Sophia
Estaba en la mesa con Vítor y su hermano. No hablaba mucho. Pero Vítor no dejaba de mirarme. Cuando estaba en el dormitorio, no sé si debería haberlo hecho, pero María me convenció y acabé poniéndome aquel vestido. También insistió en que me maquillara. Nunca lo he hecho, le dije. Lo bueno fue que me ayudó, y también con el pelo. De vuelta a la mesa, noté las miradas de Vítor, y tengo que confesar que eso me hizo sentir un poco avergonzada. Intenté mantener la conversación con él, pero aquellos ojos azules eran como un océano que iba a arrastrarme en cualquier momento. Vuelvo a terminar mi comida. Qué comida tan deliciosa, tengo que decir que María tiene unas manos de hada. Incluso me ha recordado a Tomás. Me pregunto cómo estará. Intento no pensar en Tomás, porque sé que es mVítorNo puedo contenerme cuando la veo vestida así. Me acerqué a ella, besándola con locura y envolviéndola entre mis brazos. Pasaba mis manos por su cuerpo mientras saboreaba sus labios carnosos. Ella puso sus manos en mi nuca y pude sentir sus dedos tocando mi pelo, envueltos en nuestro beso. Poco a poco, exploré cada centímetro de su cuerpo con mis manos, sintiendo su piel suave y cálida. Ella también se entregó al momento, respondiendo a mis besos con pasión y deseo. No podía esperar más. Necesitaba sentir ese cuerpo. Mi polla estaba lista y no podía esperar más. La conduje hasta su cama y la tiré sobre ella, mientras soltaba un grito. Llevé mi mano a sus labios y le pedí que se callara, pero ella negó con la cabeza. Lentamente, empiezo a besarle el cuello y bajo hasta sus pechos, acariciándolos mientras ella arquea la
Vítor- TE HE HECHO UNA PREGUNTA, ¡IDIOTA! ¿QUÉ QUIERES DE SOPHIA? - grito. Ella se acerca a mí. Creo que intenta calmarme, pero le hago un gesto para que se quede donde estaba y me alejo para seguir hablando con el tipo que quería hablar con mi morena.- Quiero hablar con Sophia. ¿Para ver cómo está? - Respondió ella. - Y tengo todo el derecho de llamarla porque ella me dio ese número, ¡llámala que quiero hablar con ella! - Entonces me di la vuelta y la miré. Mi semblante cambió por completo. Me quito el móvil de la oreja y me dirijo hacia ella, mirándola fijamente a los ojos, y le pregunto- ¿Le diste a este tipo tu número de móvil, Sophia?- Sí... le di el número. Pero Vítor, es amigo mío, donde yo trabajaba en tu Joaquim. Parece que eres... -la corto.- ¿Q
Tomás¡JODER! ¡ESE CABRÓN ME HA COLGADO! ¡QUÉ MIERDA! ¡Y sigo sin poder hablar con Sofía porque ese cabrón no me deja! Me voy a la cama y me siento, cabreado por no poder hablar con ella. ¿Pero por qué tenía él su móvil? ¿Controlaba con quién podía hablar? No voy a pensar en ello. Tengo que averiguar dónde está y sacarla de este trabajo en el que cree que está metida. No podré hacerlo mañana porque tengo que trabajar en ese restaurante de mierda, y quiero irme después de que ese viejo cabrón despidiera a Sophia. No tiene sentido quedarme allí sin ella. Podría ser el peor sitio para trabajar, pero sabía que la vería y mi día mejoraría. Sin embargo, no puedo hacerlo con la cabeza caliente. Tengo que actuar con cautela y pensamiento racional. Pero sé que
SophiaEstaba de pie frente a mí, observándome. Y con una sonrisa dulce. Incluso me recordó a mi abuela... De repente cerré los ojos y recordé a mi abuela, que cuando me levantaba temprano para ir a trabajar al restaurante, ya estaba de pie preparando el café y tenía el bollo de pan de ayer, que había cogido en la panadería, sobre la mesa con la margarina para que me tomara el café antes de ir a trabajar y con esa sonrisa encantadora dándome los buenos días a las seis y media de la mañana. Pero no duró mucho porque acabé saliendo bruscamente de mi trance cuando volví a oír la voz de María. - ¿Sofía? ¿Me oyes? - me preguntó. Abrí los ojos y miré a la mujer que tenía delante. - ¿Hola? - Señora, ¿no me ha oído? ¿Le he hecho una pregunta? - La miro fijamente, sin entender lo que dice. Sacudo la cabeza para despejarme. - Lo siento, María. Estaba pensando en alguien. ¿Qué has dicho? - pregunto, sonriéndole. - ¿Estabas pensando en el señor Vitor? - Lo has mencionado. Noto una amplia son
