Sophia
No sé cómo explicarlo, pero cuando lo vi frente a mí en cuanto abrí la puerta, pude sentir que mi corazón latía más rápido y me alegré de verlo frente a mí. - Hola Sophia, ¿cómo estás? - Preguntó con esa sonrisa encantadora. No dije nada, sólo negué con la cabeza y le devolví la sonrisa. - Qué bien... - Volvió a mirarme. Estuvimos un rato en silencio, nuestras miradas se encontraron. Se acercó un paso más a mí y ladeó la cabeza en mi dirección, pensando que iba a besarme. En ese momento, yo debía echarme atrás, pero en el fondo quería sentir sus labios en los míos. Así que cerré los ojos. Sentía su aliento acercándose. Pero me sobresalté. - Sophia, ¿por qué estás en la puerta?SophiaDespués de salir de casa de mis abuelos, nos dirigimos a la suya. Mientras conducía, lo hacía muy suavemente, así que apoyé la cabeza en el asiento y miré por la ventanilla del coche. Miraba los coches que pasaban a nuestro lado. Para ser un jueves ajetreado, cerré los ojos un momento y me puse a pensar en la locura que estaba haciendo. Acababa de salir de casa de mis abuelos para ir a casa de un desconocido a ser una especie de vientre de alquiler para que un tipo se salvara a causa de una enfermedad. ¡Estoy realmente loca! Creo que Tomas puede tener razón... Pronto abro los ojos y me doy cuenta de que estamos en una especie de aparcamiento... ¿Parece el centro comercial? Me acerqué a la ventanilla para ver mejor, pero olvidé que llevaba el cinturón de seguridad y la fuerza que ejercí me tiró hacia atrás. Vitor oyó el ruido y par
VítorVolvíamos al aparcamiento. Por supuesto, ella iba delante, muy sonriente. No puedo evitar decir que está maravillosa. Llevaba una falda larga verde y blanca con una abertura para enseñar esas piernas tan bonitas y un top con tirantes finos y lazos en la espalda, del mismo color que la falda. Con unas sandalias de tacón ligeramente alto. ¡Puse a esa vendedora en su sitio!***Entramos en la tienda, yo iba delante y ella detrás. En cuanto la dependienta me vio, ¡me dedicó una enorme sonrisa! Era rubia con el pelo ondulado, llevaba un vestido negro con cuello en la nuca y mangas largas, ligeramente abierto en el muslo y pegado al cuerpo. También llevaba zapatillas blancas.- Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarle? - preguntó amablemente. Me pregunto si me trata así por mi ropa.- No es por mí, es por esta hermosa m
SophiaVitor tiraba de mí para entrar en su casa, parecía tener prisa porque ni siquiera había recogido las bolsas de la tienda que estaban en el coche. Pasamos por el comedor, fue tan rápido que ni siquiera tuvimos tiempo de admirarlo, me llevó al segundo piso, subíamos las escaleras. Luego me llevó hasta su dormitorio y encontró la puerta, después se acercó a mí.- No puedo soportarlo.... - Me puso las dos manos en la cara, su voz ronca y seductora. Ni siquiera tuve tiempo de preguntar, me besó. Un beso con urgencia y deseo, acabé envolviendo sus labios con los míos. Entonces cogió una de las manos que tenía en la cara y la puso alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia él, mi cuerpo pegado al suyo y sentí su miembro. Vaya, ¡estaba tan duro!- Vitor... Me aparté de sus labios y puse mis ma
BernardoAcabo de llegar a casa. Por fin. Nada más entrar, me he dado cuenta de que el todoterreno estaba delante de casa, así que Vitor ya había llegado con la mujer que había elegido para ser la madre de su hijo. Decir eso en voz alta, ¡es ridículo! No sé a dónde quiere llegar mi hermano con esta locura y arrastrando a esta pobre chica. Bueno, espero que al menos le dé el contrato para que lo firme...Pasaba por delante del comedor y me fijé en un sobre que había. Se parecía mucho al sobre del contrato. Me acerqué a la mesa y saqué de mi bolsa unos dibujos de nuestros ingenieros, referentes a unos edificios que forman parte de un nuevo proyecto de la empresa. Puse la bolsa sobre la mesa y luego llevé la mano al sobre y lo abrí. ¡JODER! ¡Es el contrato que había dejado aquí para que Vitor se lo diera a la c
