Damián Webster.Una niña. Mi niña.No podía estar más feliz, más emocionado y al mismo tiempo sufriendo una inmesan agonía al saber que tan solo un fallo mío podía dañar a lo único que amaba en la vida.Dí un trago a mi vaso y me obligué a tirar los malos pero realistas pensamientos lejos de mi cabeza.Ya habría tiempo de pensar en eso, hoy sólo quería culminar el día tan alegre como lo estaba desde que supe que en tan solo meses estaría acunando a mi pequeña muñequita en brazos.—Tenemos una vida de mierda— la voz de Hansel me sacó de mis pensamientos. Estaba algo borracho al igual que yo, y es qué no habíamos parado de beber alcohol desde qué décidimos tomar un solo trago para celebrar que próximamente tendría una hija.— Una maldita vida llena de peligros para nosotros e indirectamente para las personas a nuestro alrededor.— bebió lo último que quedaba en su vaso y un poco tambaleante tomó la botella de cristal y llenó nuestros vasos.— pero amigo, no debemos quejarnos mucho.Fruncí
—Sólo quise venir a darle la noticia a Cam— dije con seriedad en un tono de voz bajo.— Decirle que tendré una niña, y aprovechar para ver a Jesserd.—Entiendo.— asintió y caminó a la silla detrás del escritorio.Apesar de que el enojo que la maldita secretaria me había provocado aún no bajaba ni un poco, estaba tratando de no terminar en la malos términos con él.—Pero los guardias me acompañaron...—Vaya— me interrumpió levantando las cejas con fingida sorpresa. Su actitud había cambiado a una muy antipática en cuestión de segundos—Por lo menos no fuiste tan tonta y no cometiste la estupidez de venir sola.Sentí mi sangre hervir nuevamente por todo mi cuerpo. ¡Maldición! ¡Estoy tratando de disculparme para no terminar peleados y él tomá esa maldita actitud!Sentí mi mente nublarse de puro enojo y no fuí consciente de mis actos ni siquiera cuando mis manos tomaron un adorno de metal bastante pesado que yacía sobre el escritorio de cristal, y haciendo uso de todas mis fuerzas lo lancé
—¡Recoge tus malditas cosas!—grité al mirar su camisa en el piso.Enojado por mis gritos se regreso, tomó la camisa y se encerró en el armario.Bufé, es un jodido desordenado.Volví a la cama dónde yacían un montón de cosas para bebés tiradas. Habían pasado dos meses, desde que supe que tendría una niña, hace una semana entré en séptimo mes.Amelie me había dicho que ya era momento para arreglar el bolso que vendría conmigo el día del parto, por ello había decidido preparar el bolso hoy.Damián acababa de llegar de la empresa y como siempre que lo hacía, estaba enojado, cansado, pero eso no le daba ningún motivo para tirar su ropa en el piso y esperar que viniera yo o otra persona y levantarla.Él no es ningún niño pequeño.Me senté en la cama con las piernas cruzadas y empecé a doblar las pequeñas pijamas rosa antes de meterlas dentro del bolso del mismo color.Mi vientre estaba mucho más grande, pero no era nada exagerado, simplemente un abultado vientre de embarazada. Nuestra peque
—¿Por fin has decidido un nombre?— preguntó Amelie.Negué mientras reía viendo a Noah saltar con entusiasmo en mis piernas. El pequeño pelinegro contaba ya con nueve meses y medio, a medida que crecía su comportamiento era cada vez más efusivo, ahora no sólo sonreía con facilidad sino también que a cualquier hora del día y por el motivo más mínimo que se pidiese imaginar las carcajadas del niño inundaban la enorme mansión llena de adultos.Era fascinante venir aquí y escuchar sus carcajadas desde el pasillo, su dulce risa me llenaba el alma de ternura.—Hemos decidido esperar un poco más.— sonreí deteniendo al bebé debido al cansancio en mis brazos por sostenerlo.Esté bebé sí que era pesado y grande, sus regordetas piernas incitaban únicamente a comertelas a besos, sus mejillas aún más.—¿No quiere llamarla como su madre?— preguntó Carmen.Me encogí de hombros.Quizás sí quería llamarla como su madre, pero el hecho de qué yo también quisiera ponerle el nombre de la mía ocasionaba que
Damián Webster.—¿Sigue con la idea de aceptar la propuesta de la mujer de Evans?— preguntó Hansel, asentí con una mueca— Joder, que parece un ratoncito— lo miré con confusión— que por más que intentamos mantenerla a salvo, ella va directito a las trampas llenas de queso.— buen punto, amigo.—Cree que mi renuencia a qué acepte es por simple celos.— le hice saber poniendo los ojos en blanco.—Bueno, tampoco es que se esté equivocando mucho — levanté una ceja en su dirección—Vamos Damián, no te hagas; acepta que el hecho de que se muestre en trajes de baño o ropa interior te jode tanto como el hecho de que es más fácil que la encuentren si se vuelve una figura pública.Me encogí de hombros.Quizás suene machista y anticuado, pero sí, me jode tener que aceptar que otros la miren como sólo puedo verla yo.Esa maldita rubia me pertenece.—¿A caso a tí te gustaría que Amelie se muestre ante millones de hombres prácticamente desnuda?— hizo una mueca, tampoco le agradaba la idea. Crecimos jun
No, no quiero estar aquí, no de nuevo.Sabía cómo terminaría todo, sabía lo que sucedería a continuación, pero no podía decir nada, no podía gritarle a papá que detuviera el auto para evitar que el camión que metros más adelante acabará con sus vidas.Quería llorar, gritar, moverme y tratar con desespero que me hicieran caso, que parara, que no se murieran...Pero no podía ¡Maldición! No podía, y por más que lo intentaba no podía hacer más que estar sentada igual que esa madrugada, por más que quería gritar con desespero, mi cuerpo hacía exactamente lo que hizo esa oscura noche, por más desconsolada que me sentía, en mi boca estaba dibujada una sonrisa tierna por lo que mi familia decía.¿¡Por qué no puedo hacer nada!? ¡Quiero ayudarlos!¡Papá detente!Mi corazón amenazaba con romper mi pecho, quería gritarle a Jean, moverlo desesperadamente hasta que se pusiera el cinturón de seguridad.Pero nada.A pesar de saber con exactitud lo que sucedería metros más adelante no podía hacer ni d
Damián Webster.¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!No podía estar pasándome estó, ella no estaba allí. No estaba mirándome con horror, con asco.Sentía mi corazón palpitar con velocidad debido a los nervios que casi nunca tenía.¡¿Que carajos hace despierta?!Ví como sus ojos se llenaban de lágrimas y me levanté de mi lugar con rapidez para tratar de acercarme, pero tan pronto como supo lo que intentaba hacer dió dos pasos hacia atrás.Se estaba alejando de mí, no quería tenerme cerca, me esta rechazando.¡Maldición! Odiaba sentir su rechazo.Quise hablar, decir algo pero simplemente no sabía que decir.¿Que se suponía que debía decirle: “Estás mirando mal, amor, no es lo que parece”?¡Por supuesto que era lo que parecía!Sus ojos me recorrían una y otra, y otra vez, como sí no pudiese creer lo que veía, se negaba a darle cabida a las miles de ideas y adjetivos que su mente le daba para compararme con un mounstro.Abrió la boca para decir algo pero la cerró cuando su voz se negó a salir. Sus
Damián Webster.Salí toda velocidad de la habitación, empecé a dargritos como loco desquiciado que junto a los de Ámbar diciéndome asesino, hijo de puta, y un sinfín de insultos más, eran bastantes alarmados. Logramos despertar a Carmen y nos encontramos con ella en el recibidor.Le dije entre gritos desesperados que fuera en busca de Hansel y le dijera que me alcanzara en la clínica, ella sin rechistar obedeció. Subí en la parte trasera del auto y al no encontrarse Dan, Chris fué nuestro chófer.Ella durante todo el camino no paró de quejarse, de decir que le dolía mucho. No paró de llorar y decirme cada dos minutos que sí nuestra hija moría sería únicamente por mi culpa.¡Y joder, Tenía razón!Aún le faltaba un mes para nacer, y yo sabía que una pelea con Ámbar la alteraría mucho. Tenía que haberme quedado callado, no debí caer en sus provocaciones.¡Pero mierda! Cuando la maldita rubia estaba enojada lo único que salía de su boca era veneno e idioteces. Hacía que mi cabeza explota