Capituló 1 Parte 1

Capítulo 1

Destino

Noviembre 1998 Otoño.

Desde hace mucho tiempo mi hermano Mitkel, me contaba historias, anécdotas que escuchó de sus guías para ser tan poderoso, contaba que la tierra ha sufrido guerras, que no se han comparado con la primera de todas, una que dejó marcada a la existencia, que nos marcó a todos uniendo nuestra forma de vida humanas o no.

Los Nefilim hemos existido desde la era de la creación, y la gente no conoce la verdadera razón, ¿Del porque vivimos entre ellos?. Hace mucho tiempo la vida no era igual para los Nefilim, éramos los más poderosos entre la creación, todo cambió después de la destrucción, pues el creador prometió no volver a traer muerte a la tierra, pero esta ya estaba marcada por nuestra especie en un principio, siempre hemos buscado la paz. La humanidad busca destruirla extinguiéndose. Aunque hay quienes buscan esclavizarlos. Nuestras primeras guerras fueron contra nosotros, con el paso del tiempo la humanidad se convirtió en un objetivo y luchábamos contra ellos, para después volver a cazarnos entre nosotros y desde entonces, eso nos llevó a mantenernos ocultos de nuestros propios enemigos y de los humanos. Nuestra apariencia nos permite vivir entre ellos, ser como ellos, morir con el paso del tiempo y aunque él no lo admitiera en un principio, teníamos más en común de lo que negaba.

Trabajar para el FBI, si es que, es eso lo que hago justo ahora, rodeada de tantas mentes, olores y emociones. Veo lo que nos diferencia, y me resulta frustrante que todo me salga bien a los ojos humanos, que no importa cuánto me empeñe, por algo que me salga torcido, es perfecto para ellos. Aunque que diga mal una palabra, siempre para ellos es perfecto, he tenido que dejar de esforzarme. Algo que me hace sentir miserable. Lo sé. soy casi perfecta, y ser consciente de ello no ayuda a mi estado de ánimo, si quisiera sentir celos, esta sería una ocasión de esas.

Por ejemplo: 

Los celos para mí especie a veces son difíciles de controlar e incluso peligrosos. Yo acepto que siento esa emoción formada de su humanidad, siempre he querido parecerme a ellos, porque ellos poseen una conexión con el creador, una que ninguno de nosotros tendrá, pueden dejarse llevar por sus instintos más primitivos o morir en libertad. No era algo posible para nuestra raza. No desde mi perspectiva, ni de la de mi familia.

Otro ejemplo: 

Es cuando ellas quieren competir con mi belleza, es muy divertido , a veces me confunde estar rodeada de sus mentes frágiles, pero le veo el lado bueno a todo esto. Me gusta. A pesar de que son esencias que no me pertenecen, me hace sentir como una más del rebaño, esos escasos segundos robados los hago valer por mil.   

No soy una chica arrogante, no me gusta tanto amor propio y los humanos me atraen porque a ellos se les permite, pero son defectos que me gustaría tener. Se como atraerlos sin asustarlos, mi físico es el de un depredador que tiene armas para atraer a su presa, mi belleza, mi olor, son armas que uso para un bien y con algunas sonrisas, caricias inocentes sobre la piel, como un toque con las yemas de mis dedos en el hombro, rozar la mano, es suficiente para hacerlos olvidar y hago que confíen en mí, hasta olvidarse de que podría ser letal. 

 El caso es que ahí estaba, ignorando una mente mas, mientras me concentraba en el cuerpo colgando frente a mi. Aunque era difícil cuando había un matiz nuevo. Mis manos se empuñaron, encajando las uñas en mi piel, mi cuerpo reaccionó ante la esencia y esa ira transformada en dolor, me hacían regresar al miedo, el aroma y la esencia del alma frente a mi. ¿Cómo fue que termino en todo esto? ¿Porque ella? ¿Desde cuándo la trajeron?. Había algo oculto, se respiraba un olor que solo yo podía percibir, acre y azufre, esos olores que quemaban mis orificios nasales, impregnado con todo los demás alrededor. Y Un aroma a todo lo que me rodeaba en ese momento, la muerte, oxido y sal, mezclado con el perfume humano.

Esa mujer extraña, colgaba de sus brazos rodeada de las sombras del viejo edificio, el cuerpo aún tenía el balance de la muerte, y la podredumbre invadía todo el lugar… cansada de luchar… estaba tan concentrada en la víctima que justo en eso me distrajeron los sonidos de su caminar.

Sus pensamientos ya habían llamado mi atención lo suficiente para desconcentrarme en mi trabajo, pocas mentes capturaron mi atención y esta no era diferente.  

Capte el hilo de sus pensamientos y de todas las imágenes de quienes la notaron. Tan calmada y acostumbrada a la muerte como cualquier día se dirijo a la escena, vestida “Como toda una detective”, con sus botas negras de tacón, subidas hasta las rodillas, un pantalón de licra negro muy ajustado marcando la silueta de sus caderas, su camisa blanca de vestir con el cuello alzado, rodeando su piel expuesta del cuello hasta el canalillo de su busto, y una chaqueta de algodón negra que colgaba de su brazo, su cabello estaba recogido en una gran trenza. A pesar de ser una detective del FBI, su aspecto era de unos cuarenta años y apenas tiene 33. Acaba de recibirse de la universidad Washington, en criminología. Y gracias a los contactos con su padre, un militar retirado que trabajó en el ERR (equipo de búsqueda y rescate de rehenes) acaba de obtener el puesto que tanto había esperado. José Francisco Steel Johnson, mi compañero, estaba que irradiaba de alegría al verla.