VítorEstaba frente a él, sentado a la mesa. Pronto llegó nuestra camarera, María, preparando la mesa para la cena.- Por favor, María. No pongas la mesa todavía, falta una persona para la cena. - le dije. Entonces dejó de hacer lo que estaba haciendo y me miró.- ¿Te refieres a la chica de la habitación de invitados? - preguntó. Justo cuando iba a contestar, mi hermano me interrumpió.- Deja de molestar a María con esa chica. Ahora tenemos que hablar del contrato que no le diste a firmar. - Hizo una señal a la criada para que se marchara.En cuanto se fue, volví mi atención hacia él, que se levantó y se acercó a mí. Tenía el sobre en la mano. - ¿Qué coño has hecho?- ¿Mierda? - Le enarqué una ceja. - Tuve un polvo muy caliente con la incre&iac
SophiaSentí un nudo en la garganta y una mezcla de emociones se apoderó de mí: tristeza, rabia, frustración, miedo... Todos los recuerdos de lo que habíamos pasado juntos, buenos y malos, pasaban por mi cabeza. Lo increíble que había sido hasta ahora... Allí en su habitación... Tan cariñosos... Pero cuando pienso en todo eso, se me humedecen los ojos y empiezo a llorar.Respiré hondo y decidí enfrentarme directamente a ese sobre. Sentada con el sobre en las manos, solté un fuerte suspiro. Luego lo abrí y empecé a leer detenidamente cada cláusula. Había tanta información, términos técnicos y requisitos legales que tengo que admitir que estaba un poco perdida. Pero sé que es importante leer con atención y entender lo que estoy aceptando al firmar este contrato.He tomado notas y subrayado los pasajes importantes, intentando comprender las implicaciones y consecuencias que puede tener cada cláusula. Al fin y al cabo, no quiero comprometerme a algo que pueda perjudicarme más adelante. T
VítorDespués de dejar el contrato en su habitación, bajé las escaleras. Parecían largas y empinadas. No sé por qué me sentía mal y no entendía su cambio de humor. Intenté convencerme de que no era culpa mía... Pero tenía que hacer algo. No podía dejar que Bernardo le hablara así. Me estaba molestando demasiado. ¡Maldita sea! Llegué al salón y me senté en el sofá. Ni siquiera quería ir al comedor, creo que había perdido el apetito... Pronto vi que María se acercaba, preguntando si podía poner otro plato en la mesa. Dejé escapar un suspiro pesado, luego me incliné hacia delante y dije:- No hace falta. Vengo de la habitación de Sophia...- ¿No va a bajar? - preguntó. La miré, que esperaba mi respuesta.- No. No quiere bajar. Puedes llevarle la cena a su habitación más tarde, porque no tengo apetito... -Estaba a punto de amenazar con levantarme cuando recordé su ropa en el coche. - Ah, se me olvidaba. La ropa de Sophia está en mi coche, cógela y llévala a su habitación. - Le sugerí que
SophiaEstaba en la mesa con Vítor y su hermano. No hablaba mucho. Pero Vítor no dejaba de mirarme. Cuando estaba en el dormitorio, no sé si debería haberlo hecho, pero María me convenció y acabé poniéndome aquel vestido. También insistió en que me maquillara. Nunca lo he hecho, le dije. Lo bueno fue que me ayudó, y también con el pelo. De vuelta a la mesa, noté las miradas de Vítor, y tengo que confesar que eso me hizo sentir un poco avergonzada. Intenté mantener la conversación con él, pero aquellos ojos azules eran como un océano que iba a arrastrarme en cualquier momento. Vuelvo a terminar mi comida. Qué comida tan deliciosa, tengo que decir que María tiene unas manos de hada. Incluso me ha recordado a Tomás. Me pregunto cómo estará. Intento no pensar en Tomás, porque sé que es m