La tranquilidad del día anterior se había evaporado mientras más se acercaba al restaurante donde se iba a encontrar con Alessandro. Estaba nerviosa y se sentía muy tentada a dar la vuelta. Dentro de nada tendría que confesarle porque había regresado y no se sentía precisamente emocionada por ello. Mason le había ofrecido ir con ella, pero ella se había negado. Aunque agradecía todo su apoyo, eso era algo que tenía que hacer sola. Entró al restaurante y buscó un lugar vacío para esperar. Llegaba diez minutos antes, pero vio a Alessandro esperándola en una mesa al fondo. El lugar era él más privado del lugar. Ella se detuvo un instante para recobrar valor y luego continuó caminando. Se sentía como si caminara hacia la guillotina. Alessandro la miró fijamente en todo momento. Su expresión no revelaba que estaba sintiendo y eso la ponía más tensa. Las náuseas comenzaron a aparecer. Y tuvo que recordarse respirar profundo para que no empeoraran. —No podía ser más oportuno —susurró
Tuvieron que esperar a Fabrizio y Piero durante quince minutos. Para Ava esos fueron los minutos más largos de toda su vida. La tensión era casi palpable entre ellos. Cualquier intento de conversación moría rápidamente. Cada vez que Alessandro le decía algo, ella se limitaba a responder con monosílabos. No lo hacía para castigarlo, simplemente no estaba de humor. Su vida no había dejado de correr desde que conoció a Alessandro. Sentía como si hubiera tomado un tren que aún no llegaba a su destino por muy rápido que viajaba. Estaba tan ansiosa por pisar tierra y a la vez quería que el viaje continuara porque la emoción que sentía al estar junto a Alessandro era incomparable. Jamás había considerado su vida monótona y aburrida hasta que lo conoció. Él le había demostrado que había mucho más que solo conformarse. Pero también le había enseñado el dolor que podía costar. Era por eso que no quería creer que su casi propuesta de matrimonio era real porque si lo hacía, se estaba volviendo
Ava llevaba mirando el techo por alrededor de una hora. Se le estaba haciendo una costumbre dar vueltas en la cama sin poder dormir. Estaba a nada de ponerse a practicar algunas de esas técnicas inservibles para dormir rápido. Habían pasado una tarde interesante con Alessandro, Mason y los niños. Piero y Fabrizio le habían mostrado a Mason todos sus juegos, pero no le habían quitado el ojo de encima. Era como si todavía tuvieran miedo de que ella desapareciera repentinamente. Eso le dijo cuanto los había afectado con su partida a los niños. Sabía que no había sido su culpa, pero eso no la hacía sentir del todo mejor. Luego de los juegos, habían ido a cenar fuera. Mason no había desaprovechado cualquier oportunidad para irritar a Alessandro. Si él no había matado a Mason durante todo ese tiempo era solo porque sus hijos estaban presentes en todo momento. Incluso ella admiraba su autocontrol. Mason lo había estado provocando una y otra vez solo por el placer de hacerlo. Ava le había
Error tras error era así cómo Ava podía definir su relación con Alessandro. Él ejercía un poder sobre ella que la hacía actuar sin detenerse a pensar en las consecuencias ¿Si no porque había tenido sexo con él sin haber aclarado las cosas? Eso solo lo complicaba todo. Pero no le podía cargar toda la responsabilidad a él. Ella era lo suficientemente adulta para saber lo que hacía. Eran las ocho de la mañana y aún seguía en su habitación. Había escuchado a los niños marcharse hace poco. Seguro su padre les había dicho que la dejaran descansar y solo por eso no habían venido a despertarla. Esta mañana le había costado mucho levantarse. No solo porque estaba agotada por la noche anterior, sino también porque no se sentía capaz de enfrentarse a la realidad que le esperaba más allá de la puerta. Era cobarde de su parte seguir alargando las cosas. Cuanto antes se enfrentará a Alessandro, antes acabaría con el estrés que le causaba toda esa situación. Salió de su habitación con temor. Ca
