Capítulo 247
—¡Álvaro Ramírez! ¡Lo siento! ¡Prometo que en el futuro disciplinaré adecuadamente a mis subordinados! ¡Por favor, perdóname!

Álvaro, que había golpeado a alguien con un palo de golf, estaba jadeando exhausto.

Dejó caer el palo de golf ensangrentado que sostenía y pateó al hombre que ya estaba tirado en un charco de sangre a su lado con el pie. Hizo un gesto con la mano indicando a sus subordinados que sacaran al hombre y luego dejó caer las mangas de su camisa recogida y se acercó a Herman, notando que todas las copas en la larga mesa estaban vacías.

Álvaro abrió una botella de vino y se sirvió un vaso, bebiéndoselo de un trago. Luego, sirvió vino para Herman y para él mismo, apoyándose en la mesa mientras preguntaba: —He oído que trasladaste a Julián para proteger a una mujer. ¿Es la misma mujer que mis incompetentes subordinados molestaron? Me intriga quién es esta mujer tan importante.

Herman dejó su vaso y, tomando otro, lo bebió de un trago antes de dejarlo caer descuidadamente s
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