Las dos semanas pasaron volando, el día de la boda llegó. Y aquí estaba yo sintiendo mi corazón explotar de alegría, con mi rubia bestia a mi lado sosteniendo con firmeza mi mano tratando de transmitirme paz, tranquilidad, compañia.Él siempre estaría sosteniendo mi mano, él nunca me abandonaría.Por ello y por muchas, muchas cosas más lo amaría inmensamente por el resto de mis días.El hombre frente a nosotros hablaba, yo sin embargo no podía escucharlo aunque fingía que sí. Con una sonrisa en mis labios miré sobre mi hombro para encontrarme con la mirada de nuestros invitados.Carmen nos miraba con los ojos llorosos, conmocionada por el hecho de que su pequeño y rubio bebé estaba dando un gran paso en su vida. Amelie y Hansel, estaban cada uno parados a nuestros lados. Teníamos que elegir testigos, obviamente que Damián eligió a su amigo de toda la vida ¿Y quien mejor que la mujer de ese amigo para completar la pareja testigo de nuestro enlace?Cam me dedicó una sonrisa al percibir
—Debemos irnos ya.— volvió a decir Damián por milésima vez en la hora que estábamos aquí.Pusé los ojos en blanco. Juro que en ocasiones me provocaba golpear su hermoso rostro.—No me iré aún.— sentencié enojada, y es qué desde hace rato le estaba diciendo que no me iría hasta ver al pequeño.Nos encontrábamos en el hospital, hace aproximadamente dos horas recibí una llamada de Cam diciéndome que su bebé por fin había decidido nacer. Enseguida le dije a Damián que vendría a acompañar a mi amigo, pero él como digno niño malcriado insistió en acompañarme y ahora estaba ansioso por irse.—Ámbar a las ocho debemos cenar con...—Lo sé— en serio estaba empezando a molestarme— sé que tenemos que cenar con tu socio, pero aún es temprano.En estos dos meses el negocio del que me habló, había empezando. En más de dos ocasiones tuvo que viajar a Los Ángeles, pero en vista de que eran viajes cortos nunca lo acompañé. Está vez fué el turno de su socio venir a Seattle, y antes de verse el lunes en
Cenamos muy a gusto, los Evans realmente eran personas muy agradables, los niños aún más, Harley era una niña muy animada; durante toda la cena fué el centro de atención, a diferencia de su pequeño hermano que prefería pasar desapercibido.La pequeña había hablado de lo mucho que le gustaban las princesas y en ocasiones su hermano afirmaba eso contando anécdotas sobre ella hablando de dichos personajes.Eran realmente un encanto esos niños.A simple vista era más que obvio la debilidad que tenía James Evans por su hija mayor, y es que la miraba con tanta adoración que por un momento no pude evitar las mirada similares que mi padre me dirigía a mí.La niña estaba muy consciente del poder que tenía sobre su padre, pues, nos los demostró en un par de ocasiones cuando había persuadido al líder familiar para que la llevará a Disney antes de regresar a Los Ángeles.En una ocasión y tras las ocurrencias de la pequeña diva, Damián le comentó a James que sin duda pagaría todos sus pecados por
-Ha sido todo un placer Ámbar- James estiró su mano y yo la estreché- sería un placer volver a verte.- besó el dorso de mi mano y yo sonreí.-Igualmente James- dije abrazada al costado de mi bestia- espero verlos pronto- añadí mirandolos a todos.Finalmente la velada había terminado y la hora sobrepasaba las diez de la noche, estábamos tan a gusto que perdimos la noción del tiempo y de no ser por los pequeños Evans y su notorio cansancio, aún seguiríamos disfrutado de la noche.-Recuerda pensar en mi propuesta cariño- insistió Lucía acercándose a mí para besar mis mejillas- ya sabes que puedes escribirme o llamarme cuando quieras.- sonreí y asentí recordando nuestro intercambio de números telefónicos-Hasta luego Damián- besó su mejilla- como siempre; ha sido un placer.-Lo mismo pienso, Lucía- concordó mi rubio cordialmente.-Despidanse de los señores Webster, niños- pidió James a sus pequeños hijos quienes con sus adormilados ojitos se acercaron a nosotros.-Me ha encantado conocerte