Alessandro y Ava estaban sentados en el gran sofá de la sala, hablando y bromeando. Habían llegado de su improvisado picnic media hora atrás. El viaje de regreso había sido relajado. Él la había mantenido cerca durante todo el camino, asegurándose de que estuviera cómoda y robándole algunos besos. La conversación entre los dos fluía con naturalidad. Eran momentos como esos los que siempre valoraría, más que cenas lujosas y regalos costosos. Estaban empezando una nueva etapa y necesitaban conocerse sin barreras de por medio. Ellos habían pasado tanto tiempo juntos, pero era la primera vez que Alessandro parecía estar abriendo su alma por completo. No era el único. Ava también estaba entregando su confianza sin reservas. No estaba a la expectativa de que pronto todo se acabaría. Alessandro había cometido bastantes errores la primera vez, pero ella también lo había hecho. Nunca había confiado del todo en él. Siempre estaba esperando que él se cansara de ella y cuando finalmente pasó
Ava estaba alistándose cuando Alessandro tocó la puerta de su habitación y abrió la puerta. Ella había decidido mantener el cuarto que él le había dado. Él no se había mostrado muy feliz por su decisión y trató de convencerla de mudarse con él nuevamente, pero ella se mantuvo firme. Esta vez necesitaban tomarse algunas cosas con calma. Ya no solo se trataba de ellos dos. Apenas el día anterior habían llegado al acuerdo de intentarlo de nuevo y no sería prudente dar saltos en lugar de pasos. Regresar a compartir habitación era definitivamente un gran salto. Además, Ava quería vivir un noviazgo común, por decirlo de alguna manera. Quería vivir el típico cortejo. La primera vez, todo había ido demasiado rápido que ninguno de los dos tuvo tiempo de darse cuenta de cuánto realmente se estaban involucrando. —¿Estás lista? —preguntó Alessandro y cerró la puerta al entrar. En breve se reunirían con sus amigos. Ellos la habían apoyado bastante y para Ava era importante contarles la decis
Ava estaba sentada en la cocina observando a su mamá y a Beatrice conversar amigablemente. Las dos habían congeniado muy bien en poco tiempo, tanto que parecían amigas de toda la vida. Ava estaba picando verduras para la ensalada, eso era lo único que le habían permitido hacer. Ambas mujeres se estaban haciendo cargo de la cena para esta noche y la habían relegado a una silla. En cualquier otro momento se hubiera quejado, pero no en ese. Sus padres habían llegado hace casi una semana atrás y todo ese tiempo habían aprovechado para hacer turismo. Como Alessandro no estaba en casa durante la mañanas, ella los acompañaba casi siempre, sus pies aún se sentían cansados por la caminata de esa mañana. Habían ido a recorrer tiendas para comprar regalos para sus amigos en casa. Mason había tenido que regresar a Estados Unidos hace dos días. Sus negocios no le permitían quedarse más tiempo. Además, con sus padres allí, él se sentía más seguro de dejarla. Le había dicho que si necesitaba cu
Ava despertó con los primeros rayos del sol acariciando su rostro. Sentía sus ojos hinchados y su cabeza le dolía un poco. Los recuerdos del día anterior llenaron su mente y sintió una opresión en el pecho. Extrañamente, pese a la tristeza, también se sentía protegida. Al tratar de moverse, fue consciente de los brazos que la tenía envuelta en un abrazo firme. Hasta donde recordaba ella se había ido sola a la cama. Giró su cabeza todo lo que su posición le permitió para ver quien estaba a su lado, aunque se hacía una idea, podría reconocer a Alessandro aun con los ojos vendados. Y lo confirmó al verlo. Él tenía los ojos cerrados y respiraba acompasadamente. Durante un instante solo lo observó sin hacer ningún ruido. Él se veía tan sereno e inofensivo cuando estaba dormido. Trató de ignorar la sensación de tranquilidad que le producía estar en sus brazos y se concentró en la furia que aun sentía hacia él por lo de la noche anterior. Todavía no podía creer que él no hubiera