—¿Tienes mi chaqueta negra de jeans?—Rámses había esperado que Gabriel saliese de su habitación para preguntarle. —¿La que me queda mejor a mí que a ti? Si, está en mi habitación—estaba más risueño que nunca. Rámses entró a su cuarto y no tardó ni tres minutos cuando pegó un gruñido. —¿Qué m****a es esto?—dijo enseñándole su mano a Gabriel. Desde donde yo estaba no veía lo que le mostraba. —¿Tu qué crees que sea?. Rámses achicó los ojos y vio lo que estaba en su mano. Su cara se contrajo en una mueca espantosa. —Vous êtes un cochon! Pourquoi ne nettoyez-vous pas? Brut!.¡Eres un puerco! ¿Por qué no limpias? ¡Que asco!. Gabriel se reía y cuando el portugués se quitó de mi campo de visión vi a Rámses correr al baño con su mano adelante, como si llevase una bomba en ella. —¿Qué pasó?. —Que Gabriel es un asqueroso Y entonces vi a Gabriel como se orinaba encima, literalmente, de la risa. Su jeans comenzó a teñirse de un color más oscuro en el camino que recorría su orina hasta el s
—¡Cállense todos!—grité—. Ulises ¿Qué pasó?.—Consiguieron a Hayden inconsciente en su habitación. Lo trasladarán a la clínica New Hope.—¿Qué le pasó?.—Se tomó unas pastillas, muchas—respondió Ulises.—¿Está… está vivo?.—No lo sé.Su voz se quebró tanto como mi corazón en ese momento.El teléfono se deslizó entre mis manos, toda mi fuerza desapareció por lo que sostenerlo se había hecho imposible, era inhumanamente pesado para mis ahora flácidas manos, sin embargo, Gabriel logró atajarlo antes de que se estrellara contra el piso, como si en ese momento eso fuese importante. Rámses me atajo a mí, pero tampoco sentía que fuese importante que yo cayese al piso en una dolorosa caída. Quizás así podría concentrarme en ese dolor en vez de el que comenzaba a quemarme desde lo más profundo.Gabriel comenzó a hablar con Ulises, pero yo no lograba entender lo que él repetía en voz alta para el conocimiento de todos, y tampoco quería entenderlo porque estaba asustada. Enterré mi cara en el pe
Recibí a Ulises en mis brazos y nos apretamos con fuerza.—Vive, es todo lo que sé.Y por fin el aire entró con plenitud en mis pulmones. Está vivo. Sigue con nosotros aún.—¿Por qué no te han dado mas noticias?—le pregunté mientras él saludaba a los chicos y a Fernando. Ulises negó con la cabeza.—Tienen que darnos información— Mike entró con unas zancadas tan largas que llegó a nosotros en muy pocos pasos y antes de que fuese al mostrador junto con Fernando los tomé por la ropa y con mi mayor esfuerzo los frené.—No pueden ir. Él no ingresó con su nombre—me apresuré a explicar pero ni eso me provocaba decirles. Le tendí mi teléfono a Ulises y le pedí que llamara a Ameth.Inmediatamente se conectó la llamada y Ulises planteó lo que nos estaba ocurriendo. Luego de un par de asentimientos, colgó la llamada.—Ameth dice que no ha logrado contactarse con su contacto acá en la clínica. El ingresó como Rob, no como Hayden, dice que es mejor que no preguntemos aun. Ya viene volando y llamar
El mesonero estaba secando el desastre que hice en la mesa, y yo, apenada, intentaba ayudarlo, bueno en realidad lo estaba estorbando. Es que no solamente escupí el agua, sino que en mi reacción por secar el agua, terminé tumbando el vaso con el jugo de Rámses.Gabriel, Rámses, Fernando y Mike, regresaron y se consiguieron no solo con el desastre que hice, sino con la cara de incomodidad de todos.Resulta ser que Ameth no tenía ni idea de la relación previa que existía entre Joseph y Hayden; Joseph se enteró de la peor forma de que Ulises y Hayden estaban casados, algo que no era cierto, pero a juzgar por la cara de mi amigo no lo desmentiría. Ulises estaba completamente fuera de lugar en tantos aspectos que su cara estaba contraída en una mueca extraña, en un punto medio entre asco, sorpresa y sonrisa fingida. Y finalmente, Jeremy, estaba concentrado en su teléfono porque se sentía culpable de haber hecho la pregunta.Los recién llegados se sentaron en la mesa sin hacer preguntas, pe
