Ángela se secó las lágrimas con el dorso de la mano, abrazando fuertemente el brazo de Isabella mientras miraba muy insistente la última imagen de su madre en la pantalla de televisión. Decidió en silencio que tenía que vivir bien y no hacer que su madre se preocupara.

El programa de búsqueda de familiares aún no había terminado.

—Por último, quiero decirles a los hijos e hijas como yo, que fueron secuestrados como yo—dijo Isabella con los ojos enrojecidos, pero con una voz muy firme, —si sus madres tienen la suerte de estar vivas, de haber escapado del infierno, ¡por favor, no las arrastren de regreso a los recuerdos del infierno!

Durante los dos años de coma después del accidente, Isabella estuvo atrapada en un sueño profundo. En ese sueño, intentó una y otra vez volver al pasado, salvar a su madre, sacarla del pueblo de la familia García, incluso si eso significaba que ella no existiría. Porque realmente, amaba mucho a su madre.

—Aunque mi madre ya no está aquí—continuó Isabella—me