1. Bienvenidos a mi mundo.
Me siento aburrido, ya no encuentro algo que hacer que logre entretenerme. Me tocará… no sé, lanzarme en bungee o prostituirme para ver si de esa manera consigo más emoción, aunque a estas alturas de mi vida, no sé si halle algo que logre despertarme un poco de emoción.Hasta ese momento, creía haberlo vivido todo. Creía que ya había tenido todas las experiencias posibles y me jactaba de ello, pero mi realidad estaba muy lejos de ello. No podía todo lo que iba a ocurrir en mi último año.Mi escuela era como las demás, aunque las demás no tienen a un personaje perfecto y digno de admiración como yo, es que, si todos fuesen como yo, la vida sería tan diferente… <sí, era un ser despreciable en ese momento, que merecía ser pateado con todas las fuerzas posibles y no sé si aún lo sea> En fin, me presento. Me llamo Nathaniel o Nathan como me conocen en mi familia y en la escuela, tengo dieciséis años recién cumplidos y de esta manera, logré convertirme en el acosador más buscado en las redes de la escuela.Ese fue un logro del que me jacté mi vida entera y aunque sí, básicamente es una porquería jactarse de algo tan horrible como eso, pero fue una época muy divertida, al menos para mí y lógicamente no para las personas que llegué a molestar.Un día como cualquier otro me levanté, pero vi algo diferente. Papá me había comprado un poster espantoso de Sleeping with sirens por mi cumpleaños, creyendo que me gustaba esa “banda”. Le agradezco el hecho al viejo, sé que lo hizo con muy buenas intenciones, pero que me regalen un poster de ese grupo es lo más ofensivo que me habían hecho, fue casi como un intento de asesinato, terrible. Por poco pierdo mis bellos ojos.De buena manera le dije que lo devolviera o mejor aún, que lo quemara, pero se lo tomó mal y me dijo que me iba a circuncidar si seguía protestando todos los días por estupideces.El año pasado, mientras cursaba mi noveno año, hubo una redada en la escuela y Andrés, mi amigo, cayó preso por ser uno de los delincuentes más buscados de la ciudad. Pensé que saldría a las pocas horas, como siempre sucedía, pero esta vez no fue así. Aún está a la espera de juicio.Lo peor es que con esa redada, mi otro amigo, José Daniel, también fue arrestado, pero él provenía de una familia similar a la mía, es decir, sin tantos problemas intrafamiliares o socioeconómicos como los que tenían la mayoría de este lugar. Él salió libre a las pocas horas, pero como era de esperarse, sus padres al enterarse del historial de su hijo (él no había ido a la cárcel antes), decidieron sacarlo de escuela y muchas cosas cambiaron desde ese momento.Me sentía solo y la escuela duró vigilada por la policía varios meses, obligaron a que hubiese orden en muchos aspectos y me vi forzado a mantener un bajo perfil en lo que terminó el año. Estaba solo, por completo, mis mejores amigos se habían ido y un nuevo año estaba por empezar, pero no tenía deseo alguno de entrar a la escuela. Nada sería igual, ya no intimidaba como antes y, de hecho, creo que ya había perdido el respeto de todos.No tenía deseo alguno de ingresar, me imaginaba lo peor y solo planeaba pasar desapercibido hasta que terminara onceavo y me graduara.Eso pensaba hasta ese momento, porque aún no había fraguado mi malévolo plan.En casa todo era bastante normal hasta ese momento. Vivía con papá y con mi hermana mayor, Lucía y como sucede en muchos casos en que los hermanos de diferentes sexos se llevan pésimo por naturaleza, en nuestro caso era igual, pero por distintas razones. Gran parte de mi vida la dediqué al arte de hacer explotar a Lucía, quién cuando no soportaba más y estallaba, me golpeaba, pero era tan satisfactorio de ver, que no podía dejar de hacerlo y lo hacía una y otra vez sin parar.
