Fui temprano a escuchar la eucaristía, en esta ocasión fue revelador, las palabras del padre cuando comenzó a hablar del perdón fue un mensaje directo a mí. Desde hace días necesitaba hacerlo, hoy domingo que me encontraba sola en la casa.Maruja era el remplazo de Socorro para el arreglo de la casa, al igual que Yamile descansan hoy como siempre, Carmen desde que me había separado de César se tomaba el domingo de descanso, cosa que antes no tomaba, ahora lo hace con la intención de ayudar a organizar el apartamento donde vive mi esposo.Aunque no se lo hice ver, me gustó mucho escuchar el motivo del porqué lo hacía y era con la intención de dejarle los trajes para ir a trabajar por días, supe que el primer día se fue con una camisa de rayas para un sastre azul.Teresa fue la comunicativa, por fin le dieron uso a la camisa que le había comprado hace años por si se le presentaba una emergencia. Mientras caminaba de regreso a la casa, volví a recordar la prédica de la eucaristía sobre e
Los oídos se me taparon, en ese instante me di cuenta de que no estaba lista para separarme, no pude decir nada.—Mis padres me pidieron dejarte ir, porque los dos nos hemos hecho daño, yo causándotelo y tú asumiéndolo, ellos tienen razón, nos llevan años de experiencia, no fue nada fácil de mi parte firmarlo. —Las lágrimas salían y salían.» No llores, Bonita. —En ese instante mis labios comenzaron a temblar. En el fondo tienen razón. Necesitamos un tiempo para nosotros mismos—. Pronto dejarás de llorar por mí. Quiero que sepas, seguiré cubriendo los gastos de la casa, la custodia, Socorro la dejó compartida y te pido. —Se le quebró la voz otra vez, suspiró y cuando volvió a tener el control continuó.» No me quites ningún fin de semana, mandaré a buscar a los niños o yo trataré de que en su mayoría permanecer en Bogotá, por los cursos y los entrenamientos de ellos. Eso sí, llámame si necesitan algo, no pongas a terceros, por favor. Ya estamos viejos para eso.» Te juro que no tocaré
Miré al altar, donde se veía la cruz, y sonreí. «Gracias». Salí corriendo a buscar a mi familia, cuando llegué, ellos se veían desesperados buscándome.—¡Julián!El grito de Samuel me llamó la atención, salió corriendo hasta llegar a mi lado, mi hermanito había llorado.» Tú no me dejes solo, mami y papi no están, tú no me dejes. —Lo abracé, me arrodillé.—Siempre voy a quedarme contigo. —sonrió y salió corriendo.—Elnesto, ya me encuentro bien, vamos a coler.Esas clases a donde va no era que le ayuden mucho para hablar, mi mamá está perdiendo dinero.—¡¿Dónde estabas Julián?! —mis dos abuelas se pusieron las manos en la cintura y yo les sonreí.—Sé que mis padres ya se divorciaron, no me traten como un niño tan infantil. —Las dos abrieron los ojos—. Te escuché abuela cuando hablabas con papá.—¿Dónde estabas mi amor? —Se acercó mi abuela Susana.—Corrí hasta la capilla, le pedí a Dios un milagro y lo concedió. —Le sonreí, las dos arrugaron sus frentes—. Yo me entiendo abuelas. Ahora
Mi tío llegó al apartamento, mis abuelos estaban hablando con mi papá en el despacho. No han salido de ahí y NECESITO QUE SALGAN, dentro de poco debemos irnos para la casa.—Hola, ¿tu papá?—No ha salido del despacho y las cartas están ahí —Ernesto corrió a nuestro cuarto donde estaba Samuel viendo televisión.—Déjame eso a mí.—Hijo quién… —Mi abuela salió.—Señora Magdalena.—Alejo, que bueno que llegaste, César necesita un amigo.—Abuela, yo necesito que salgan del despacho. Por favorrrr.—¿Para?—Necesito convertirme en el metiche milagroso de mis papás. —Mi tío Alejandro soltó la carcajada.—Ojalá la vida esté llena de personas tan sinceras. —dijo mi tío mirándome—. Señora Magdalena, saque a ese par de hombres y quedémonos unos diez minutos en la sala, ¿con ese tiempo es suficiente? Afirmé. Mi abuela se me quedó mirando.—Entonces, ¿ustedes serán los pequeños milagros? —La abracé, besó mi frente—. Bueno, ya los saco y saca lo que vayas a sacar rápido, tu abuelo y yo seremos los q
