Queridos lectores, agradezco el interés en este libro, y entiendo que se impacienten por las actualizaciones, pero recuerden que los escritores no somos robots, somos seres humanos, con familia, a veces nos enfermamos, o tenemos situaciones que resolver, les pido paciencia, padezco del síndrome de túnel carpiano, y me está dando muchas molestias, dolor en la mano, así que les pido comprensión, espero la siguiente actualización tenerla para el día lunes. Entre tanto pueden leer mis otros libros, no pertenencen a ninguna serie: Casada con el padre de mi hijo, Una familia para el solitario CEO, ambas completas, y en proceso: Ex esposa vuelve conmigo.
A Juan Andrés una corriente helada le recorrió la sangre. —¿Qué has dicho? ¿Estás seguro? —cuestionó agitado. —Lo que escuchan, ese hombre tiene muchas influencias, el tráfico de personas es un negocio que mueve millones de dólares en el mundo, y por dinero baila el mono, debe tener comprados a jueces, policías, en fin. —Y de Albeiro, ¿qué se sabe? —indagó Luciana, sentía su corazón agitado. —Ese hombre se camufla bien, he visitado algunos días el burdel donde te llevó Simone, pero no hay rastros de él, debe tener una oficina secreta en algún lugar —gruñó, los miró a todos—, estamos corriendo peligro, no sabemos en qué momento Sergio estalle, es un hombre, entre comillas, peligroso. —Avisemos a las autoridades —ordenó Miguel. —No tenemos pruebas, la investigación la realicé por mi cuenta, y yo ya no pertenezco a la policía, ni Emiliano. —¿Y entonces? —bramó Miguel. —¿Para qué nos estamos arriesgando? —vociferó. —Tranquilos, les pido conservar la calma, y por favor no alertar a
Antes de dar el gran golpe, los villanos se reunieron para no cometer errores. —Esto es lo que vamos a hacer —espetó Albeiro—. Simone tu misión es traer a Luciana hasta acá, aquí nos encargaremos de llevarla con el resto de chicas —ordenó—. Tú Esmeralda vas a casa del infeliz de Emiliano y te encargas de su mujer. —La mirada le brilló—. Cuando las tengamos a ambas, y hayamos borrado las evidencias, te avisaré Simone y podrás hacer con Juan Andrés Duque lo que deseas. La mirada de Simone oscureció por completo, apretó los puños. —Haremos justicia —gruñó. Albeiro de inmediato movilizó a sus hombres, dio órdenes precisas, el plan se dio marcha. ****Horas más tarde se dio inicio al plan, Simone entró a la oficina de Luciana, esbozó una gran sonrisa llena de hipocresía. —Estoy muy resentida contigo, te casaste y no me invitaste a la boda. —Frunció los labios—, pensé que éramos amigas. Luciana suspiró, negó con la cabeza. —Claro que somos amigas, pero ni yo sabía de las intenciones
Simone soltó una tétrica carcajada.—Parece que tienes admiradores, mi querida Lu.Luciana sintió las miradas lascivas de aquellos hombres sobre ella, y la piel se le erizó. —¿Quiénes son? —cuestionó Luciana conteniendo el aire, se quedó estática, y luego recordó que dejó su bolso en los vestidores. «¡M@ldición!» gruñó en la mente. Simone se aproximó a ella, la observó con la mirada turbia. —¿Creíste que podrías engañarme? ¿Me crees pendeja? —habló con voz gruesa. Luciana tembló, sentía el corazón bombeando con fuerza. —¿De qué hablas? —indagó balbuceando. Simone hizo una seña con las manos y los hombres que estaban detrás de Lu, la agarraron con fuerza, ella peleó, se removió, pero eran demasiados, y ejercían demasiado presión en sus brazos, la amarraron. —¡Me engañaste! ¡Me hiciste creer que eras mi amiga, y que me ayudarías a conquistar a Andrés! ¡pero no, todo era una falsa! —vociferó gruñendo—, por eso esta noche mi querida Luciana Gómez te volverás a reunir con Albeiro.
