Amanda se volvió hacia mi sin entender, cuando recibió el sobre manilado de manos del hombre él se dio media vuelta sin decir nada más. Ella extendió el sobre y allí estaba la dirección de la casa y todo lo demás correspondiente a Amanda, pero estaba dirigida a Marianne Cooper. —Que extraño… — dijo pasándomelo, yo lo tomé y sopesé, palpándolo parecía tratarse de un CD corriente. Era extraño recibir correspondencia y más aquí donde nadie parecía conocerme. Busqué entre la gente estirando el cuello para ver si reconocía a alguien pero solo el brillo de los lentes negros que ahora portaba Liam me devolvieron algún reconocimiento. —Seguramente quien te lo envió sabía que te encontrarías aquí.— dijo Amanda Cuando abrí el sobre vi que el CD era un DVD. No tenía ninguna nota ni nada, solo la marca fina. —¿Quieres que vayamos a verlo?— preguntó Amanda a mi lado, al parecer bastante curiosa, como yo, del paquete. —Estamos en la fiesta… — dije pensando en que tipo de fiesta los anfitrione
La puerta se cerró con un sonoro chasquido mientras yo solo seguía ahí, luchando, conteniendo el impulso loco de saltarle encima y besarlo, pero no sabía cómo reaccionaría, él había confiado en mí y yo le había escupido en la cara, no de modo literal, pero me sentía como si lo hubiera hecho y eso era definidamente doloroso, y más doloroso y vergonzoso seria que me empujara lejos de él y solo estuviera allí, haciéndome ansiarlo para rechazarme por la injusticia que había cometido. —Pour toujours dans mon Coeur— dijo sencillamente casi en un susurro. Mi corazón se apretó con dolor, el dolor del deseo al escucharle hablar en francés. Subió su mano derecha y lentamente la empujó en mi dirección, en una invitación, o por lo menos eso me pareció. —Dios Mío… — dije sin poder resistirlo más. Fue lo único que pude hacer, en ese momento una ola del deseo suprimido por él atacó mi cuerpo, no tuve voz, no tuve aliento más que para levantarme rápidamente y correr hacia él para abrazarlo, si me
El placer me inundó como el agua inunda a una piscina, lenta ardorosa y seductoramente, sentía vergüenza de desear esto pero me sentía al mismo tiempo en libertad de pedirlo, nunca en mi vida había tomado nada para mí y ahora él estaba adorando mi cuerpo como si de verdad fuera valioso. Abrí los ojos sin haberme dado cuenta en verdad en que momento los había cerrado, lo miré, sus esculpidas mejillas estaban rojas y sonreía seductoramente consiente de lo mucho que lo deseaba y de lo mucho me gustaba que amara mi cuerpo.Se puso de pie rápidamente y me apretó contra el besándome con urgencia, di un paso hacia atrás y mis caderas tropezaron con la mesa. Él me levantó de la cintura, y me sentó con suavidad sobre la mesa sin separar nuestras bocas, y si se daba el caso sin separar nuestras miradas, algo en mí se rompió ante el entendimiento de una cosa y ese algo roto fue mi inseguridad, los ojos de él me hablaban en ese lenguaje y me decían todas las cosas seductoras
Él sabia lo que era no tener madre, pero para mi era peor tenerla y saber y que ella no quería tenerme a mi. Nunca supe si yo había sido un accidente o si solo había sido deseo de mi padre que naciera, sentí que los brazos de Edgard me ceñían apartándose de mi cara, identificando inexplicablemente el motivo de mi dolor. —Ssshh.. princesa — sollocé un poco mientras él me abrazaba. Había contado en cierta ocasión esta debilidad a Amanda — Ahora me tienes a mí, a nuestro hijo, a Amanda con Jason… —Me hubiera gustado que mi madre compartiera esta felicidad — dije amargamente contra su pecho.—Mírame… — me dijo él después de un momento, cuando me calmé.—Algún día… — comenzó a hablar, y le miré la boca con mis ojos llorosos — Ella va a darse cuenta del error que cometió, pero ahora es tiempo de pesar en ti — sonrió de lado antes de continuar— en nosotros… Me permití dejarme llevar por el placer de sus ojos y olvidarme de la presió