Era tanto el silencio que solo escuchaba el aire acondicionado de la clínica y el retumbar de mi corazón. Fueron unos 5 segundo quizás, pero se sintieron como una pequeña eternidad.Ulises, Jeremy y yo retrocedimos de la cama, les dimos espacio, ansiosos por ver lo que pasaría. Había imaginado demasiadas veces el momento en que se reencontraran, en ninguno de ellos Hayden estaba en una cama, ni nosotros en una clínica con él. Imaginé las conversaciones que podían tener, incluso momentos donde sin mediar palabra solo se abrazaban. En las noches donde más angustiado veía a Hayden lo imaginaba, quería creer que tanta felicidad producto de ese reencuentro lograría sanar todas sus heridas, casi de forma mágica. Así que a pesar de toda la creatividad que me permití tener en esa fantasía, este momento no lo había considerado ni una vez.Rámses y Gabriel fueron los primeros en reaccionar y con sus largas piernas dieron dos pasos y se lanzaron en la cama para abrazar a Hayden. Me tapé la boca
—Lamento tanto no haber podido llegar antes. Nos pasó de todo en el camino de regreso. Keithan está en este momento en el taller, el auto se recalentó en el camino, tuvimos que llamar a un servicio de grúa, en fin, fue una odisea—nos explicó Alexa.Ya la había puesto al día de la condición médica de Hayden, y aproveché también para adelantarle que la familia había hablado con él, quise contarle de esa reconciliación que fue tan revitalizante para nuestro paciente, pero dejé que fuesen ellos quienes le dieran todos los detalles de Alexa. Y sin esperar más entró a reunirse con Hayden a solas.Estaba tranquila sabiendo que Alexa conversaba con él, porque quizás canalizaba todos sus sentimientos que podían llegar a ser tan agobiantes. Finalmente, cuando salió casi dos horas después, nos pidió que habláramos con ella, aprovechando de que las enfermeras y Ulises ayudarían al rubio a asearse. Jeremy no se encontraba, se había ofrecido a buscar algunas cosas en nuestra casa y en la de Hayden
Intenté que mis arcadas fuesen lo más silenciosas posibles y abrí el agua del lavamanos para tratar de disimular el ruido, pero la sensación en la parte trasera de mi garganta, me hacía no solo arquearme sobre la taza del baño, sino también toser y lagrimear mis ojos. Una cuantas arcadas después, cuando mi estómago entendió que nada tenía para expulsar, me sentí lo suficientemente segura para levantarme del piso donde estuve arrodillada, me lavé el rostro y enjuagué mi boca.Embarazada.¿Sería realmente posible que estuviese embarazada?. Toqué mi vientre, como si pudiese sentir lo que sea que estuviese pasando dentro de él. Y no sentía nada, ni cosquillas mucho menos un sexto sentido, ese sentido materno definitivamente no lo tenía.Y no sabía si quería tenerlo.Me miré al espejo, haciendo el esfuerzo para imaginarme con un vientre abultado y todo lo que ello conllevaba, pero no pude lograrlo, tampoco quería tener esa imagen en mi cabeza. Sali del baño tratando actuar normal, pero R
No hay un día en que no piense en la decisión que debo tomar. Ni un solo día. Y con solo ese pensamiento en la cabeza los días me pasaban muy rápido, todos parecidos entre sí.Después de mi desmayo, Fernando logró inscribirnos en la universidad a Gabriel y a mí, porque no pudimos terminar el proceso aquel día. Por suerte, Rámses si había terminado el proceso y solo le faltaba retirar los horarios de clases, cosa que pudo hacer después.De eso hace ya dos semanas.Y sigo sin poder decidir. No me quedaban piel alrededor de las uñas, en momentos de estrés solía mordisquearlos, pero ahora mi horrible habito me hacía esconder las manos de la vista de todos. Menos de Rámses, él ahora vivía quitándome las manos de la boca como si yo fuese una niña pequeña y aplicándome desinfectantes que me causaban demasiado dolor.Lo que él no sabía es que yo comenzaba a apreciar ese dolor, porque mientras mis dedos ardían no podía pensar en más nada. Ni en el bebé que crecía en mi vientre, ni en el que cr