Gema se encontraba en su habitación, observando la hermosa vista a través de la ventana. Su espacio era grande y acogedor, y las vistas desde allí eran simplemente impresionantes. De repente, la puerta de su habitación se abrió y una joven muy hermosa entró. La chica sonrió y la saludó.
— Hola, ¿mucho, se puede? Soy Danna, la hermana del imbécil… —dijo entre risas—. Digo, del Gran Alfa. Gema, al escuchar el comentario, no pudo evitar reír también. Había algo en Danna que la hacía sentir cómoda, como si la chica comprendiera la situación en la que estaba sin necesidad de decirlo. — Me cae bien esta chica —pensó Gema, al instante, aunque ya había llegado a esa conclusión en las salidas con ella. Danna, viendo que Gema no decía nada, continuó hablando con confianza. — No estoy contenta con la decisión de mi hermano, y no puedo soportar a Megan. Gema asintió, sorprendida de que alguien se atreviera a hablar tan abiertamente sobre el Alfa y su futura luna. La situación era incómoda, pero esa sinceridad la hacía sentirse un poco más tranquila. Danna, como si leyera su mente, añadió: — Tranquila, yo seguiré siendo tu amiga y tu protectora de ahora en adelante. Gema sonrió, un poco sorprendida por la propuesta, pero aceptó de inmediato. No todos los días alguien le ofrecía su amistad tan abiertamente en un mundo donde la desconfianza y la traición parecían ser la norma. — Está bien —respondió Gema mientras la abrazaba—. Gracias, Danna. Danna le entregó unas bolsas con ropa, sonriendo mientras decía: — Ojalá te guste. Descansa, mañana vas a tu nueva preparatoria. Gema se despidió de ella, agradecida por el gesto y la amabilidad. Cuando Danna se fue, se quedó mirando la ropa y sintió una mezcla de emociones. Al día siguiente, Gema se levantó temprano, se dio una ducha rápida y eligió su ropa. Decidió ponerse unos vaqueros negros, una camisa blanca de una sola manga y unos botines negros que le quedaban perfectamente. Se peinó con cuidado y salió al encuentro de Danna. Al verla, Danna la miró con una sonrisa de satisfacción. — Estás hermosa, vamos —dijo Danna con entusiasmo. Ambas se dirigieron a la preparatoria, caminando juntas por el camino que las llevaría a la escuela. Cuando llegaron, todas las miradas se dirigieron hacia ellas, pero nadie se atrevió a hacer comentarios. Nadie se metió con Gema, lo que le pareció raro, pero al mismo tiempo, un alivio. El día transcurrió con normalidad, sin incidentes. Al momento de salir, se acercó el Beta de la manada, Mack, acompañado por un chico muy guapo. Mack abrazó a Danna y le dio un beso en la mejilla. — Nos vino a recoger —dijo mientras miraba a Gema. El chico se presentó con una sonrisa amigable. — Soy Luck, Alfa de la manada Blue Moon —dijo extendiendo la mano para saludar—. Un placer, soy Gema, amiga de Danna. Luck sonrió aún más y asintió. — El placer es todo mío —respondió con amabilidad. — Espero verte más seguido. Gema se sonrojó levemente, sorprendida por el tono de voz tan cálido de Luck. Las palabras se quedaron flotando en el aire mientras caminaban hacia la manada. Cuando llegaron a la mansión, Gema vio a Nick, el Alfa, besándose con Megan. La imagen la hizo sentirse triste, aunque intentó no demostrarlo. Subió rápidamente a su habitación sin prestarles atención. Pasó el resto de la tarde leyendo, una de sus actividades favoritas. La lectura la ayudaba a desconectarse del caos a su alrededor. Nick, por otro lado, ya había pasado una semana desde que tuvo una conversación con Gema. Le había dicho claramente que ella podía hacer su vida, salir con quien quisiera, que no le afectaría. No había reclamos ni demandas. La conexión entre ellos, según él, no funcionaba como pensaba la mayoría. No sufriría si Gema se relacionaba con otros, porque no la había marcado como suya. Aun así, había dejado claro que no podía irse de la manada. Gema podía salir, pero no por mucho tiempo. La necesitaba cerca, para ser más fuerte. «Ella siempre está en su cuarto, en