SophiaCamino hacia la parada de taxis, nerviosa y ansiosa al mismo tiempo por ver a mis abuelos. Subo al taxi y le doy dos indicaciones para llegar a casa de mis abuelos. Pero antes de ir a casa de mi abuela, le pido que me deje en el supermercado que hay cerca. Dice que incluso esperarme será un poco más caro. Niego con la cabeza que está bien, entonces me deja en el mercado y yo me bajo del taxi y voy a hacer la compra para llevar a casa de mi abuela. Pero ahora no voy a pensar en eso. Salí del mercado con el carrito de la compra y me dirigí al taxi, que no estaba lejos, y le hice una señal al conductor para que me ayudara a meter la compra en el maletero. Después de que me ayudara a meter la compra en el coche, me subí y luego él se subió y condujo de vuelta a casa de mis abuelos. Cuando llegué a casa de mis abuelos, me bajé del taxi y pagué al conductor, pidié
TomásEstoy en el aparcamiento del mercado esperándola y me pregunto si estará haciendo la compra para llevársela a casa, que es para lo que ha cogido el taxi. Ya me la estoy imaginando llevando la compra a casa de él, para la que debe de tener una asistenta, estoy seguro, por lo que me había dicho en el mercado la última vez que nos vimos, y para que la asistenta les prepare la comida para comer juntos. Aprieto el puño para controlar mi rabia al pensar en ella con él como si fueran pareja. Entonces oí que el conductor me llamaba la atención y me preguntaba si estaba bien. Abrí los ojos y miré fijamente al conductor, diciéndole que estaba bien y que se hiciera cargo de su vida. Si no lo hacía, no cobraría el viaje, así que se dio la vuelta y se calló. Seguí mirando por la ventanilla del taxi, observando cómo Sophia abandona
VítorAcabo de despertarme, todavía somnoliento, y mi primer instinto es ir directamente al baño a refrescarme la cara. Me miro en el espejo y reflexiono un rato sobre mí mismo. Mis ojos cansados reflejan un sueño perturbado. Es el efecto de anoche, un torbellino de pensamientos relacionados con esa maldita llamada telefónica. Una llamada que me puso furiosa. Mientras el agua helada corre por mi cara, noto las arrugas que se forman en mi frente y las ojeras que aparecen oscuras y exageradamente grandes. Profundas ojeras que habían aparecido horas antes, haciéndome preocuparme aún más por Sophia. Atrapada en mi mente en ese momento y controlable, dejo escapar palabras impulsivamente. La rebeldía se apodera de mí a causa de aquella llamada. Mi pecho se llena de angustia al recordar el tono irrespetuoso que utilizó aquel desgraciado cuando quiso hablar con Sophia. Una oleada de alivio me invadió al darme cuenta de que por fin había conseguido solucionar el molesto problema de aquella l
TomásSentí que el corazón se me aceleraba cuando la abuela de Sophia se fue a guardar la compra. Cuando nos quedamos solos en el salón, sentí que me invadía una mezcla de nerviosismo y emoción. Parecía el momento perfecto para poner en palabras todo lo que sentía por ella. Al fin y al cabo, llevaba mucho tiempo albergando ese deseo reprimido en mi interior. Sophia siempre había sido especial para mí desde el primer momento en que la conocí. Su dulzura y su forma amable de tratar a la gente cautivaron mi corazón al instante. Estos sentimientos se hicieron cada vez más fuertes. Su sonrisa iluminaba cualquier habitación en la que estuviera. Siempre me fascinó el modo en que irradiaba una alegría contagiosa a todos los que la rodeaban, incluida yo. Era como si su risa tuviera el poder de curar cualquier dolor o tristeza que existiera en mi vida. Sin embargo, nunca fui lo bastante valiente para abrir mi corazón por completo y revelar todos los sentimientos que guardaba en mi interior. Si