Los equipos de búsqueda se desplegaron y dividieron, la capitana lideró su equipo y fue junto a Emiliano a aquella casa donde supuestamente vivía Esmeralda, el otro equipo fue siguiendo las huellas de los neumáticos. —Debo alertar a Juan Andrés que el loco de Sergio debe estar tramando algo —comentó Max. —Tienes razón, ve con él, llámalo —argumentó Emiliano.Max subió a una camioneta y fue con un equipo que Amparo dispuso para él. ****—¿Cómo que Lu no aparece? —indagó con los ojos abiertos de par en par Juan Andrés, estaba en el estacionamiento del hotel listo para subir al elevador. —Lo que escuchas —respondió Miguel. —¡Paula corre peligro! —exclamó, sintiendo el corazón acelerado, tocó varias veces el botón del elevador pero este parecía atascado, y eso no era buena señal, colgó la llamada. —¡No se te ocurra tocarle un pelo, porque te mato! —gruñó apretando los puños. Entonces corrió a las escaleras de emergencia. —¡Andrés! —gritó Miguel pero ya no obtuvo respuesta.****Mi
Luciana abrió sus ojos aturdida, miró a su alrededor, estaba en un oscuro cuarto, pero no sabía en qué lugar, percibió un movimiento inusual, y muchos pasos encima. —¿Un barco? —susurró. —Así es querida. —Aquella tétrica voz le erizó la piel, el infeliz de Albeiro encendió las luces y se presentó ante ella. Luciana sintió que la piel se le erizó, se quedó estática como una fría estatua. —Hasta que nos volvemos a encontrar mi querida Lu —musitó y la observó con aquella mirada sombría. Luciana estaba petrificada, no sabía cuál sería su destino, solo pensaba en sus hijos, en Miguel, y los ojos se le amotinaron de lágrimas. —¿Qué quieres? —murmuró ella con la voz temblorosa. Albeiro carcajeó y su risa retumbó en las paredes. —¿No lo sabes? —Acercó su rostro a ella, la tomó de las mejillas—, venganza, tú me mutilaste, me dejaste inservible, y eso la vas a pagar bien caro —sentenció arrastrando las palabras. —¡Solo me defendí! —gritó ella—, y lo volvería a hacer. ¿Piensas matarme?
—¿Por qué no llega mamá? —preguntó Dafne frunciendo el ceño. —Ya tenemos hambre papá —avisó Mike. Miguel sintió que el corazón se le rompía en miles de pedazos, miró los inocentes rostros de sus hijos, y sus ojos expectantes, esperando una respuesta, la garganta se le secó. —¿Pasa algo? —indagó Mike, arqueó una de sus cejas. Miguel los tomó de las manos a ambos, los llevó a la sala y se sentó con ellos. —Niños…—La voz le tembló—, su mamá, está desaparecida. Los tiernos corazones de los niños empezaron a latir a toda prisa, sus frágiles cuerpos temblaron ante la noticia, y sus ojos derramaron varias lágrimas. Miguel de inmediato los abrazó, requería sacar fuerzas para confortar a sus hijos, sabía que Lu estaría anhelando eso, aunque por dentro se estaba muriendo sin tener noticias de ella. —¡Mami! —sollozaron los chiquitines sintiéndose desvalidos sin tener a su mamá cerca. —Dile a Emiliano que la busque, papá —suplicó Mike gimoteando. —Ya lo está haciendo, la vamos a encontr
Las chicas asintieron, no tenían otra salida más que confiar en Dios, para las que eran creyentes y en Luciana todas.—Escuchen bien, debemos guardar los cubiertos de plástico que nos dejan en las comidas, sé que no son de mucha ayuda, pero podemos picarles los ojos con los cuchillos, comprendan que cualquier cosa nos puede servir como arma —susurró.Entonces las muchachas luego de alimentarse, y como Lu ordenó no todas guardaron los cuchillos, para no levantar sospechas.—Intentemos dormir, requerimos tener fuerza —murmuró, cerró sus ojos, pero no podía conciliar el sueño, no dejaba de pensar en sus hijos, en Miguel, el corazón le temblaba de solo imaginar que no los volvería a ver, también tenía miedo, solo que no lo demostraba; sin embargo, esta vez estaba decidida a vencer todos los demonios que la atormentaban, no solo los interiores, sino los exteriores como Albeiro y toda esa banda criminal.Karla tampoco podía dormir, sollozaba bajito.—¿Por qué lloras? —le preguntó Lu en voz
Ely y Carlos en la mansión Vidal se sentían angustiados por la desaparición de Karla, el señor Duque movió sus influencias, contrató investigadores privados que se movilizaban para encontrar pistas.Joaquin y María Paz llegaron con los hijos de Andrés e Inesita, angustiados por todo lo que había ocurrido, y estaba sucediendo.—Lo lamento tanto —le dijo María Paz a Ely, la abrazó—, confío en que Karla y Lu estén bien, y pronto las tengamos de regreso.—Espero lo mismo —balbuceó Elizabeth sin parar de llorar.Joaquin se acercó a su hermano Carlos, lo abrazó para darle valor.—Hay que atrapar a esos infelices.—Eso espero, no puede ser que mi niña esté desaparecida, no comprendo cómo les pasa estas cosas a mis hijos, en el pasado fue a Gabo, ahora Karla, y lo que le ocurrió a Karol —resopló, apretó sus puños.—Son sucesos que nos marcan y nos hacen fuertes, recuerda todo lo que tuvimos que pasar nosotros para construir las familias que ahora tenemos, no decaigas, los Duque somos fuertes