Por otro lado, papá era una persona bastante calmada y ninguno de los dos, jamás tenía problema alguno con él, aunque bueno, creo que influía que lo veíamos muy poco. Papá trabajaba todo el día, era ingeniero civil y trabajaba en obras del norte. Era reconocido en el medio y no, no era necesario que trabajase tantas horas, papá tenía un sueldo que era tres veces más que el promedio, pero lo hacía para no estar en casa, quería mantenerse ocupado y no pensar. Ese es un tema del que no me gusta hablar, Lucía tampoco lo menciona, pero ambos sabemos, sin decirlo, que el viejo aún tiene una horrible depresión desde la partida de mamá y prefiere ocuparse unas doce horas diarias para no estar en casa, en la que compartió gran parte de su vida con ella, quién ya no estaba. Mamá murió hace un par de años de cáncer de mama, mi abuela también murió de esto. Fue algo muy duro para todos y no quiero imaginar si a Lucía y a mí nos dolió demasiado, ¿cómo le habrá dolido al viejo? Ellos no eran de ese tipo de padres, que como llevan tantos años juntos, cada quién convive por su lado o que ya no se demuestran mucho cariño. Ellos sí eran cariñosos, sí se querían y todos podíamos notarlo.Lo peor de todo, es que cuando mamá enfermó, fue algo que duró mucho tiempo y creo que en parte eso fue peor, porque sufrió demasiado, bajó de peso hasta llegar a un punto en que estaba irreconocible, no había ni sombra de la mujer que alguna vez había sido. Su cabello castaño (el poco que le quedaba por las quimioterapias), había perdido brillo, así como su piel, se veía pálida y seca. Sonará muy feo lo que diré, pero era mejor que su enfermedad no se hubiese extendido por más de dos años. Habría sido mejor que hubiera muerto antes, porque sufrió cosas horribles, no había día en que no sintiera dolor y no creo que nadie merezca pasar por eso, es horrible de solo recordarlo.Así, cuando ella partió, papá dejó de ser el hombre alegre y bromista que siempre fue. No volvió a ser el mismo. Ahora siempre mantenía un semblante frío y sin expresión alguna. Sólo salía para trabajar y cuando regresaba, se encerraba en su habitación y la única vez que algo variaba, era los fines de semana en que bebía. Consumía grandes cantidades de alcohol hasta quedar casi inconsciente, era una pésima rutina. Empezaba a beber a eso de las dos de la tarde mientras veía alguna de sus clásicas películas de terror. Al menos ese gusto no lo había perdido, pero las veía mientras bebía y lo hacía hasta casi medianoche y Lucía y yo debíamos levantarlo, llevarlo hasta la cama y al día siguiente amanecía con un poco de resaca. Comía alguna cosa nada nutritiva y continuaba su rutina de películas de terror y el alcohol hasta quedar inconsciente.En ese aspecto, no sé qué hacer. Es muy difícil tratar con alguien con depresión, pero más adelante ampliaré un poco más sobre el tema.Por mi lado, mi vida era muy tranquila hasta ese momento. Me disponía a cursar décimo año, en una escuela católica de la ciudad. Antes, en primaria, solía estar en una escuela más…¿decente? Digo, era privada, pero tampoco era la más costosa de la ciudad. Estaba lejos de serlo, pero al menos, tenía buena reputación y si en ese momento, hubiera decidido ser mejor estudiante, tener mejores notas y dejar de ser el pécora de la clase, tal vez así mamá no me habría sacado de la escuela y como castigo, haberme ubicado en una escuela cercana a casa. Esto habría parecido un premio, no tener que transportarme una hora diaria para llegar hasta allí, pero no. Mamá me trasladó a esta (con obvias influencias que tenía como docente nombrada del ministerio), porque era una escuela terrible y en que sólo gente espantosa se presentaba allí. ¿Quieren acaso ver un lugar en que se reúnan todos los vagos, inservibles, gente sin talento o aspiraciones, o simplemente rateros? Sí, a este lugar me metió mamá como castigo y aunque cuando entré, a sexto de bachillerato, pensé que eso era lo peor que podría ocurrirme y sólo por si acaso, entré con una navaja que le había robado al tío Roberto, pero no, no fue lo peor. Encontré buenos amigos, mis mejores amigos de ese momento, eran dos rateros de baja calaña del sur de la ciudad, pero a pesar del historial delictivo y de que el papá del Andrés fuera “alias el pelele”, eran chicos geniales y me divertía