VítorDespués de dejar el contrato en su habitación, bajé las escaleras. Parecían largas y empinadas. No sé por qué me sentía mal y no entendía su cambio de humor. Intenté convencerme de que no era culpa mía... Pero tenía que hacer algo. No podía dejar que Bernardo le hablara así. Me estaba molestando demasiado. ¡Maldita sea! Llegué al salón y me senté en el sofá. Ni siquiera quería ir al comedor, creo que había perdido el apetito... Pronto vi que María se acercaba, preguntando si podía poner otro plato en la mesa. Dejé escapar un suspiro pesado, luego me incliné hacia delante y dije:- No hace falta. Vengo de la habitación de Sophia...- ¿No va a bajar? - preguntó. La miré, que esperaba mi respuesta.- No. No quiere bajar. Puedes llevarle la cena a su habitación más tarde, porque no tengo apetito... -Estaba a punto de amenazar con levantarme cuando recordé su ropa en el coche. - Ah, se me olvidaba. La ropa de Sophia está en mi coche, cógela y llévala a su habitación. - Le sugerí que
SophiaEstaba en la mesa con Vítor y su hermano. No hablaba mucho. Pero Vítor no dejaba de mirarme. Cuando estaba en el dormitorio, no sé si debería haberlo hecho, pero María me convenció y acabé poniéndome aquel vestido. También insistió en que me maquillara. Nunca lo he hecho, le dije. Lo bueno fue que me ayudó, y también con el pelo. De vuelta a la mesa, noté las miradas de Vítor, y tengo que confesar que eso me hizo sentir un poco avergonzada. Intenté mantener la conversación con él, pero aquellos ojos azules eran como un océano que iba a arrastrarme en cualquier momento. Vuelvo a terminar mi comida. Qué comida tan deliciosa, tengo que decir que María tiene unas manos de hada. Incluso me ha recordado a Tomás. Me pregunto cómo estará. Intento no pensar en Tomás, porque sé que es m
VítorNo puedo contenerme cuando la veo vestida así. Me acerqué a ella, besándola con locura y envolviéndola entre mis brazos. Pasaba mis manos por su cuerpo mientras saboreaba sus labios carnosos. Ella puso sus manos en mi nuca y pude sentir sus dedos tocando mi pelo, envueltos en nuestro beso. Poco a poco, exploré cada centímetro de su cuerpo con mis manos, sintiendo su piel suave y cálida. Ella también se entregó al momento, respondiendo a mis besos con pasión y deseo. No podía esperar más. Necesitaba sentir ese cuerpo. Mi polla estaba lista y no podía esperar más. La conduje hasta su cama y la tiré sobre ella, mientras soltaba un grito. Llevé mi mano a sus labios y le pedí que se callara, pero ella negó con la cabeza. Lentamente, empiezo a besarle el cuello y bajo hasta sus pechos, acariciándolos mientras ella arquea la
Vítor- TE HE HECHO UNA PREGUNTA, ¡IDIOTA! ¿QUÉ QUIERES DE SOPHIA? - grito. Ella se acerca a mí. Creo que intenta calmarme, pero le hago un gesto para que se quede donde estaba y me alejo para seguir hablando con el tipo que quería hablar con mi morena.- Quiero hablar con Sophia. ¿Para ver cómo está? - Respondió ella. - Y tengo todo el derecho de llamarla porque ella me dio ese número, ¡llámala que quiero hablar con ella! - Entonces me di la vuelta y la miré. Mi semblante cambió por completo. Me quito el móvil de la oreja y me dirijo hacia ella, mirándola fijamente a los ojos, y le pregunto- ¿Le diste a este tipo tu número de móvil, Sophia?- Sí... le di el número. Pero Vítor, es amigo mío, donde yo trabajaba en tu Joaquim. Parece que eres... -la corto.- ¿Q
Tomás¡JODER! ¡ESE CABRÓN ME HA COLGADO! ¡QUÉ MIERDA! ¡Y sigo sin poder hablar con Sofía porque ese cabrón no me deja! Me voy a la cama y me siento, cabreado por no poder hablar con ella. ¿Pero por qué tenía él su móvil? ¿Controlaba con quién podía hablar? No voy a pensar en ello. Tengo que averiguar dónde está y sacarla de este trabajo en el que cree que está metida. No podré hacerlo mañana porque tengo que trabajar en ese restaurante de mierda, y quiero irme después de que ese viejo cabrón despidiera a Sophia. No tiene sentido quedarme allí sin ella. Podría ser el peor sitio para trabajar, pero sabía que la vería y mi día mejoraría. Sin embargo, no puedo hacerlo con la cabeza caliente. Tengo que actuar con cautela y pensamiento racional. Pero sé que
SophiaEstaba de pie frente a mí, observándome. Y con una sonrisa dulce. Incluso me recordó a mi abuela... De repente cerré los ojos y recordé a mi abuela, que cuando me levantaba temprano para ir a trabajar al restaurante, ya estaba de pie preparando el café y tenía el bollo de pan de ayer, que había cogido en la panadería, sobre la mesa con la margarina para que me tomara el café antes de ir a trabajar y con esa sonrisa encantadora dándome los buenos días a las seis y media de la mañana. Pero no duró mucho porque acabé saliendo bruscamente de mi trance cuando volví a oír la voz de María. - ¿Sofía? ¿Me oyes? - me preguntó. Abrí los ojos y miré a la mujer que tenía delante. - ¿Hola? - Señora, ¿no me ha oído? ¿Le he hecho una pregunta? - La miro fijamente, sin entender lo que dice. Sacudo la cabeza para despejarme. - Lo siento, María. Estaba pensando en alguien. ¿Qué has dicho? - pregunto, sonriéndole. - ¿Estabas pensando en el señor Vitor? - Lo has mencionado. Noto una amplia son
SophiaCamino hacia la parada de taxis, nerviosa y ansiosa al mismo tiempo por ver a mis abuelos. Subo al taxi y le doy dos indicaciones para llegar a casa de mis abuelos. Pero antes de ir a casa de mi abuela, le pido que me deje en el supermercado que hay cerca. Dice que incluso esperarme será un poco más caro. Niego con la cabeza que está bien, entonces me deja en el mercado y yo me bajo del taxi y voy a hacer la compra para llevar a casa de mi abuela. Pero ahora no voy a pensar en eso. Salí del mercado con el carrito de la compra y me dirigí al taxi, que no estaba lejos, y le hice una señal al conductor para que me ayudara a meter la compra en el maletero. Después de que me ayudara a meter la compra en el coche, me subí y luego él se subió y condujo de vuelta a casa de mis abuelos. Cuando llegué a casa de mis abuelos, me bajé del taxi y pagué al conductor, pidié
TomásEstoy en el aparcamiento del mercado esperándola y me pregunto si estará haciendo la compra para llevársela a casa, que es para lo que ha cogido el taxi. Ya me la estoy imaginando llevando la compra a casa de él, para la que debe de tener una asistenta, estoy seguro, por lo que me había dicho en el mercado la última vez que nos vimos, y para que la asistenta les prepare la comida para comer juntos. Aprieto el puño para controlar mi rabia al pensar en ella con él como si fueran pareja. Entonces oí que el conductor me llamaba la atención y me preguntaba si estaba bien. Abrí los ojos y miré fijamente al conductor, diciéndole que estaba bien y que se hiciera cargo de su vida. Si no lo hacía, no cobraría el viaje, así que se dio la vuelta y se calló. Seguí mirando por la ventanilla del taxi, observando cómo Sophia abandona