Capítulo 250
La imagen de Herman, impasible y despiadado, golpeando al hombre de mediana edad que no se atrevía a mirarlo, hizo que Isabella apretara con fuerza el brazo que rodeaba el cuello del hombre, y se parara de puntillas.

Su inexperiencia y urgencia calmaban las emociones tumultuosas de Herman, pero su avaricia y lujuria desenfrenada se magnificaban sin límites.

Sin querer separar sus labios, Herman envolvió a Isabella con su mano ensangrentada y la empujó con fuerza hacia el asiento trasero, mientras ella estaba aturdida.

La puerta del coche se cerró.

Isabella se encogió hacia atrás al sentir el contacto.

Vio cómo Herman se quitaba las gafas y las arrojaba al asiento delantero, luego, con movimientos ágiles, agarraba su tobillo delgado y la atraía hacia él, sus dedos acariciaban su rostro. En sus ojos oscuros y fríos, solo se veía una aterradora codicia y obsesión.

La sangre roja brillante en la pálida cara de Isabella era impactante. Con la cabeza dando vueltas por la falta de oxígeno, y
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