ALAILlegué a casa y vi a Tam jugando con mi princesita, así que me acerqué, tomé en brazos a mi bebé y le di un sonoro beso en la mejilla.- Tienes mucho que contar - me dice Tam.- Ya suéltalo, Alai.- Me acosté con Max - Tam pega un grito que asusta a mi princesa, y yo de inmediato la arrullo para que quede dormida.- ¿Y se reconciliaron?- Estuvimos a punto, pero llegó el pesado de su padre y ahí arruinó el momento. Max se fue y me dejó sola con él, y comenzó su coqueteo y amenazas, así que decidí irme - le digo a Tam.- Amiga, ¿cuándo le dirás la verdad a Máximo?- Quería decírselo hoy, pero justo llegó su padre y no pude. Además, no sé si él me crea - doy un gran suspiro hasta que escucho mi celular.- Dios, es Max. Mejor contesto.Hola, Max.- Nena, ¿por qué te fuiste así?- Tenía cosas que hacer y, además, no sabía nada de la bebé - trato de justificarme.- Yo te hubiera traído a casa - me reprocha.- Max, no quería molestar y, además, tú estabas con tu padre. No quería incomod
ALAILlegué a casa hecha un mar de lágrimas y, cuando Tamara me vio, corrió hacia mí.- Amiga, ¿qué pasó? ¿Qué tienes?- Amiga, el padre de Max le dijo que yo era la que me había insinuado y él le creyó. Me dijo que todo y, al final, me amenazó con quitarme a mi hija - lloré más fuerte y mi amiga me abrazó con mucha fuerza.- Tranquila, amiga, todo estará bien.Pasaron dos meses y no volví a saber de Max ni de su padre. Lo único que sabía era del abogado que nos estaba separando, y esta vez Max sí ayudó para que el divorcio fuera más rápido.Me levanté temprano para arreglar a mi princesa. La organicé y me duché para salir a dar una vuelta con ella, pero, cuando voy a salir, tocan la puerta. Voy y abro, y cuando lo hago, me llevo la gran sorpresa: es Max con dos caballeros.- ¿Qué haces aquí? - le digo seca.- Vengo por mi hija - me entrega un papel. Yo lo abro y, al leerlo, no lo puedo creer. Un juez le concedió la custodia completa de mi hija y yo no sabía nada. No, esto no puede ser
MÁXIMOCuando llegué con Alai y alguien gritó que entró en paro, mi corazón dejó de latir. En esos instantes sentía que el aire no me llegaba a los pulmones y amenazaba con dejarme sin aire. Alai, mi pequeña Alai, estaba mal y todo era mi culpa. Ella tenía razón, yo le quité la vida. M****a. Me sentía como una basura por todo lo que le hice, es que no tengo perdón de Dios. Llamo a su amiga y cuando aparece me suelta una sonora bofetada.—Esto te lo tienes bien merecido, Max. Si a Alai le pasa algo, juro que nunca te perdonaré. Y créeme que tu hija tampoco —me dice Tamara llorando. Cuando sale el médico, nos dice—La señorita presenta un desorden alimenticio y, a causa de eso, le dio un paro respiratorio. Su corazón dejó de funcionar, pero ya logramos estabilizarla. Le pondremos una sonda y la alimentaremos mientras tanto.Tamara y yo asentimos y nos sentamos a esperar hasta que sale una enfermera y nos indica que podemos pasar. Tamara deja que pase yo primero y cuando entro, mi alma se
ALAILlevo dos meses viviendo con Max y con mi hija. Al fin me vuelvo a sentir completa. Max ha estado muy pendiente de mí y de mi alimentación. No deja que me salte comidas y mucho menos que deje de comer. De su padre no sé casi nada ya que siempre que viene me voy a mi cuarto y me hago la enferma. Aunque sé que Max sabe que lo hago porque no quiero verlo, y me choca más saber que mi hija está siendo cargada por ese maldito depravado, tengo que portarme bien para seguir al lado de mi hija. Igual he comentado con un abogado sobre el tema de la custodia de mi hija, y me dijo que era injusto la manera en que me la quitaron. Está trabajando en el caso para poder regresarme la custodia.Es temprano, así que me meto a la ducha y me pongo algo cómodo, ya que quiero salir a dar una vuelta con mi bebé.Bajo a la cocina y veo a mi chiquita desayunando con la niñera.—Hola, mi princesa —tomo sus mejillas regordetas y le doy un beso.—Hola, Andrea, dame eso, tranquila, ya le doy yo el desayuno a
