Capítulo 09

—Buenas noches, con todos, mi nombre de Linda Olivares y seré la asistente del señor Rentería por esa noche, ya que la señorita Carla por inconvenientes personales no ha podido asistir — Motivos personales un comino, ella no debiera estar aquí con esta manada de lobos hambrientos por comérsela, el único lobo hambriento soy yo, vamos Sebastián cálmate, nunca te acuestas con empleadas ya lo sabes.

—Dejen de mirarla como si nunca hubieran visto una mujer hermosa en sus vidas, siéntate a mi lado dulzura, que mal educado eres Rentería dejar a tu asistente parada — Era cierto de lo impactado que me encuentro con su manera de vestir que hace que todo en ella resalte de manera elegante, no está siendo vulgar, el blanco le quedo perfecto con su cabellera rubia hasta su cadera y esa sonrisa que muestra, siento que esa sonrisa me quema por dentro, siento que esa sonrisa acelera mi corazón de una manera que no quiero, pero de una manera extraña no puedo dejar de verla sonreír, de alguna manera ha logrado que su sonrisa acelere mi ritmo cardiaco y eso no puede suceder.

—No necesito que le digas a mi empleada donde o con quien debe sentarse, así señorita Olivares ¿Qué debería hacer usted en ese caso? — Y ahora una sonrisa se dibujó en mi cara, hacía mucho tiempo que no sonrió se siente algo turbio.

—Estoy muy alagada con usted señor Harrison, pero el señor Rentería es mi jefe y mi deber es sentarme a su lado, pero miré quedo frente a usted así igual no lo perderé de vista — ¡Maldita sea! Eso no lo voy a permitir.

—Harrison cambia lugar con Bermúdez —No pienso en este momento, me estoy portando como un hombre de las cavernas, no debería ser de esta manera, no debería creerme con derechos, pero esta mujer hace que no sea yo cuando la tengo cerca.

—Jódete Rentería, no soy tu empleado soy un cliente potencial y no puede decirme que debo no debo hacer, con esta vista privilegiada de la hermosa dama no se juega — No soporto este show barato, lanzo mi servilleta y pido disculpa, tengo y necesito calmarme y dejar de pensar en esta mujer que apareció hace tres días y ha logrado que todo en mí se distorsione anulando mi raciocinio.

Los escucho murmurar a mis espaldas, mientras me dirijo a los servicios de caballeros, una vez dentro, necesito verme a espejo mojarme el rostro y hacerme entender a mí mismo.

—¡Carajo Sebastián! Eres un empresario exitoso, que si te diera la gana podrías tener a cualquier mujer a tus pies, si te diera la gana la tendrías comiendo de tu mano y arrastrándote por ti, solo mírate eres exitoso, atractivo, eres el sueño de cualquiera de las que están ahí afuera, déjate de estupideces y reacciona es una empleada, una que le sonríe a la ligera a cualquiera, una que anda coqueteando con los clientes potenciales seguramente porque obtener algún beneficio a la larga, si eso es, es como todas una interesada y convenenciera.

Como si con eso lograra calmar las ganas que han empezado a crecer en mí de querer tocarla, de querer probar sus labios, es una sensación extraña y confusa, nunca ha necesitado tanto probar a una mujer, no quiero recordar cuando fue la última vez porque es un recuerdo que lastima, me prometí a mismo que nunca más volvería a ser este estúpido y blandengue hombre que cayó en las redes de una cualquiera.

—Señor Rentería ¿Se siente bien? Lo están esperando para concretar el trato — Su voz, esa voz podría hasta jurar que, tengo el cerebro atrofiado por culpa de ella, ando alucinando como si estuviera ebrio y no he terminado mi trago aun, su voz me está excitando y mi cuerpo lo manifiesta ¡Mierda!

No resisto más, necesito probarla, aunque sea una vez y calmarme de una maldita vez

—¿Qué está haciendo señor? — Mientras la tome del brazo y la pegue contra el marco de la puerta pegando mis labios a su cuello, aspirando su aroma, como si fueran feromonas que encienden la bestia interna que traigo dentro, mi juicio es nulo en este instante, siento su respiración agitada al igual que la mía, siento los latidos de su corazón acelerados como caballo desbocado.

—Ese vestido le queda como pintando, me gusta el color blanco ¿Sabía? — Ella traga grueso y sé que se está resistiendo y haciéndose la fuerte, pero yo no quiero resistir más y cuando estoy a punto de tocar sus labios primero paso la yema de mis dedos por ellos, delineándolos como los estuviera reconociendo, es boca suya me llama, me impulsa a probarlos de una vez por todos, ella me mira, veo sus pupilas dilatadas, sé que en sus ojos hay deseo al igual que los míos, no podre calmarme con solo un beso, voy a querer más, voy a necesitar más de ella, voy a querer probar cada parte de su cuerpo, quiero dejar mi huella en cada pliegue de ella.

—Su prometida lo está esperando también — Y se aleja dejándome sin palabras y sin saber cómo reaccionar ¿Lena? ¿Qué carajo hace ella aquí? Muevo la cabeza y trato de calmarme, ella no debe estar acá, sabe muy bien que nuestro trato es cuando y como yo quiero, no puedo cruzarse en mi camino como si de verdad fuéramos una pareja, me acaba de espantar a la presa del día, pero sé que al igual que yo, ella me desea,

MINUTOS ANTES

LINDA

—Buenas noches  caballeros, me parece que vi a mi prometido con ustedes hace unos minutos — Dijo ¿Prometido? Entonces Sebastián se va a casar con ella, ¿Cómo se va a casar con esa bruja? No puede ser verdad, él no pudo caer tan bajo para enredarse con esta tipa.

—Usted lo ha dicho estaba ¿NO sabía que el señor Rentería estaba comprometido? — No quiero escuchar que se casarán pronto y tendrá muchos hijos con la casa perfecta, tengo ganas de taparme los oídos y no escuchar su horrible voz

—Mi Sebas es así de reservando, aún no hemos fijado hecha, pero seguramente en cualquier momento lo hacemos

El odio recorre todo mi ser, esa manera en lo que lo nombra, como si supiera que con eso me está matando, la detesto como no tiene idea, al final logro lo que quería pretender quedaré con él, no sé cómo él pudo dejarse envolver por ella, es imposible de creer que ella y él, no puedo imaginarlos juntos y no quiero, me disculpa disimulando un poco mi voz y observo que ella me queda viendo de pies a cabeza como si así lograra menospreciar el tipo de mujer que soy ahora, claro no tengo trenzas, no tengo frenos o unos horribles anteojos, le estoy dando la espalda cuando oigo como ellos explican que soy la asistente de Sebastián, dicen que tú sientes cuando alguien tiene la mirada clavada en ti y eso es lo que siento con esa mujercita.

Cuando llamo a mi jefe por su nombre no recibo respuesta hasta que segundos después abren la puerta y me pegan con ella, es él, siento que todo en mí tiembla sentirlo tan cerca, su aliento sobre mi cuello, hace que mi boca se haga agua, hace que mi corazón lata de manera desenfrenada, siento hasta mis pezones erizados de cómo me siento tenerlo tan cerca, con su cuerpo y su virilidad pegada al mío, quisiera entrar en ese baño y arrancarle la ropa y que me haga suya de todas las maneras posibles, pero la imagen de Lena viene a mi mente y la palabra prometida hace que ese nivel de excitación que tenía al sentir sus dedos sobre mi boca se esfumara, lo amo, lo adoro, pero saber que lo une algo a ella, me está volviendo loca, necesito pensar las cosas.

—Su prometida lo está esperando.

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