Damián Webster.Un golpe, otro más, y luego otro.Nada.No hablaba.De su maldita y asquerosa boca no salía más que gritos y gemidos de dolor.Una semana había pasado desde la noche de la cena con los Evans. Desde que Hansel espero por mí sólo para decirme que habían raptado a cuatro hombres nuevos.Cuatro malditos hombres de Jack Ross.Los habían encontrado en las afueras de la ciudad, estaban buscando mi casa pero Hansel confirmó que sólo estaban tentando a la suerte, que no sabían nuestra ubicación y que ellos estaban bien lejos de la mansión.Los descubrieron gracias a los drones que custodian las largas extensiones de los bosques. Hansel dice que Chris reconoció a uno de las malditas basuras como uno de los que trató secuestrar a Ámbar.Mi eficiente amigo en mi ausencia supo exactamente que hacer y fueron por ellos.La preocupación de Hansel la noche que ésto sucedió se debía a qué uno de ellos había afirmado que Ross sabía la ubicación de mi casa.Pero esa misma noche comprobamo
Entré al armario y fuí directamente hasta dónde estaban perfectamente dobladas las camisas de algodón grandes y deliciosas. Quité el albornoz de mi cuerpo y lo tiré al cesto de ropa sucia, me puse un pantys y desdoblé la camisa verde militar para ponermela.Pero antes de que lo hiciera mi reflejo en el espejo llamó mi atención. Sonreí sin poder evitarlo.Mi bebé cada día estaba más grande, y el día de tenerlo en brazos era cada vez más próximo.Hace un par de días había entrado en el quinto mes de gestación, mañana al amanecer iría junto a Damián al doctor, y sí está vez si teníamos suerte, podríamos saber de una vez por todas sí sería niño o niña.Estaba ansiosa, sólo quería dormir y que la noche acabara pronto.Deslice la enorme camisa por mi cuerpo hasta que llegó un poco más abajo de mis nalgas. Perfecta. Y es que ahora con el vientre un tanto más abultado, dormir con mis diminutos pijamas se me hacía una tortura realmente.Por ello me había apropiado de las camisas de pijamas de
Damián Webster.Una niña. Mi niña.No podía estar más feliz, más emocionado y al mismo tiempo sufriendo una inmesan agonía al saber que tan solo un fallo mío podía dañar a lo único que amaba en la vida.Dí un trago a mi vaso y me obligué a tirar los malos pero realistas pensamientos lejos de mi cabeza.Ya habría tiempo de pensar en eso, hoy sólo quería culminar el día tan alegre como lo estaba desde que supe que en tan solo meses estaría acunando a mi pequeña muñequita en brazos.—Tenemos una vida de mierda— la voz de Hansel me sacó de mis pensamientos. Estaba algo borracho al igual que yo, y es qué no habíamos parado de beber alcohol desde qué décidimos tomar un solo trago para celebrar que próximamente tendría una hija.— Una maldita vida llena de peligros para nosotros e indirectamente para las personas a nuestro alrededor.— bebió lo último que quedaba en su vaso y un poco tambaleante tomó la botella de cristal y llenó nuestros vasos.— pero amigo, no debemos quejarnos mucho.Fruncí
—Sólo quise venir a darle la noticia a Cam— dije con seriedad en un tono de voz bajo.— Decirle que tendré una niña, y aprovechar para ver a Jesserd.—Entiendo.— asintió y caminó a la silla detrás del escritorio.Apesar de que el enojo que la maldita secretaria me había provocado aún no bajaba ni un poco, estaba tratando de no terminar en la malos términos con él.—Pero los guardias me acompañaron...—Vaya— me interrumpió levantando las cejas con fingida sorpresa. Su actitud había cambiado a una muy antipática en cuestión de segundos—Por lo menos no fuiste tan tonta y no cometiste la estupidez de venir sola.Sentí mi sangre hervir nuevamente por todo mi cuerpo. ¡Maldición! ¡Estoy tratando de disculparme para no terminar peleados y él tomá esa maldita actitud!Sentí mi mente nublarse de puro enojo y no fuí consciente de mis actos ni siquiera cuando mis manos tomaron un adorno de metal bastante pesado que yacía sobre el escritorio de cristal, y haciendo uso de todas mis fuerzas lo lancé