que me esté secando el cabello con la calefacció
—No llores no me casaré con otra persona. Lo prometo estaremos juntos.Esteban, la tomo de la mano con fuerza y le besó los labios con tanta ternura, se derritió.Esteban, levantó su mano derecha y empezó a acariciar sus mejillas apartando las lágrimas que caían. Bajo la mano acariciando el cuello femenino y delicado. Deslizó su piel sobre el hombro delicado y descubierto. Bajando la pequeña tirita que había molestado. Introdujo su mano, dentro de la blusa de Briana.Briana quería apartarlo. Porque después de aquella confesión, no sabía si ese hombre era de otra, sino de ella. Aún así, cumpliría la promesa de ser virgen hasta el matrimonio.Se apartó con sutileza, quitó la mano de Esteban y con el dolor en el corazón se levantó.—Yo solo creo, que estás dudando en casarte con otra persona. Como siempre te están obligando a hacer algo que no quieres. Y yo no puedo estar así... yo no puedo esperar que tú decidas hacer lo que quieras. Porque ni siquiera tú decides hacer lo que quieres c
—No te puedo entender Esteban, lo único que puedo llegar a entender es que eres un controlado, que cualquiera puede venir a manejar tu vida no tienes decisiones propias. Si quieres ser feliz aquí en esta mansión, ser rodeado de poder: hazlo cásate con quien quieras. Adiós, Solo espero que seas feliz. Voy a estar un tiempo en aquella casa y tengo una duda.—Dime.—¿Dónde está la ternera y la perrita? Quiero saber.—¿Quieres llevartelas? —pregunto él, asintió sin decir nada más.Esteban se alejó unos metros, Briana espero con impaciencia en el vehículo. 1 minutos más tardes, Él traía un carro consigo, era cerrado y lo enganchó al auto. Esteban se acercó y dijo:— Ahí te dejé a la ternera, la perrita es mía.Bri levanta la ceja confundida dijo:—Yo... pensé que era un regalo de cumpleaños, como has cambiado.Él se encogió de hombros y empezó a caminar al interior de la casa. Briana empezó a llorar. No esperaba esa actitud de parte de él empezó a alejarse con su vehículo. Esperando...De
BriannaBriana, tenía en cuenta una sola cosa, le quedaba tanto camino por delante y el cuál la desanimada. Pero manejó, sin tomar ningún tipo de descanso hasta que sus ojos, estaban tan cansados que se cerraban solos; no le interesaba, en ese instante, no le interesaba morir porque se sentía muerta.Aunque recuperó la poca cordura que tenía, y sigió adelante. Suspiró, miró con nostalgia y llena de dolor el camino de atrás, el cual había recorrido llena de lágrimas y espasmos. En el vehículo, en una estación que vio a unos metros de distancia: fue como un salvavida que apareció en este momento.Haciéndola entender que la vida seguía, por más dolorosa que fuera.Briana, estacionó el vehículo, percatándose del dolor que sentía, y que dolía un poco más cada vez que lo pensaba. No le importó nada, detuvo el vehículo, cargo combustible y cerró los ojos dispuesta dormir; pero la imagen de Esteban, la invadía una y otra vez sin cansancio.Ella comenzó a llorar, sintiéndose inútil, sintiéndos
Una joven rubia, de buen porte con unos tacones demasiados altos para el lugar en el que se encontraba, lo miraba desde lejos.—¿Cómo está mi prometido?, al parecer eres bastante atractivo entonces nuestros hijos van a hacer del mismo modo. Puesto que yo soy muy hermosa y tú también lo eres, Supongo que nos irá bien.Después de decir eso como si fuera la cosa más normal del mundo se encogió de hombros y sigió caminando con sus terriblemente altos zapatos.Esteban, está bastante conmocionado sin entender muy bien que decir. Tampoco comprendía con esa actitud quién era esa mujer de porte de clase alta. Que lo miraba como si fuera la cosa más insignificante del universo.—¿Y yo porque me casaría contigo? —interrogó, la mujer dejó de dar esos pasos delicados y refinados, para quedarse en la misma posición.Levantó la quijada, un poco dura esta vez... debido a la respuesta de aquel joven sensible. Lo miró de manera desafiante y le dijo:—Es un acuerdo. Es más desde que éramos pequeños nos
Esteban, estaba recordando todo lo que tenía que saber acerca de manejar una hacienda . y se había olvidado que tenía compañía a su lado como aquella mujer aún seguía pegada del brazo de esteban.El cual la había alejado, se había rendido estando inmerso en sus propios pensamientos. Aquella mujer lo miraba divertido. Le parecía curioso que se perdiera en su mente de esa manera, y no se percatara del mundo que lo rodeaba.Sin ningún tipo de tapujos, tomó el rostro de aquel joven, el cual en el momento de sentir las frías manos se despertó.Lo besó.Él la empujó sin sutileza y le dijo:—Te dije que no estaba interesado en ti, estoy enamorado de otra persona.—Bueno tienes hasta dos semanas como para pensar si quieres perder todo ya que yo soy la inversionista o casarte conmigo. No me interesa vendría diario as conversarte. Yo soy muy experta en esas cosas, sino me da miedo hacerlo juntos eres un reto con el cual voy a conseguir —Murmuro coqueta y se alejó de su lado contorneando sus gra