Nuevamente sentí el poder de su deseo en mi cuerpo, cómodamente alojado en mis caderas anhelantes, me derretí y lo abracé con fuerza y lo toqué por que lo necesitaba y él sonrió contra mi mejilla cuando le besé y lamí el hombro y a la vez desabrochaba el cinturón de su pantalón y desataba el resto hasta que lo sentí en mi mano.—Me vas a matar — dijo contra mi oreja mordiéndome el suave lóbulo. Lo acaricié como mi instinto me ordenaba y por sus gemidos y gruñidos supe que le agradaba el modo que había conseguido. Me apretó los hombros con fuerza y su respiración entrecortada y agitada se estrellaba en mi cara y parte de mi cuello.Después de un tiempo sentí que sus dedos se cerraban sobre mi muñeca y me la apartaba, lo que dijo sonó a suplica.— Es suficiente Pero yo nunca tendría suficiente y a juzgar por el brillante deseo de su mirada el tampoco. Nunca me había sentido mas necesitada, ni deseada.—Quiero tocarte… — dije deslizando mis manos por su pecho cintura y espalda— quiero s
Durante esa noche él se dedicó a hacerme el amor, y yo a él, hice cosas que nunca había imaginado hacer, fantasías ocultas que él hizo realidad para mi y yo para él… nos tocamos y exploramos mutuamente averiguando las muchas formas de obtener placer el uno del otro, él tenia mas experiencia que yo pero, como pensé antes, las fantasías se hicieron realidad y no eran sucias, por que eran las fantasías eróticas de personas que se amaban, no solo por satisfacción física sino espiritual y eso hacia de esas fantasías puras, el verdadero amor acompañado del encuentro de los cuerpos deseosos uno del otro.Para entonces yo deliraba de placer y me sorprendía el grado de testosterona que debía tener Edgard en su cuerpo por que durante toda la noche fue sexualmente activo, y no era que me disgustara, al contrario, pero me sorprendía a la vez.—Tu eres la causa así que no te quejes — me dijo en medio de una nueva unión, la numero… Ah no era mas que un guiñapo en sus manos, una masa uniforme que de
Él dejó de caminar cuando el verbo felicidad cruzó por mi boca. Sabia cuanto había tenido que pasar, desde el rechazo de mi madre hasta el odio infundado de Jessenia.—Pero… como vas a… criarlo… necesita un padre… — añadió lentamente.—Y lo tiene… él está… está aquí papa — dije revelando la presencia de Edgard.—Se lo dijiste… — me dijo él, debía sentirse dolido de que Edgard se hubiese enterado primero que él pero en ese momento las circunstancias no eran favorecedoras para ninguno de los dos — Te debió dar la espalda… un hombre… como él — sacudió los puños y dijo después de otros — Debes decirme dónde es que… trabaja… él debe responder… así le hayas pagado… —No lo hice… — dije en voz baja — O bueno si le pagué pero él no aceptó el dinero… Él me miró fijamente, debía ser complicado de aceptar que un prostituto que se acostaba con mujeres para recibir dinero no se lo hubiera recibido a su hija…— Pero… entonces… ¿cómo fue que se enteró? —Amanda quería que se lo dijera pero yo no… é
EDGARD El inevitable beso de la despedida se dio y tuve que dar media vuelta para irme. En cuanto la deje me dirigí a la vía principal que conocía y aborde un taxi con intenciones de irme a dormir dolorido de cuerpo por no poder estar con ella y feliz del alma por que al fin, el luchado sueño de mi vida, de ser parte de algo mas que de un burdel, se hacia realidad. Ahora tenia una familia e iba a ser parte de ella, tendría la mia, mi propio hijo y mi propia mujer y tambien a mi propio padre. Cuando llegué al hotel decidí llamar a Alexander para ir arreglandolo todo, a fin de que pudiera tomar mis ahorros y pudiera dejar de lado, de una vez y por todas, la vida a la que a temprana muerte de mi madre me había condenado. —¿Ambrosia?— contestó la lúgubre y entrenada voz de Carl, el recepcionista. —Carl… es Edgard… — dije. —Jefe— dijo él evidentemente sorprendido y seguramente asustado de haber hablado así al jefe, pero ese era el entrenamiento que había recibido y yo como antigua a