Capítulo 39.

Me desperté sintiéndome algo abrumada, ya que me encontraba… En sus brazos.

La noche anterior habíamos tenido sexo por horas, no estaba bromeando cuando dijo que planeaba hacerlo “hasta el amanecer”, porque nos detuvimos solo cuando los rayos del sol entraron por la ventana.

—¿Puedes verlo? Es un paisaje hermoso… Cuando el sol se refleja en la superficie del lago —me dijo él.

Y yo como una idiota, apenas pudiendo razonar entre el placer y el cansancio, respondí:

—Si… Es hermoso.

Esa fue otra mentira, pues desde mi posición en la cama no podía ver el mar, solo los rayos del sol entrando por la ventana, disipando la obscuridad e iluminando su rostro. Aunque no era una mentira del todo…. Yo había dicho que era “hermoso”, y estaba hablando de Iván.

¿Pero acaso podía negarlo? Era ridículo intentarlo si quiera, ya que él con sus hermosos cabellos dorados, esos ojos azules como el mar, y su rostro de facciones tan masculinas era… Un verdadero ángel caído del cielo.

Así que tenerlo ahora tan
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