Capituló 2 Parte 1

Capítulo 2

Regreso a casa

El helicóptero serpentea en el rascacielos, el viento golpea mi rostro, los mechones de cabello falso ocultan mi verdadera identidad, tocando mi mejilla, sujetándome con una mano me inclino hacia adelante esperando la señal.

– ¿Estás nerviosa? – José me habla al micrófono oculto en mi oído, no contesto, estoy en esos momentos donde los sonidos de la ciudad a mis pies, los colores de las luces de la ciudad se extienden frente a mi. Me gusta la sensación cuando el tiempo se detiene, cada agente del FBI y táctico esperando de sus posiciones para actuar, me siento tan humana con el corazón latiendo a causa de la adrenalina, útil al no estar detrás de cuatro paredes, es cuando valoro mi parte humana.

– Suelten el señuelo – esa es mi señal, me inclino más a la orilla y me dejo caer en picada, solo con un chaleco cubriendo mi torso, caigo con un sonido sordo hasta que mis pies impactan contra el concreto y me deslizo por un ducto.

………

Despierto de mi sueño que es mi propio recuerdo, y me arrepiento de hacerle caso a Charlie y dormir en mi jornada laboral, porque odio que él se filtre en mi inconsciencia. Así que salgo de la oficina que me prestaron y regreso sintiendo cada emoción mientras entró a las oficinas.  

No me canso de ver sus reacciones, cada vez que entro, las misma expresiones y pensamientos de alegría, como se les ilumina el rostro al verme, se les altera el corazón, me hacen tener una sonrisa que apaga malos pensamientos propios y me distraen de mis insignificantes problemas, en esos momentos todos me saludaban como si hubiera entrado el sol por las paredes y su tarde llena de estrés, fastidiados de hacer los mismo todos los días, fuera lo mejor que les pasara, al menos así era para los que se la pasaban haciendo papeleos en las oficinas de E. Washington, “Que yo fuera su amanecer más hermoso” eso me hacía sonreír y que valiera la pena mi tiempo.

Mientras caminaba de regreso por mi vaso de té por los pasillos. Todos evitan rozarme, saben el por qué no pueden tocarme, es una regla que impuse, bastaba con un roce para leer sus recuerdos, sentir su presencia, algo que me desconcentraba, pues en este tipo de casos entre menos usara mis “Habilidades”. Mejor. Pase por los pasillos de archivos que eran unas hileras de oficinas. Con sus paredes de hueso y cartón, con sus sillas incómodas y gastadas por el uso, y escritorios con pilas de expedientes. Subí por el ascensor hasta cuatro pisos más arriba. Cruce las grandes puertas de metal hasta la sala de interrogatorios. 

El jefe del FBI ya es un señor mayor de unos 55 años, lleva sirviendo desde hace 25 años, fue gracias a su trabajo que se ha ganado el respeto de todos, unos de los capitanes más veteranos que ha habido. Y el mejor de todos. Lo ascendieron a comandante justo cuando su padre fue asesinado, nunca habla del tema, pero yo a veces lo escucho pensando en ello. 

– Aspirante… Creí que no regresaría – en cuanto entro a la sala viene directo a mí, me saludo con un beso en la mejilla tocándome por los hombros, me estudio y su tés se marcó con preocupación, tal vez me miraba más cansada de lo que creía. 

– ¿Todo está bien? 

– No es nada. Solo me falta dormir. Jefe – conteste rápido y claro para que no se preocupara. Sus manos me sostenían ligeramente los hombros y su mirada era paternal. Él me inspiraba una ternura de un padre a una hija. Ya que nunca tuve un padre. Mis hermanos como siempre evitan el tema a toda costa, algo que deje de insistir a los doce años. Siquiera conozco de quien nací. Fui criada por mis hermanos adoptivos. Mitkel y Keila. Pero jamás les vi como una figura paterna y ellos jamás me trataron como tal.

– Bueno. Me alegro esté aquí. Estos cabezotas no han podido con la testigo – dijo soltandome y dando un paso a un lado para que yo pudiera acercarme.

Como siempre me recargaba en la pared, misma postura, con los brazos alrededor de mi y después de soportar otro par de horas en los que José, Karla y David el psiquiatra intentaban hacerla hablar, todo en vano como dijo Charlie. Me despegue de la pared aún con los brazos fuertemente apretados contra mis costillas. No sé, sentía una mala presencia y no sabía cómo interpretarla.

– Ya me estoy aburriendo. No pueden ser más originales – bromeé alardeando, con una sonrisa de una chica arrogante y me reí, Charlie se unió a mí con otra sonrisa. Se alejó un poco más respetando mi espacio y no tocar.  

Alguna vez han sentido que cuando te diriges al peligro no puedes detenerte, sabes que no debes y aun así te acercas, pues ese es mi defecto, en vez de huir del peligro me siento atraída por él y hasta ahora he salido airosa de "Situaciones" . Como si me dirigiera a una sentencia de muerte mientras me aproximaba más al espejo. Enfrente estaban José y Karla que salían de la sala de interrogatorios, ella disgustada porque no logro nada como la poli mala y el cómo poli bueno. 

“Es mi turno, otra vez” pensó David el psiquiatra mientras salían los detectives. José asintió en mi dirección.

– El tiempo se nos agota hija, quizá necesitemos tu ayuda.

Asentí sin mirarlo, aun con la sensación de que ella no era humana.

David se acerca rodeando a la chica, le acomoda el cabello que cae sobre su cara con gesto amable y se sienta frente a ella.

– Hola de nuevo Nicole (suspira) ¿Podemos hablar nicole? – le habla a la chica con mirada ausente, pareciera que nunca se movió, solo tenía sus brazos estirados sobre la mesa, con sus dedos entrelazados, esperando algo.  

 – Nicole. Necesitamos que nos ayude. No estás en problemas. No has querido hablar con nadie – entonces ella clava sus ojos confusos en él, eso lo hace sentarse derecho ante su profunda mirada, podría parecer hostil, pero su rostro estaba tan en completa calma.

– ¿Crees que con decir mi nombre confiare en ti? – mi piel se erizo. 

– ¿Qué es lo que pasa? – pregunte por la reacción de David.

– Es la primera señal que da de vida. David no llegó a una conclusión final, solo la diagnóstico catatónica, el tiempo se nos acaba, la ingresaran en un psiquiátrico – contesto Karla... La chica Nicole continúo mirando a David como si le hablara en silencio. Hasta parecía que lo hacía.

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