el jardín o paseando con Danna», pensó Nick. «Me evita, y eso está bien. Es mejor así». Max, el lobo de Nick, no le había vuelto a hablar. Estaba furioso, y Nick podía sentir la tristeza de Max cada vez que Gema estaba cerca. Su mente podía leer los pensamientos de los demás, algo que le ayudaba a comprender mejor las emociones de las personas. Sabía que, con el tiempo, Max dejaría de estar tan molesto. A lo largo de los días, Nick trató de concentrarse en su liderazgo, pero la presencia de Gema seguía rondando en su cabeza. Gema pensó en los meses que había pasado desde que llegó a la manada. No había vuelto a saber nada de sus padres ni de Lía, su hermana. Esos meses habían sido difíciles. Aunque trató de evitar a Nick, no podía evitar sentirse atrapada entre lo que sentía por él y la hostilidad de su futura luna. Si no fuera por Danna, ya habría sucumbido a la tristeza. Mack, el Beta de Nick, siempre había sido amable con ella, tratándola como un hermano, respetándola y apoyándola en momentos difíciles. — Hoy viene Luck —dijo Danna en un tono que sonaba a burla, aunque Gema no lo pensó así. — Es el Alfa de la manada Blue Moon, ¿sabías? Gema sonrió, aunque sabía lo que venía después. Danna siempre la molestaba un poco, pero de una forma que no le molestaba en absoluto. — Rápido, vístete, que vamos a salir a cenar y a bailar —le dijo Danna mientras la tiraba del brazo hacia la habitación. Después de varias horas de arreglarse, Gema miró su reflejo en el espejo. Danna había hecho un excelente trabajo al arreglarla. Llevaba un vestido rojo ajustado al cuerpo, con un escote en forma de corazón y otro más en la espalda. El vestido terminaba cinco dedos por encima de la rodilla, con una abertura en un lado. Llevaba tacones plateados y una gargantilla que hacía juego con los aretes. Danna, por su parte, lucía igualmente hermosa. Llevaba un vestido negro ajustado, un poco más corto que el de Gema, con un escote similar al suyo. Los tacones negros que llevaba eran impresionantes. Ambas se miraron y sonrieron. — Estás hermosa —dijo Danna, admirando a su amiga. — Igual que yo, estamos bellas. Bajaron al primer piso, donde las esperaban Mack, Luck y, por supuesto, Nick. Cuando Luck la vio bajar las escaleras, no pudo evitar comentarlo. — Wow, pensé que no te podías ver más hermosa —dijo Luck, sonriéndole a Gema. — Estás bellísima, mi ángel. Gema se sonrojó, y Luck, divertido, le acarició la mejilla. — Te ves bonita, me encanta verte así —le dijo con una sonrisa. Mack, por su parte, abrazó a Danna y la levantó un poco en el aire. — Qué hermosa estás, Danna. Soy el hombre más afortunado por tenerte de novia. Nick, observando todo desde un costado, no dijo nada, pero su expresión era seria. Parecía molesto, como si lo que estaba pasando le incomodara de alguna manera. Sin embargo, ninguno de los presentes prestó mucha atención a su actitud. Con una enorme sonrisa, salieron de la manada. Gema no miró a Nick, siguió con los chicos hasta llegar al auto de Luck. En el camino todo era risas, chistes y bromas de Danna para hacer sonrojar a Gema. Ella solo quería que fuese feliz. Cuando llegaron al restaurante, todo parecía estar bien. Pero cuando Gema vio a Lía, su hermana, no pudo evitar gritar. — ¡Gema! —gritó Lía, abrazándola con fuerza. Ambas lloraron abrazadas, y Gema sintió una sensación de alivio al ver a su hermana. — Lía, al fin te veo, te extrañé muchísimo —abrazaba con fuerza a su hermana mientras sus lágrimas seguían corriendo por su rostro. — Estás hermosa, Gema, ¿cómo estás, cómo te ha ido? Gema bajó un poco la cara, recordando lo difícil que era la situación con Nick, pero luego sonrió. — Muy bien, Lía, ellos son Danna, Mack y Luck, son muy buenos amigos. Todos se presentaron y les presentó a su Alfa, y le dijo cuán feliz estaba. Mientras hablaban, reían, bailaban y bebían, Gema no podía evitar sentirse más conectada con ella. No había tomado nunca antes, pero esa noche, los tragos la dejaron algo ebria.Pasada la madrugada, cuando el reloj marcaba las cuatro y media, Nick esperaba en las escaleras con los brazos cruzados y el ceño fruncido. La espera lo mataba. «¿Por qué se tardaban tanto?» Su mente trabajaba a máquina con cada escenario, y ninguno le gustaba.Habían tardado demasiado en regresar, y la impaciencia lo seguía carcomiendo por dentro. Apenas la puerta se abrió, su expresión se endureció aún más. No podía creer lo que veían sus ojos: Luck traía a Gema en brazos. Se veía vulnerable, pero hermosa, y le reventaba la idea de que él la tuviese cargada.