mucho con ellos.No los acompañaba a los atracos, por supuesto, pero juntos, sembramos el terror en la escuela por mucho tiempo. Nos dedicábamos a intimidar, robabámos respuestas de los exámenes o de tareas, a veces simplemente las exigíamos y nos las daban. También creamos un sistema, una especie de filtro, de quiénes podían sentarse a nuestro alrededor y básicamente, nadie podía hacerlo y por varios años, todos se sentaban lo más lejos posible de nosotros en clases. Podíamos estar sentados comodamente porque toda la plebe se arrinconaba a un costado del salón.Vivía como rey, solo faltaba quién me echara aire con palmas y una mujer que me diera uvas en la boca, como un buen faraón, pero vaya que mi reinado de terror, luego de un largo tiempo y como sucede con todos los malvados de las películas, iba a terminar y de una manera muy mala.Mamá con el tiempo, ya se había rendido conmigo. No sabía con exactitud todas las cosas malas que yo hacía, sólo se enteró del tema de las extorsiones, pero como no perdía ningún año (evidentemente porque copiaba las respuestas y cada tarea), dejó de importarle. Entonces creí, que podía ser pedante y que jamás recibiría mi merecido, pero no fue así.Yo no hago más que mirarme al espejoYo la verdad no me encuentro tan guapoMe encuentro simpático, un poco maniáticoQuizá de este lado un poquito mejorPero ya te digo no sé lo que pasaQue todos los días me escriben mil cartasLlaman a mi casa, y luego no hablanSolo se oyen risas tengo que colgarHas sido tu, que crees que no te he vistoHas sido tu, chica cocodriloHas sido tu, la que me dio el mordiscoHas sido tu, has sido tu, has sido tuMe desperté y desayuné, con mi usual rutina de escuchar música antes de salir. Por lo general algo de Cerati, los prisioneros, o como en esta ocasión: Hombres G. Fui a la escuela en mi horario habitual, me puse unas botas y una camisa con cuadros, un atuendo casual porque sí, iba a empezar el primer
Chica rara y nefasta.No podía sacarme esa imagen perturbadora de mi cabeza, el con esa cara de intestino en verdad engañaba, mostraba algo que no era. Le dije a mi hermana que el no quiso hablar conmigo, era mejor mentirle porque esto la haría sentir peor de lo que ya estaba, no podía hacerle eso a mi hermana.Sé que es difícil de creer, pero ella es lo que más quiero en el mundo o bueno, junto a mi papá, quién a pesar de que me reseteó el otro día, es un tipazo y sé que nos adora, pero es que con Lucía, las cosas eran lógicamente diferentes. Ella me ayudó mucho en mi niñez y preadolescencia. Me enseñó cosas que me sirvieron de mucho en un futuro, incluso, a sobrevivir en algunos aspectos. Me había hecho lo que soy, que me gustara leer y ver películas de culto. Me enseñó a vestirme mejor y cu
Bill Manguera, mi mejor creación.En el transcurso de esa semana no la volví a ver, eso me resultó curioso, pero decidí concentrarme en Bill Manguera, mi alter ego. ¡Pobre Marcelo! Comentaba la gente de la escuela, no dejé de publicarle cosas en una semana, todas por supuesto, eran ofensivas. Luego de una semana me bloqueó, era lógico que lo hiciera, pero no entendí el por qué lo hizo tan tarde.Cuando me bloqueó, empecé a acosarlo por mensajes a su teléfono celular, de ahí si no podría bloquearme jamás. Le enviaba un mensaje tras otro sin parar, para que no dejara de sonar su teléfono, le dejé mensajes en la madrugada, en la noche, en el día, le decía cosas como: “Te estoy observando” o “Te amo”, me gustaba sonar contradictorio para enredarlo, además, Bill a veces se comportaba como gay y
CelosLa busqué mucho tiempo durante el descanso, pero no la encontraba, no había notado hasta en ese momento que mi escuela era bastante grande. Recorrí cada rincón, pero no lograba hallarla. Estaba agotado y al final, la encontré de nuevo en la biblioteca, estaba sentada con el perdedor de David, sentí ganas de escupirlo, pero no sé por qué. Me senté junto a ellos sin importarme un bledo si los interrumpía o no.-Buen baile Mia, me dieron ganas de comerte- Le dije sonriendo.-¿No ves que estoy ocupada?-Me dijo bastante molesta.-No, no lo veo.-Lindo vestido Nathan.-Me dijo Mía.-¿Cómo sabes mi nombre?-Todos lo saben-Respondió el maldito David, el no debió nacer. ¿Quién carajos te dijo que hablaba contigo? Infeliz.-¿Qué querías decirme?-Me dijo Mía resignándose.
