Damián Webster.El dolor en mi cabeza era molesto, y me ponía de malhumor, lo único que quería en esté momento era encontrar al maldito Ross hijo de puta y asesinarlo a él y toda su generación, acabar con ésto de una vez por todas.—Los mexicanos están exigiendo una respuesta rápida— la voz de Hansel sentado en el sillón individual del living de la oficina, hizo que dejara de pensar en las mil maneras de torturar al maldito viejo, y lo mirara— dicen que no pueden retener la mercancía por mucho tiempo en el mismo sitió, y que es peligroso para ellos estar moviendola de lugar cada cinco días.—Muy bien.— me acomodé en la silla giratoria de mi escritorio— Llamá a Duarte— él asintió, llevaba días pensando en está idea, nada podía fallar— pídele tres aviones pequeñas— me miró con una expresión de confusión en su rostro— de esas que se usan para la fumigación de los bosques.—¿Tres aviones de fumigación?— preguntó con las cejas fruncidas mirándome como sí estuviera loco.—Es lo que he dicho
Un hijo. Un bebé.De nuevo estoy embarazada.Nuevamente hay una vida en mi vientre.¡Aún ni siquiera podía creerlo del todo! Ni siquiera cuando Damián caminaba conmigo de la mano, con su habitual aire de supremacía y altanería, por los blancos pasillos de la clínica.¡Ni siquiera había tenido síntomas! Sino fuera por la ausencia de mi menstruación aún no sabría nada.Mi mente estaba en blanco. Aún no podía digerir la noticia ¡No lo creería hasta que la maldita prueba lo confirmara!¡Joder!De la nada sentí una gran molestia recorrer mi cuerpo, y fijé la mirada en la ancha espalda del hombre que caminaba un par de pasos delante de mí, con mi muñeca entre su mano.¡Maldito hijo de puta! ¡Se salió con la suya!Quise golpearlo, quise pegarle en los lugares que más le doliesen, los mismos lugares que él me había enseñado a golpear. ¡Aghs! Justo ahora sólo quería patear sus redondas y sexys nalgas hasta cansarme.—Buenos días— se detuvo frente a un escritorio y enseguida la mujer vestida de
Salimos de la clínica sin decirnos una palabra, sólo abrazados, cada cual metidos en sus pensamientos. Él tenía una tonta sonrisa en su cara, que dejaba claro que todo lo que había vivido dentro de las blancas paredes del edificio, le había gustado.En cambio yo, estaba más confundida que nunca, y es qué, no me hacía gracia estar nuevamente embarazada, me llenaba de terror el hecho de que pudiese pasar lo mismo que la primera vez. Pero al mismo tiempo y muy, muy dentro de mí, no podía evitar sentirme alegre, sentir una sensación indescriptible al recordar el sonido de su corazón.—Sube amor—susurró y besó mí frente. Sin decir nada me solté de él y caminé hasta rodear la camioneta dónde habíamo venido él y yo.Una vez adentro puse mis ojos sobre él, estaba reclamándole algo que no podía escuchar a los guardias de la camioneta del frente. Los hombres vestidos iguales sólo asentían a lo que Damián les decía y en una que otra ocasión uno de ellos hablaba.Después de un último sermón, se
Habían pasado dos semanas desde que supe de mi embarazo, y en esté tiempo todo en la casa estaba relativamente normal. Damián seguía presentando síntomas pero éstos eran más frecuentes en las mañanas. En cuanto a su humor estaba muy bien, aunque en ocasiones lo percibía extraño, perdido en sus pensamientos.—Ya se les acabó el amor— se burló Clarisse, la miré y luego al lugar dónde su vista estaba pérdida.A través de las puertas de cristal de la segunda sala de estar– esa que estaba ubicada en la parte trasera de la casa– podía ver a Callie teniendo una pequeña discusión con el griego, en el jardín trasero.Hace algun tiempo por fin a la morena se le cumplió el deseo y finalmente su novio llegó a Seattle, desde entonces estaba muy contenta, y a mi parecer estaba teniendo una simple discusión de pareja con Aldair. Pero la castaña frente a mí era algo exagerada, y la pequeña riña de la pareja para ella significaba el final del amor entre ellos.Entonces a Damián y a mí el amor se nos a
