Capítulo 4
Ava se pasó el resto del día pensando en la conversación que le esperaba. No ayudó que Alessandro se ausentara durante el almuerzo y la cena. No lo vio hasta la hora de acostar a los niños, donde, como todas las noches, vino a darles el beso de las buenas noches. No le dirigió una sola mirada a ella, incluso cuando le habló para decirle que la esperaba en su oficina.

Usó cada gramo de fuerza antes de tener el valor de caminar hacia el despacho de Alessandro y pasó un buen rato antes de animarse tocar la puerta.

Ella ya no era una adolescente impresionable, se dijo. Si tan solo no hubiera permitido que el beso de la noche anterior no sucediera, no estaría en ese enredo.

—Adelante.

Tomó un último respiro antes de girar la manilla de la puerta e ingresar. Cerró la puerta tras de ella y sintió que se estaba encerrando voluntariamente en la guarida del león.

Alessandro estaba sentado trabajando en su laptop, pero en cuanto la vio se concentró en ella.

—Toma asiento —ordenó—. Por
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