Molestia.

Pasada la madrugada, cuando el reloj marcaba las cuatro y media, Nick esperaba en las escaleras con los brazos cruzados y el ceño fruncido. La espera lo mataba. «¿Por qué se tardaban tanto?» Su mente trabajaba a máquina con cada escenario, y ninguno le gustaba.

Habían tardado demasiado en regresar, y la impaciencia lo seguía carcomiendo por dentro. Apenas la puerta se abrió, su expresión se endureció aún más. No podía creer lo que veían sus ojos: Luck traía a Gema en brazos. Se veía vulnerable, pero hermosa, y le reventaba la idea de que él la tuviese cargada.

—¿Se puede saber qué demonios hacen a esta hora? —soltó con voz baja, fría y autoritaria—. Esto no es correcto. No quiero que se vuelva a repetir.

Mack, sin discutir, llevó a Danna a su habitación. Luck intentó hacer lo mismo con Gema, y Nick no lo permitió. Lo fulminó con la mirada y se acercó hasta quedar frente a él, su aura imponente chocando una contra otra.

—Dámela. Fue una orden directa.

Luck lo miró con cautela, pero terminó cediendo y le entregó a Gema sin querer hacerlo. Sin decir una palabra más, Nick la sostuvo con firmeza y subió las escaleras con ella en brazos.

Mientras ascendían, la observó de reojo. Se veía frágil, casi indefensa, pero increíblemente hermosa. Sintió cómo su corazón latía con fuerza al verla tan cerca. Entonces, escuchó su voz en su mente. Ese era su don especial: leer los pensamientos de otros.

—Por la Diosa, ¿es Nick? Qué hermoso es. Mi Alfa... ¿por qué es mío, verdad?

Nick frunció ligeramente el ceño, sorprendido por sus pensamientos. No imaginaba que ella lo considerara suyo, a pesar de cómo él la trataba. Pero lo que vino después lo dejó aún más desconcertado.

Gema recordaba cómo Luck había intentado besarla y cómo lo había detenido. Ella fue clara: no podía dejar que él la besara primero que su mate. Nick gruñó bajo; el sonido gutural reverberó en el silencio del pasillo. Pero luego, sus pensamientos le arrancaron una sonrisa de satisfacción.

—Quiere que su primer beso sea conmigo...

«¡¿Qué?!» Nick sintió una mezcla de alivio y orgullo. «¡No había besado a nadie!» Eso significaba que seguía siendo su Gema, solo suya. Sin embargo, la alegría se mezcló con una punzada de rabia al recordar que Luck había intentado algo con ella. «¿Cómo se atrevía a hacer eso?»

Un enlace mental se abrió; la voz de su lobo resonó con urgencia:

—Márcala, Nick. ¿Qué esperas? ¡No dejes que ese idiota la toque para reaccionar! Todavía es solo nuestra, y no quiero verla en brazos de otro. Actúa.

Tras decir eso, el enlace se cerró.

Nick resopló, dejando a un lado el enojo. Llegaron a su habitación y, con cuidado, la depositó sobre su cama. Se acostó a su lado, contemplando su rostro sereno mientras dormía.

Era hermosa. Solo suya.

Pero entonces, la realidad lo golpeó como un balde de agua fría. Gema era humana. Y su madre también lo había sido. Por eso había sucedido todo. Por ser la debilidad de su padre, y por allí lo habían atacado.

Nick suspiró, pasó una mano por su cabello con frustración. No podía permitirse caer en lo mismo. No quería que su historia terminara igual. Pero ¿qué hacía con lo que sentía al verla, con esas ganas de dejar de pensar con su cabeza?

—Necesito una loba —se dijo en voz baja—. Alguien que se pueda cuidar sola, que no me haga descuidar la seguridad de mi manada...

Pero, a pesar de esas palabras, no pudo dejar de mirarla. Su corazón latía con fuerza, contradiciendo cada razón lógica que intentaba imponerse. No quería que nadie se le acercara. No quería perderla.

Mientras la observaba, Gema se removió levemente en la cama, dejando escapar un suspiro. Su aroma llenó sus sentidos, embriagándolo. Su lobo interior gruñó con posesividad. Sentía una necesidad casi instintiva de marcarla, de asegurarse de que nadie más pudiera reclamarla.

—Nick... —murmuró ella en sueños, haciéndolo estremecer. Su imaginación voló, se imaginaba cómo sería marcarla mientras pronunciaba esas palabras.

Se quedó mirándola fijamente, sintiéndose atrapado entre el deber y el deseo. Sabía que no debía involucrarse con una humana, pero todo en su ser la quería para él. Se inclinó ligeramente, observando cada rasgo de su rostro. Su piel era suave, sus labios entreabiertos parecían llamarlo.

Se apartó de golpe, exhalando con fuerza. ¡No podía hacer esto! Tenía que alejarse antes de cometer un error. Cerró los ojos y se obligó a pensar con frialdad. Su manada necesitaba un líder fuerte, no uno que se dejara llevar por instintos irracionales.

Pero entonces, Gema se movió de nuevo y, de forma inconsciente, se acurrucó contra él. Nick sintió su calor, su fragancia envolviéndolo, y todo su mundo se tambaleó. Pasó un brazo alrededor de ella, asegurándose de que estuviera cómoda.

—Solo esta noche —se dijo a sí mismo—. Solo esta vez...

Y así, con Gema entre sus brazos, Nick cayó en un sueño ligero como el que no tenía hace mucho, aunque su lobo seguía alerta, protegiéndola de cualquier amenaza. Él sí tenía claro que la quería para él: su pequeña y dulce Gema.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP