Damián Webster.Salí toda velocidad de la habitación, empecé a dargritos como loco desquiciado que junto a los de Ámbar diciéndome asesino, hijo de puta, y un sinfín de insultos más, eran bastantes alarmados. Logramos despertar a Carmen y nos encontramos con ella en el recibidor.Le dije entre gritos desesperados que fuera en busca de Hansel y le dijera que me alcanzara en la clínica, ella sin rechistar obedeció. Subí en la parte trasera del auto y al no encontrarse Dan, Chris fué nuestro chófer.Ella durante todo el camino no paró de quejarse, de decir que le dolía mucho. No paró de llorar y decirme cada dos minutos que sí nuestra hija moría sería únicamente por mi culpa.¡Y joder, Tenía razón!Aún le faltaba un mes para nacer, y yo sabía que una pelea con Ámbar la alteraría mucho. Tenía que haberme quedado callado, no debí caer en sus provocaciones.¡Pero mierda! Cuando la maldita rubia estaba enojada lo único que salía de su boca era veneno e idioteces. Hacía que mi cabeza explota
Damián Webster.Sentí mi corazón hacerse añicos en ese mismo instante. Sentí mi alma romperse, en serio sentí un dolor que no había experimentado nunca antes, ni siquiera con la muerte de mi primer bebé.Y es qué, a aquél bebé no lo ví como a ella, no lo sentí tan cerca y al mismo tiempo tan lejos como a mi pequeña.Ahí estaba su cuerpecito, en las manos del doctor y luego en las de una enfermera. Pequeñita, indefensa, cubierta de la sangre de su madre, su rostro era lo más hermoso que vería jamás, su boquita era chiquitita, redonda, igual a la de Ámbar, tenía mejillas regordetas como las de Noah.Pero a diferencia de las del pequeño pelinegro que normalmente eran rosadas, las de ella estaban teñidas de un fuerte color morado, al igual que todo su rostro.Había muerto asfixiada.Sentí mis ojos humedecerse de inmediato, quería llorar, quería tirarme en el suelo y llorar como nunca antes recuerdo haberlo hecho.¿Que había de malo en mí? ¿Por qué todo lo que amaba terminaba muerto?Bajé
Damián Webster.Después que el doctor estabilizó a Ámbar y la trasladaron a una habitación, me encargué de qué dos guardias quedaran custodiando su puerta.Aún ni siquiera había ido a avisar a Carmen, Hansel y Amelie, que las dos estaban bien, que el peligro no se había ido totalmente, pero que estaban a salvo.Tan pronto como me aseguré que Ámbar quedara bien protegida me encaminé a la sala dónde el doctor había dicho que estaba mi hija. Y aquí estaba llegando al lugar por el cual gracias a una ventana grande se podía ver hacia el interior.Una sala grande llena de incubadoras, habían varios bebés y entre esos estaba mi hija. Tenía que asegurarme que estuviera bien, que seguía respirando.Me adentré en la sala y dejé a los otros dos hombre afuera, enseguida en mi campo de visión apareció el enfermero al cual se la había encargado, me pidió que lo siguiera y eso hice.Caminamos entre las incubadoras con bebés que lloraban con desespero y hacían que el estar en la sala fuera algo irrit
—No los quiero cerca de ella— la voz de Damián sonaba muy lejos— quiero que los saquen así sea de patadas en el culo. Sí una sola foto de ella aparece en la prensa, no es necesario que les recuerde quienes pagarán las consecuencias— ¿De que hablaba? ¿Con quién habla?— ¿Bien?—Sí señor— respondió las voces de dos hombres al unísono.Mis ojos pasaban al igual que todo mi cuerpo, sentía como sí una estampida de elefantes hubiese pasado por encima de mí. El olor fuerte a desinfectante mezclado con alcohol hizo que los recuerdos regresaran a mí.La pesadilla.Damián ensangrentado.Dan sacando un cuerpo de la casa de los guardias.La discusión.Su confesión.El agudo dolor en mi vientre.El camino a la clínica.La sala de partos.Y nada más, era todo. Todo lo que recordaba. Sintiendo mi corazón empezar a latir frenéticamente intenté abrir los ojos, intenté moverme. Pero me fué en vano.Tenía que esforzarme más, tenía que saber de mi bebé.Volví a intentarlo, me removí lo más que pude, pero
Finalmente el doctor afirmó que podía venir a ver a mi hija pero añadió también que no me tardara mucho tiempo. Ahora estaba sentada en una silla de ruedas que una enfermera empujaba desde atrás.Damián venía con nosotras, pero había entendido que no quería ni siquiera mirarlo, por lo qué sin objetar nada iba delante de mí y desde mi lugar mis ojos quedaban fijos en sus respingonas y redondas nalgas.Llegamos a un pasillo y paramos frente a una puerta blanca que al igual que mi habitación estaba custodiada por dos de los guardias de la casa.Damián abrió la puerta y la sostuvo para que la enfermera me empujara dentro, enseguida el llanto de varios niños llorando al mismo tiempo inundó mis oídos.Mi corazón aleteaba cada vez más rápido, con cada segundo estaba más ansiosa; quería verla, quería saber como era. Sí se parecía a él, sí se parecía a mí. Simplemente quería saber que mi pequeña bebé estaba bien.Avanzamos entre los pequeños pasillos que había entre las incubadoras, al llegar
Los días empezaron a pasar y con ellos la nena y yo empezamos a recuperarnos, todos los días iba a verla junto a su detestable padre y pasábamos con ella todo el tiempo que nos permitieran.Al tercer día quitaron la manguerita de su nariz, había aprendido a respirar sola, ese día volví a besar los labios de la bestia por primera vez desde que nuestra hija nació.Al quinto día el doctor permitió que quitaran los parches de su pecho, ya no hacía falta monitorear su corazón. El doctor no paraba de decir lo sorprendente y rápida que era su recuperación. Yo dejé de estar en peligro, ya no estaba propensa a otra posible hemorragia.Finalmente pasó una semana y con ella el día de irnos a casa junto a la nena.Al final Damián se salió con la suya, la niña conservó el nombre que el idiota le puso, bueno, tampoco es como sí pude haber hecho mucho. Además, no era para nada feo, lo horrible era el por qué la llamó así.¡Era realmente un estúpido!—Eso no va allí— dije con enojó mientras el metía
—Escucha muy bien lo que harás— dijo rápidamente a Dan— tan pronto como veas la oportunidad de salir volando de está mierda lo haces. Las quiero a salvo.— puntualizó y mi corazón empezó a latir con velocidad.—Si, señor.— respondió el hombre sin más.—Y tú escúchame muy bien— se giró a mí— sí se te ocurre salir del maldito auto, juro que voy a matarte con mis propias manos— sus palabras no me inmutaron en lo absoluto, pues, sabía muy bien que eso sería lo último que haría en su vida.—¿Que está pasando?— no respondió sólo tomó la parte trasera de mi cuello y con violencia tiró de mi cabeza hacia él, sus labios se pegaron en mis frente y luego me soltó para besar a la niña con la delicadeza que no tuvo conmigo.—Las voy a sacar de aquí ¿Bien?— asentí sintiendo el miedo latente.La puerta de la camioneta marrón del frente se abrió y el mismo viejo al que le escupí la cara un año atrás, salió de ella con una sonrisa triunfal en el rostro.Quería matarlo, quería asesinarlo porqué con todo
Damián Webster.Estaba bien, estaban bien.Las tres empezaron a bajar las escaleras con la preocupación impregnada en sus rostros, a excepción de Noah que parecía estar muy divertido mientras se sacudía debido a los movimientos rápidos de su madre.—Iré por Anna— dijo Carmen ahogando un sollozo.Amelie se acercó a Hansel y lo abrazó con su hijo en brazos, también quería que la rubia hiciera eso pero ella no lo haría de ningúna manera.—Esta si es mía— dije en su dirección refiriéndome a la sangre en mi cuerpo.Ella se acercó y empezó a inspercionarme, con sus ambarines y coquetos ojos ¿Por qué era tan preciosa?—¿Estás bien?— preguntó acercándose más.Sonreí y asentí.—Tengo sueño, pero estoy bien...—Son heridas superficiales y para nada graves, pero ha perdido mucha sangre.— dijo Hansel como vieja chismosa.¿A ella qué le importaba eso?Se acercó más, no me estaba rechazando.Sus manos tomaron la parte superior de mi camisa y logrando sorprenderme por el hecho de que estaba haciendo