Los mejores amigos del mundo.Nos mandaron a visitar el museo moderno de la ciudad. Íbamos todos los de décimo, así que, por ende, iba Raúl y Mía, genial. Me alivió un poco ver que iban separados, ella estaba sola mientras él estaba con su grupo de amigos. Aproveché cuando entramos al museo para acercarme a ella, quién vestía sombría como siempre, pero su semblante, era diferente esta vez. No se veía enojada o sin expresión como siempre, parecía ida y no entendía si es que le sucedía algo, pero no podía preguntarle así sin más, me arriesgaba a que quisiera acribillarme.-Mía, llevas tiempo sin amenazarme.-Le dije sonriente, pero no pareció prestarme mucha atención, estaba absorta en algo y no sabía qué era.-Sí…-Contestó a duras penas. Observé alrededor
Cumpleaños de la sabandija de Raúl.Acordamos que me pasarían a buscar a las seis para ir a la fiesta de Raúl. Les conté abiertamente mis sentimientos hacia Mía, porque de igual forma lo notarían, creo que cualquiera a estas instancias, podría notar de lejos lo mucho que ella me gusta y aunque no me comprendieron, decidieron ayudarme a separarlos. Ese sería el inicio de mi malévolo plan en contra de Raúl.Además, serían mis nuevos cómplices y me acompañarían a seguir a nuestros compañeros, los hermanos vigilarían a Raúl en las tardes afuera de su casa y Mickey y yo vigilaríamos a Mía en las noches. Un día antes me ayudaron a enviar mensajes aún más épicos que los anteriores, aunque la mayoría los hice solo yo, pero creo que ellos me dieron la inspiración. Los hermanos le
Deprimido y con buenos motivos.Una rápida traiciónY salimos del amor,Tal vez me lo busqué.Mi ego va a estallarAhí donde no estásOh, los celos otra vez.¿Qué otra cosa puedo hacer?Si no olvido moriré,Y otro crimen quedaráOtro crimen quedaráSin resolver.Salí bastante satisfecho de su casa, ella no me dio su número y yo tampoco pensé en pedírselo, pero el éxtasis me duró poco cuando Mía regresó a mis pensamientos, como siempre lo hacía. Irrumpiendo donde no debía. Pensé en volver a la fiesta, pero no tenía ganas de hacerlo, en el fondo me sentía culpable por lo que había hecho, me sentí como si la hubiera traicionado a pesar
Soy leyenda, nadie podrá olvidarme.Sabía que me había excedido, estaba hasta el cuello lleno de preocupaciones, los errores que no había cometido en todo el año, los cometí todos en quince minutos y por una razón absolutamente ridícula: despecho, qué bajo he caído, maldición. Todos salieron disparados apenas se dio el momento y como era de esperarse, algunos lloraban a chorros, angustiados e incluso, traumados, pero, por otro lado, otros estaban increíblemente felices de haber tenido una experiencia cercana a la muerte y alardeaban sobre este hecho. No hay otra forma de decirlo, qué payasos, qué porquería. Aunque sí, me jactaba de mi inmundo logro. Sabía que era repugnante y miserable, pero me encantaba serlo.Enseguida escuché a la gente comentar que unos habían soñado que un ataque terrorista de este calibre nos iba