Han pasado tres semanas y por fin conseguí un lugar donde vivir y un trabajo como asistente en una empresa de marketing. Mi jefe se llama Alejandro y es un hombre de unos 40 años que me trata como si fuera su hija. De Max aún no arreglamos nada. Él ha intentado acercarse a mí, pero yo no se lo permito. Con mi princesa todo va bien; procuro ir todos los días a visitarla y estoy muy feliz porque Max dijo que en un mes volveré a tener su custodia, así que podré volver a vivir con ella.Son las 7, así que decido bañarme para ir a trabajar y opto por un conjunto de ropa que me favorece. Gracias a Dios, el embarazo no dañó mi cuerpo.Llego a la oficina y saludo a mis compañeros de trabajo.—Buenos días, señor Alejandro. Aquí está la agenda de hoy —le entrego la agenda y el señor me da las gracias.—Alai, hoy hay una gala de beneficencia y me gustaría que fueras conmigo.—Oh, claro, señor, no hay problema.—Bueno, es a las 7. Paso por ti a las 6:30.—Bueno, señor, me retiro —salgo de la ofici
AlaiNo podía creer que Max estuviera aquí. Esto es increíble.- Hola, Max - le doy una sonrisa cálida.- ¿Qué haces aquí?- Estoy acompañando a mi jefe - me mira de arriba abajo - ¿Te gusta lo que ves? - M****a, ¿por qué dije eso? Él se acerca a mi oído y me pega a su cuerpo.- Sí, y no sabes cuánto - me acaricia la espalda y siento cómo todo mi cuerpo se eriza.- Aunque estoy muy cabreado porque todos te miran, todos miran lo que es mío - me alejo de él y le digo- Yo no soy tuya, recuérdalo, estamos separados. - Él sonríe y me dice- Pequeña, siempre, aunque no estés a mi lado por ahora, recuérdalo, siempre serás mía. - En ese momento se acerca mi jefe.- ¡Hey, aquí estás! - me sonríe y yo también lo hago, pero luego mira a Max.- Señor, le presento a Máximo Martínez. Máximo, él es Alejandro Ross, mi jefe - mi jefe le extiende la mano y Max se la da, aunque sé que está tenso.- Bueno, Alai, ¿me puedes acompañar? Te necesito para unas cosas.- Claro, señor. Max, tengo que irme. - Max
Recorro con mis manos la espalda de Alai mientras profundizo nuestro beso. Muerdo suavemente su labio inferior y escucho un gemido.—Max, espera, por favor —me separo de ella con nuestras respiraciones agitadas.—Nena, por favor, hablemos —ella da una fuerte respiración y asiente.—Vamos a tu casa, quiero ver a mi hija —yo asiento y la conduzco a mi coche.El recorrido fue silencioso, pero no incómodo. Ella iba sumergida en sus pensamientos y yo en los míos. Necesito recuperarla, necesito que volvamos a ser una familia; la necesito como un infierno. Llegamos a casa, bajamos, y lo primero que hacemos es subir a ver a Jazmín.—Está dormida, mi angelito —me dice Alai tocando su mejilla.—Ven, mejor bajemos para que no la despertemos —le doy un beso en su cabecita y cojo el monitor. Bajamos y voy a la cocina por un trago para los dos, ambos lo necesitamos.—Toma —le extiendo el vodka y ella lo recibe.—Gracias —me siento al lado de ella y la miro esperando alguna reacción.—¿Por qué no me
AlaiEstoy muy feliz; al fin arreglamos todos nuestros problemas Max y yo. Ahora solo espero poder llegar a ser una familia feliz, sin ningún idiota que se meta en nuestro camino.- Hola, Alai.- Buenos días, señor Alejandro. ¿Cómo amanece?- Bien, Alai. Déjame decirte que hoy estás encantadora. (Me sonrojo por su comentario.)- Gracias, señor.- Bueno, ¿y cómo te terminó de ir con el padre de tu hija? - Será que le cuento a mi jefe.- La verdad, ayer me enteré de algunas cosas, como, por ejemplo, que sigo casada con él ya que nunca firmó los papeles. (Veo cómo el señor Alejandro abre los ojos, pero me deja continuar.)- También me he dado cuenta de que me ama con locura, al igual que nuestra hija, y que todos los problemas que hemos tenido han sido por creer en otras personas y no en nosotros mismos. Y también me di cuenta de algo más - sonrío y miro a mi jefe.- ¿Qué es?- Que lo sigo amando con locura yo también y que quiero pasar el resto de mi vida a su lado. (Alejandro sonríe y s