Me levanté antes de que sonara el despertador para levantar a Julián, Samuel entra más tarde al colegio. Anoche, cuando desperté a eso de las once, fui a los cuartos de cada uno, después de darles la bendición, traté de dormir.Fue un sueño intermitente, me fue imposible con tantas emociones juntas, revivió una y otra vez los besos y las caricias de César en esos pocos minutos que vivimos ayer. Por esto prefiero esperar despierta la hora en la que comienza mi rutina.No tuve valor de firmar los papeles del divorcio, no fui capaz, cuando iba a poner mi nombre miles de recuerdos me abordaron, todos desde que nos casamos. Cuando nació Julián, cuando aprendió a caminar, lo entendido que era y como le gustaba imitar a su padre.«Mami, ¿vas a pensar en nosotros?», me había preguntado una tarde. También recordé su comentario después de hacer las paces con su compañerito. «Mami quería contarte, desde que mi compañero de clase y yo nos pedimos disculpas nos hemos convertido en muy buenos amigo
—Sí. —Me miró por el espejo y sus ojos brillaron, sonrió.—Samuel, ¿no has regado nada en tu uniforme?—¡Nooo mami!, ya me polto bien, pala que papi vuelva.Habíamos llegado al jardín y lo que dijo estrujó el pecho. Bajé y lo saqué del carro, me agaché.—¿Qué dijiste, cielo? —Sus ojitos se humedecieron, me dio la bendición.—Si me polto bien papi va a volvel —Lo abracé. Al darle el beso, sonreía—. Va a volvel, ¿cielto mami?—Dame un poquito más de tiempo, hijo. —puso sus pequeñas, manitos en mis mejillas y me dio un beso en la frente.—Papi dijo que te diela muchos besos pol palte de él.—¿Eso te lo dijo tu padre?—Sí.No me miró y salió corriendo en dirección a la puerta del jardín. Me estaba mintiendo, lo vi ingresar, saludé a la profesora e ingresé de nuevo al carro. Que mañana tan extraña, debía hablar con César, la otra semana ellos salen a vacaciones de mitad de año y hay que mirar que hacemos. Julián tiene razón… llegué al consultorio, aparqué el carro, tomé mi bolso y debajo h
Se me había olvidado lo que era trabajar en obras directamente, estar metido de lleno en la construcción, desde que tomé la dirección de la constructora solo superviso, tenía años en no mezclarme con los trabajadores y sudar para ganar la papa.No sabía que eso me faltaba, puedo intercalar un poco, no hacerlo siempre, pero sí una vez a la semana. Esto me ha ayudado, he canalizado el dolor del día de ayer. Aún seguía sin saber qué fue lo que pasó, lo que vivimos en esa última media hora, he desglosado todo y concluyo.«Amor entre los dos hay y nos sobra». Tenerla en mis brazos, volverla a tocar, a sentir, a fundirme dentro de ella… Ingresé a la oficina improvisada en un contenedor, miraba los cálculos.Ya habían excavado lo suficiente para hacer los cimientos, era la parte más demorada pero la fundamental. Almorzamos un buen corrientazo, mis trabajadores jamás se imaginaron verme de esta manera.—Don César, ¿quedó bien con el almuerzo?—Claro que, si Duran, ¿Por qué lo pones en dudas?
—Me alegra. Estaré más tranquila, hay que estar muy seguros, Sandra es la mamá de Ernesto y al parecer Alejo no sabe o no le importa.—Apuesto que no sabe, somos testigos del amor a su hijo, tal vez el pecado de él es que pasa mucho tiempo trabajando y no ve.—En eso tienes razón, hablaré con él.Volví al presente. Por más que Sandra haya resultado ser una solapada, no creo que llegue a ser una maltratadora y menos de su propio hijo. Guardé todo, al tomar mi bolso volví a ver la carta del día de hoy.No tenía idea como César se las ha ingeniado para que todos los días aparezca una carta en cualquier parte, tengo la plena seguridad que tiene ayuda de Jenaro, Carmen, Socorro y Yamile. Todos ellos siguieron manteniendo relación directa con él.Seguro les pidió el favor de entregarme una diaria. No puedo mentirme a mí misma, si antes estaba enamorada ahora era peor, sonrió como tonta ilusionada, el martes que me sinceré con Danilo me hizo caer en cuenta una vez más de mi error.Me justifi