—¿Te comeras eso?— preguntó mientras yo llenaba mi hamburguesa de ketchup.Levanté la vista de mi deliciosa comida para verlo, él me miraba con desconcierto e hizo una mueca de asco al ver mi comida.—Por supuesto— asentí con convicción— si pude comer tu comida puedo comer lo que sea.Su comida sí que era un asco, dijo que sabía cocinar pero eso no era más que una vil mentira, pues, todo le salió tan mal que finalmente terminamos almorzando dulces y bebidas gaseosas. Pero al caer la noche envió a dos guardias por hamburguesas para todos.—No estaba tan mal— se defendió y lo miré como sí estuviera loco.—Sí no sabías debiste dejarme hacerlo— era yo quien haría el almuerzo en primer lugar, pero él insistió en que lo dejara hacerlo solo.—Si sé— puse los ojos en blanco y le dí un mordisco a mi comida— es sólo que tenía mucho tiempo sin hacerlo.—Una vez mi padre le dijo a mi hermano qué lo que bien se aprende no se olvida.—Seguro no hablaba de la cocina— acercó su mano a mi cara y con s
Las dos semanas pasaron volando, el día de la boda llegó. Y aquí estaba yo sintiendo mi corazón explotar de alegría, con mi rubia bestia a mi lado sosteniendo con firmeza mi mano tratando de transmitirme paz, tranquilidad, compañia.Él siempre estaría sosteniendo mi mano, él nunca me abandonaría.Por ello y por muchas, muchas cosas más lo amaría inmensamente por el resto de mis días.El hombre frente a nosotros hablaba, yo sin embargo no podía escucharlo aunque fingía que sí. Con una sonrisa en mis labios miré sobre mi hombro para encontrarme con la mirada de nuestros invitados.Carmen nos miraba con los ojos llorosos, conmocionada por el hecho de que su pequeño y rubio bebé estaba dando un gran paso en su vida. Amelie y Hansel, estaban cada uno parados a nuestros lados. Teníamos que elegir testigos, obviamente que Damián eligió a su amigo de toda la vida ¿Y quien mejor que la mujer de ese amigo para completar la pareja testigo de nuestro enlace?Cam me dedicó una sonrisa al percibir
—Debemos irnos ya.— volvió a decir Damián por milésima vez en la hora que estábamos aquí.Pusé los ojos en blanco. Juro que en ocasiones me provocaba golpear su hermoso rostro.—No me iré aún.— sentencié enojada, y es qué desde hace rato le estaba diciendo que no me iría hasta ver al pequeño.Nos encontrábamos en el hospital, hace aproximadamente dos horas recibí una llamada de Cam diciéndome que su bebé por fin había decidido nacer. Enseguida le dije a Damián que vendría a acompañar a mi amigo, pero él como digno niño malcriado insistió en acompañarme y ahora estaba ansioso por irse.—Ámbar a las ocho debemos cenar con...—Lo sé— en serio estaba empezando a molestarme— sé que tenemos que cenar con tu socio, pero aún es temprano.En estos dos meses el negocio del que me habló, había empezando. En más de dos ocasiones tuvo que viajar a Los Ángeles, pero en vista de que eran viajes cortos nunca lo acompañé. Está vez fué el turno de su socio venir a Seattle, y antes de verse el lunes en
Cenamos muy a gusto, los Evans realmente eran personas muy agradables, los niños aún más, Harley era una niña muy animada; durante toda la cena fué el centro de atención, a diferencia de su pequeño hermano que prefería pasar desapercibido.La pequeña había hablado de lo mucho que le gustaban las princesas y en ocasiones su hermano afirmaba eso contando anécdotas sobre ella hablando de dichos personajes.Eran realmente un encanto esos niños.A simple vista era más que obvio la debilidad que tenía James Evans por su hija mayor, y es que la miraba con tanta adoración que por un momento no pude evitar las mirada similares que mi padre me dirigía a mí.La niña estaba muy consciente del poder que tenía sobre su padre, pues, nos los demostró en un par de ocasiones cuando había persuadido al líder familiar para que la llevará a Disney antes de regresar a Los Ángeles.En una ocasión y tras las ocurrencias de la pequeña diva, Damián le comentó a James que sin duda pagaría todos sus pecados por