POV: MARÍA JOSÉ.
A regañadientes accedo a ayudar a mi madre con la supuesta cena, por mí, podrían cancelarla. No he visto a papá en todo el día, no hasta que nos topamos en la sala, él intenta darme una explicación pero no se la recibo.
Estoy muy resentida.
No me pienso casar, al menos con nadie que no sea Antonio.
No quiero salir de la cocina, pues según oí, ya llegaron, pero debo entregarles estos bocadillos a mi madre, después de tanto pensarlo salgo de la cocina,
Lo hago rápido porque no quiero tener que saludar, no sé si pueda controlar mi rabia. Miro hacia la sala para asegurarme de que están atentos a otra cosa pero mis ojos se encuentran con los azules claros de Antonio.
Me quedo perpleja, quiero ha
Mi padre aún no dice palabra alguna, y eso me aterra. Mi madre me mira fijamente con asombro, niega con la cabeza como si quisiera borrar algo de su mente.—No van a decir nada —comento al no obtener más que suspiros departe de ellos.—¿Por qué?—pregunta mi madre frunciendo el ceño.—Tenía miedo mamá…—¿Miedo de nosotros?—indaga mi padre.—Lo siento —agacho la cabeza.Nos piden que nos retiremos para ellos discutir sobre el tema, llevo a Antonio a mi habitación donde nos encerramos a esperar mientras tanto.—¿Qué crees que harán?—Lo importante de todo esto, son las empresas, les conviene nuestra boda —me acorr
Siento las manos de mi madre que intentan ayudarme a mantenerme de pie, mi pecho duele muchísimo de sólo imaginar lo peor.—Él no… —mi voz sale tan ronca que hasta yo me sorprendo. —. ¿Está bien?Lleva una mano a sus labios frustrado, en sus ojos veo la ganas de llorar, las ganas de derrumbarse pero por alguna razón se mantiene firme.Niega con la cabeza tomando su mechón con fuerza.—Lo siento…Esa es la frase que me derrumba, grito con fuerza, lloro, mi pecho ya no se hunde, si no que siento como si me estuvieran cortando pedazo por pedazo el corazón, me duele tanto que mi respiración se corta.Mi madre asustada me sostiene rápidamente y terminamos ambas en el suelo, me abraza y yo lloro, grito entre sus brazos, los
POV: MARÍA JOSÉ.El dolor que siento cubre el odio que estoy sintiendo ahora mismo hacia Antony, ¿Por qué no podía ser como su hermano? Paciente, amable y cariñoso, él era todo lo contrario.Salgo de la casa corriendo, quiero verlo, es la única manera para desaparecer las esperanzas, esperanzas de que esto sea una broma de mal gusto.Él me mira por la ventanilla y parece estar sorprendido, no tengo tiempo para pensar en mi aspecto, sólo sé que quiero verlo.Subo a la camioneta con torpeza, coloco mis manos sobre mis rodillas, mis manos están sudando y temblando, suspiro, bufo, trato por todos los medios calmarme, él maneja concentrado mientras yo trato de manejar que estoy a punto de perder la cordura.Muerdo mi labio inferior ahogan
De camino hacia afuera del hospital me topo con una chica que me pregunta por María y le digo que vaya a la sala de espera, supongo que la señora Valeria la conoce.Me frustra no poder encontrarla, los hombres en la puerta no tienen idea de a donde se ha ido, empiezo a buscar en el estacionamiento pero nada.Cuando vengo de regreso, veo a los reporteros en una ronda, y no me cabe de otra que pensar que es a ella a quien tienen acorralada.—Maldita sea, no tienen algo mejor que hacer —gruño molesto.Odio a los reporteros, son mi peor enemigo, nunca me les he dado la oportunidad de interrogarme, opino que mi vida no es de su incumbencia.Avanzo dando zancadas, y utilizo mis brazos para abrir paso entre ellos y sacarla de ahí.—Déjenla en paz —les espeto molesto, al ve
POV: MARÍA JOSÉ.Te fuiste antes de tiempo sin hablar, sin explicar y ya no estás.Miro la hora en la pantalla de mi celular, y lo guardo en mi bolsillo.—Un trago más —pido haciendo sonar el vaso sobre la mesa.Remuevo mi cabellera sintiendo calor, miro alrededor al escuchar murmullos detrás de mí.—Ha perdido a su prometido, pobrecita.—Que mal, es la prometida del famoso Antonio González, fue trágico.—¡Cállense! —grito dándoles la cara. —. No quiero su lástima.Me enderezo girando, y me topo con el otro vaso la cual tomo completamente.—Deme una botella de vodka completa —pido.
«Tres meses después»POV: ANTONY.Dalia sale de la oficina hecha una fiera, no soy de aguantar berrinches de mujeres, ella sabe perfectamente que lo nuestro es sólo carnal, por ende no hay nada que reclamar, uno de los motivos por lo que no me interesa una relación es esas discusiones y toxicidades.—¿Por qué sigues con ella? ¿No puedes conseguirte otra amante? Digo, otra dama de compañía —dice mi amigo mirándome mal.Me acomodo en mi asiento, y dejo caer ambos brazos sobre el escritorio.—Nunca te agradó, sabes que no soy de estar con una mujer cada noche, además ella es muy eficiente con la empresa —le explico.—Anto, creo que le das demasiada confianza, las personas hacen todo por ambición, por ci
POV: MARÍA JOSÉ. No sé que sentir, la idea de que alguien sea el culpable de mi desgracia, de no tener conmigo al hombre de mi vida me frustra. —¿Por qué? —pregunto manteniendo mis ojos sobre mis piernas. —Tus padres lo decidieron así. —No puedo creerlo —la rabia me invade, quiero bajarme de la camilla pero él me lo impide. —¡Hey! Quieta —toma mi muñeca y mira la mancha roja que empieza a formarse en la venda. —. Mierda. ¿Acaso él se está preocupando por mí? No que me odiaba, me lo dejó claro varias veces. Quita la venda, con cuidado quita la sangre y me coloca otra venda, levanto la mirada para mirarlo hacerlo tranquilamente. —Necesitas recuperarte, sobre todo estar tranquila, si no tus padres tendrán razón de habértelo ocultado, se está investigando en secreto, no queremos hacer nada público para no alarmar al culpable —me explica mientras envuelve mi muñeca. —Es suficiente —digo apartando mi mano. —. No te preocupes, ya no quiero morir —aclaro con seguridad. Me voy a enca
POV: MARÍA JOSÉ. Con las manos entrelazadas sobre mis piernas miro fijamente a la cámara y me limito a contestar. —No puedo hacer nada, sé que nada puede traerlo de vuelta, pero yo sé que siempre estará conmigo —agacho la cabeza. —. Y en los corazones de cada uno de sus fans. Llevo mi mano a mi cuello y acaricio el anillo colgado del collar. —Lo siento, disculpen —me paro del sofá alejándome de la sala. Salgo de la casa por la puerta trasera y en un mar de lágrimas me alejo de la propiedad. Es fácil decirlo, otra cosa muy distinta es hacerlo. —¡María! Volteo para verlo dar zancadas hacia mí. —¡No! Por favor —alzo mi mano pidiendo que no se acerque. Me doy la vuelta, y voy a casa, quiero, lo intento pero simplemente sigue doliendo como la primera vez. Ahora es cuando me pregunto: ¿En realidad el tiempo lo cura todo? El tiempo pasa y el dolor sigue intacto, tal vez simplemente no es el momento de sanar, o tengo que esforzarme más. Nunca le había hablado a un muerto, ni pasar