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Ninguno de los dos habló. Permanecimos así, simplemente mirándonos fijamente. Y puedo asegurar, que el tiempo se había detenido. 

Aún sonaba de fondo esa canción suave, como una balada. Incluso parecía una escena de un libro de amor.

El silencio seguía adueñándose de sus labios, así que, decidí romperlo.

-Hice la cena...- murmuré. Él seguía callado, y por un momento, pensé que quizá la vajilla que había agarrado no era la correcta, o tal vez no le gustaba llegar y que yo esté en el sillón mirando la televisión... Pero ¡Ya había limpiado todo! ¿Qué más iba a hacer?

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