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Una joven rubia, de buen porte con unos tacones demasiados altos para el lugar en el que se encontraba, lo miraba desde lejos.

—¿Cómo está mi prometido?, al parecer eres bastante atractivo entonces nuestros hijos van a hacer del mismo modo. Puesto que yo soy muy hermosa y tú también lo eres, Supongo que nos irá bien.

Después de decir eso como si fuera la cosa más normal del mundo se encogió de hombros y sigió caminando con sus terriblemente altos zapatos.

Esteban, está bastante conmocionado sin entender muy bien que decir. Tampoco comprendía con esa actitud quién era esa mujer de porte de clase alta. Que lo miraba como si fuera la cosa más insignificante del universo.

—¿Y yo porque me casaría contigo? —interrogó, la mujer dejó de dar esos pasos delicados y refinados, para quedarse en la misma posición.

Levantó la quijada, un poco dura esta vez... debido a la respuesta de aquel joven sensible. Lo miró de manera desafiante y le dijo:

—Es un acuerdo. Es más desde que éramos pequeños nos
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