El cuerpo estaba ahí colgando de la cadena, como si el asesino supiera que yo le encontraría, el viento sopló en mi dirección, recogí mi cabello falso de color chocolate con una pinza, el cual caía por mis hombros porque sentí que estorbaba, camine lentamente, temerosa de encontrarme con algo desagradable. Pero estaba decidida como con otros cuerpos a descubrir la verdad, desde que ingrese a la escena podía sentir la presencia de la muerte, están aquí, pero no se acercarán si yo estoy cerca y no era la única, Sandra la forense era una aliada y llevaba más tiempo entre los humanos que yo. Pero no me detendría, aunque esto me castigara pues era pensar y sentir cosas desagradables, y cada vez que lo hacía los malos pensamientos me hacían experimentar contra mi creador y aun así aquí estaba “Viva”. Tratando de ayudar a los humanos a que no pierdan la fe en el maestro, mientras me permitiera vivir protegería a sus amados humanos de sí mismos, esa era mi misión. 

– Hola. Soy la detective en criminología Karla Scott Josh.

– Mucho gusto, detective José Steel casos sin resolver. Bienvenida.– No hacía falta verlo para saber cómo se desarrollaba la presentaciones, una sonrisa se extendía en mi cara cuando escuche sus pensamientos. Se que no era el momento ni el lugar, pero no podía evitarlo. A veces me supera no poder leerlos. 

– Gracias... ¿Quién es ella? – preguntó la detective con un tono desaprobatorio.

– Es una amiga– le respondió José con una sonrisita. – Ahora las presento. ¡Yanis! ¿Puedes venir? – Me pidió haciéndome una seña con la mano. 

Estábamos a unos 4 metros de distancia, en un segundo piso, deje de rodear el cuerpo, acercándome sacudiendo mis manos aparentando la sensación de que tenía polvo. No me gustaba perder mi tiempo, a veces no tenía opción, con todo el ruido de radios, patrullas con las sirenas lanzando sus luces azules y rojas por todo el edificio, empezaba a experimentar el dolor de cabeza similar al estrés, añadiendo a eso la falta de sueño, el cansancio mental y eso no me ocurría a menudo, Yo sabía que era algo muy común en el distrito de Washington. Y debía fingir ser como ellos para no llamar la atención de seres indeseados.

 – Deseo presentarte a mi nueva compañera. Viene de los ángeles. Karla Josh ella es Yanis. Karla ella es Yanis — José me tomó del brazo acercándome un poco a su costado izquierdo y tuve que apartarme porque era una mala señal, estoy segura que la detective lo mal interpretaría, ya podía verlo en su mente cuando extendió su mano desconfiando de mí, solo le sonreí e incliné mi cabeza a modo de saludo.

– No le gusta mucho el contacto – explicó José sintiéndose muy orgulloso de mi don. 

– Es un placer conocerla al fin, José, no paraba de hablar de su llegada, al parecer ya estaba desesperado por tener una compañera. – intente simpatizar.

– No le creas, no estoy desesperado – Le dio un codazo juguetón. Su mirada me recorrió de arriba abajo calificando a quien se enfrentaba, era evidente que mi belleza física le preocupó, era muy arrogante, le importaba solamente su trabajo y sus compañeros , celosa a todos como una esposa cuida su matrimonio, intuitiva, y ya comenzaba hacerse de una mala opinión de mí. Mi experiencia cerca de los humanos me ayudaba a entender sus emociones, ya que estos se dejan regir por ellas, con sus cambios de humor, todos iguales, como un bipolar pueden sentir tantas cosas a la vez que siempre lograban contagiar, (pensé en tono alegre) eso es algo que a mis hermanos no les gustaba y preferían mantenerse alejados de ellos. “Será mejor no pensar en ellos, llevo tiempo fuera de casa que aún no deseo volver”.

– ¿Puede tocar las escenas del crimen? – preguntó con un tono de voz irritada, se cruzó de brazos, separó las piernas un poco en la postura lideral, dejando bien claro que ella estaba dispuesta a tomar su lugar junto a José y excluirme de su equipo, porque no formaba del todo parte, yo era un intruso para ella y nadie le quitaría su lugar. Se consideraba así misma demasiado educada para decirme que soy solo una civil consultora. Que no debería estar aquí. Aprieto los labios, reprimiendo una sonrisa para recobrar mi estado de ánimo actual. No Necesito pensar en cosas absurdas justo ahora, solo servirá para que mi temperamento se descontrole con vida propia de un momento a otro. Y me he estado bloqueando muy bien durante los últimos minutos. Mi hermano Mitkel ya hubiera marcado su territorio, como un ser superior que se cree sobre lo humanos. El los considera apócrifos, estúpidas criaturas sin cerebro que deberían ser exterminadas porque siempre los considera una amenaza a nuestra existencia. Sobre todo a la de mi hermana.

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