Capítulo 23: ¡Los celos me enloquecen!

Luciana y doña Caridad volvieron a casa alrededor de las dos de la tarde. Emiliano la recibió con una expresión de profunda seriedad.

—¡Toda la mañana en ese bendito hospital! —reclamó en tono enérgico.

Lu se sobresaltó al escuchar el tono de la voz de él.

—¡No me grites! —rebatió con firmeza, lo miró a los ojos—, no en frente de mis hijos —advirtió.

Mike se puso alerta, apretó sus puños. Dafne se hizo para atrás, miró al hombre que gritaba parpadeando.

Emiliano resopló y relajó un poco su postura tensa.

—¿Por qué demoraste? —indagó—, te he estado llamando y no respondes, me tenías angustiado, y los niños con hambre —bajó el tono de su voz.

Luciana apretó los párpados, resopló.

—Lo lamento. —Se disculpó—, nos tuvieron dando un montón de vueltas, tú sabes cómo son en los hospitales públicos, había una fila de gente muy larga —mintió, odiaba hacerlo, sentía que él podía adivinar que no era verdad lo que decía, pero solo era una suposición de ella.

—Es cierto, y ¿cómo está, doña C
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