Al ver a un apuesto joven con una expresión tan lamentable, la dueña de la casa sintió como su nerviosismo frente a la cámara se disipaba y sonrió.

—¿Quieres desayunar? No hay problema.— Se levantó y se dispuso a cocinar.

Simona echó un vistazo a la comida apenas tocada en la mesa y dijo con una sonrisa:

—Llévenos a la cocina, señora. Nosotros mismos prepararemos algo, ustedes sigan desayunando o su comida se pondrá blanda.

En circunstancias normales, la dueña de la casa no permitiría que sus invitados cocinaran, pero el jefe del pueblo les había informado que estas celebridades estaban ahí para experimentar sus vidas, así que asintió.

—Claro; síganme entonces.

El equipo de Simona siguió a la señora hasta la cocina. Ella les señaló la estufa y les enseñó como usarla; luego, agarró algunos fideos, cuatro huevos y algunas verduras, se los entrego al equipo de Simona para luego retomar su desayuno.

Una vez que la dueña de l