—¿Se puede saber qué demonios hacen a esta hora? —soltó con voz baja, fría y autoritaria—. Esto no es correcto. No quiero que se vuelva a repetir.Mack, sin discutir, llevó a Danna a su habitación. Luck intentó hacer lo mismo con Gema, y Nick no lo permitió. Lo fulminó con la mirada y se acercó hasta quedar frente a él, su aura imponente chocando una contra otra.—Dámela. Fue una orden directa.Luck lo miró con cautela, pero ter
El aullido de un lobo en la distancia se pierde entre los árboles mientras el viento sacude las copas. Dentro de la cabaña, Gema Mayers se amarra apresuradamente sus botas y echa un vistazo al reloj. Un suspiro escapa de sus labios. Como siempre, Lía se está tardando.—¡Lía! ¡Apresúrate, vamos a llegar tarde otra vez! —grita desde la puerta, impaciente.—¡Ya voy! —responde su hermana, bajando las escaleras de dos en dos, con el cabello aún alborotado y la mochila mal cerrada.Gema sonríe con resignación. Su hermana adoptiva siempre iba con prisas, pero esa era solo una de las muchas cosas que la hacían especial. Lía, con su energía inagotable y su forma despreocupada de ver la vida, iluminaba la casa en la que habían crecido juntas. Aunque compartían el mismo techo y la misma familia, sus diferencias eran evidentes. Gema era humana en una manada de lobos.A veces, se preguntaba si en verdad pertenecía ahí. Desde que Astrid la encontró en el bosque siendo apenas un bebé, su madre adopt
Era un día más en la preparatoria, pero para ella, todo parecía demasiado rutinario, aunque Gema sentía un pequeño susto en su pecho, como si algo pasara hoy.—Mamá, papá, los amo demasiado —dijo durante el desayuno.—También te amamos, amor —respondieron sus padres a una sola voz.Después de un desayuno ameno, ella y Lía se dirigieron a la escuela, como siempre. El padre de ambas las dejó en la entrada con un breve gesto de despedida antes de seguir hacia el gran salón, donde tendría una reunión importante.—Adiós, mis niñas, nos vemos en casa, las amo. Ellas se despidieron para ir a comenzar su día.Las chicas no prestaron atención al alboroto que reinaba en el lugar. Al parecer, todos los estudiantes hablaban sobre la llegada de un grupo de alfas y betas, todos ellos increíblemente atractivos, pero Gema no se sintió impresionada. Para ella, todo eso era solo un tema pasajero, como cualquier rumor que solía escucharse en los pasillos.El mundo de los lobos nunca le había importado.
El Alfa la miraba fijamente, pero ella no podía entender lo que ocurría. Sentía que algo estaba terriblemente mal, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar. Las palabras del Alfa la sorprendieron, y aunque su mente no lograba procesar todo lo que estaba sucediendo, algo en su interior le decía que no podía ser real. —Debe ser un error —susurró con la voz temblorosa, intentando negar lo que veía. Él no respondió con palabras, solo siguió llevándola del brazo con firmeza, guiándola hacia el auto. —Camina. No perdamos tiempo —dijo sin darle oportunidad de nada. Su tono era tan decidido que cualquier intento de resistirse se sintió inútil. Su cuerpo permaneció inmóvil, paralizado por el miedo. Todo lo que pudo hacer fue pensar en sus padres, en su hermana Lía, en sus amigos. ¿Qué sucedería con ellos? ¿Por qué tenía que ser ella quien pagara por algo que no entendía? Miró hacia atrás una vez más, buscando alguna respuesta en las caras de sus seres queri