EDGARDCerré la puerta meticulosamente y me dirigí hacia el guardarropa a sacar mi maleta y me desajusté la corbata, en la noche el calor parecía aumentar o tal vez se tratara de mis alteradas hormonas, en fin. Saqué solo el pantalón del pijama ya que debía dormir cómodo, si quería tener las fuerzas necesarias para luchar contra lo que se apoderaba de mi cuando veía a Marianne Cooper. Escuché que la ducha se cerró pero ella no salía, me senté en el sillón de la pared y me dediqué a mirar televisión intentando concentrarme en las sosadas que por ahí pasaban. Cuando finalmente abrió la puerta el perfume del baño inundó la habitación, hice lo que estuvo a mi alcance para mostrarme sereno y tranquilo, recordando que lo único que sentía Marianne Cooper hacia mí era amistad. Seguí pasando los canales, consciente, por el rabillo de ojo, que me miraba y luego caminaba lentamente hacia la cama. Traía puesto un camisón de niña que dejaba sus piernas al descubierto, pero la miré rápidamente para
EDGARDMe dediqué a pensar mientas escuchaba a Marianne recostarse en la cama. Yo, en el sillón, más que nada en el mundo, deseaba tomarla. Tan desesperado estaba por ella que mi cuerpo sentía que mi conciencia podía olvidar sus palabras y luego la poseería para liberar de una vez todo lo que sentía cuando la tenía cerca. Pero mi resolución era firme y quisiera o no mi cuerpo debía controlarse. Mi sueños, todos eróticos, me hicieron despertarme varias veces en lo que quedó de la noche, sudaba y tenía todo el cuerpo en tensión por el deseo no satisfecho. La última vez que me desperté eran casi las siete de la mañana. Sentía el calor de una persona frente a mí y su olor me hizo identificarla. Marianne me estaba mirando desde arriba, pero no abrí los ojos, no estaba preparado para verla de nuevo sin saltarle encima o para su perorata sobre las disculpas. Sentí que me arropaba y el gesto me enterneció hasta límites insospechados. Hacía mucho, demasiado tiempo, que nadie tenía ese gesto co
MARIANNEY era demasiado injusto, estaba por segunda vez enamorada y la vida me daba esto, el amor hacia un hombre al que no le inspiraba ni un mal pensamiento. Cuando me calmé estaba abrazada a Amanda y mis sollozos poco a poco iban perdiendo su fuerza, la aceptación, supuse, llegaba después de la negación… Cuando fui consciente otra vez escuche una risita detrás de nosotras, ninguna de las dos se había percatado de que Jessenia estaba ahí, no sabía cuánto había escuchado, resequé las lagrimas para que no las viera.—Por favor — dijo odiosa — No manifiesten el amor que sienten la una a la otra en público, para eso hay habitaciones. — Amanda casi se le va encima pero la detuve a tiempo.—No Amanda — le rogué desesperada, lo último que necesitaba era una reprimenda de mi madre porque Amanda le había puesto un ojo morado, además Jessenia no merecía ni un mal pensamiento de Amanda.—Nadie te ha llamado, puta, lárgate de aquí — dijo Amanda entre dientes y traté de contenerla otra vez, Jes
MARIANNEAturdida, absorta, feliz, sorprendida, excitada, extrañada y todos los sinónimos que se me ocurrían todos pasaban por mi mente en un juego de imágenes de Edgard mezcladas entre sí poniéndome nerviosa.La actitud de él era inexplicable y me tenía tan confundida como un bebe recién nacido. Suspiré y miré hacia donde estaba él ahora, al lado de mi padre. Vi que Jason estaba haciendo las presentaciones ante Emmanuell y que él, al igual Roselyn, aceptaba a Edgard con camaradería. Se estrecharon las manos y Emmanuell le pasó un brazo por el hombro, le puso un puño en la cabeza y comenzó a frotarle la coronilla despeinándolo con ganas. Una sonrisa luminosa cruzó la cara de Edgard. Cuando me miró yo encogí los hombros y traté de pedirle disculpas en una silenciosa mirada, excusarme por la conducta excesivamente confianzuda de Emmanuell, pero cuando me hizo un guiño un violento calor me asaltó la cara. Debía parecer una paleta. Me di la vuelta para que no me viera, las cosas podían se
MARIANNECuando ganamos, milagrosamente un punto marcado por mí, gritamos con júbilo, esa había sido la idea desde el principio y todos nos abrazamos.Edgard me levantó del suelo por detrás y dio varias vueltas conmigo como si pesara menos que una pluma. Reí, la libertad en sus brazos era una sensación inigualable, cuando me soltó se quedó detrás de mí y aspiró mi cuello lentamente.— Me encanta como hueles Considerando el calor que hacía y que me sentía como un cerdo asado aquel cumplido me llegaba a las entrañas. Me di la vuelta y vi su mirada intensa otra vez, aun no se había ido.—Quiero besarte — me dijo con voz ardiente, corroborando la intensidad de sus ojos.Yo solo me quedé en silencio que él interpreto correctamente como una señal de rendición. Enterró mi boca con la suya y la movió rapidísimo apretándome de la cintura y levantándome al menos seis centímetros del suelo. Como siempre enredé mis manos en su pelo y atraje su cabeza más hacia mí. Su sabor era inigualable y el c
MARIANNEAl parecer la intensidad de sus besos aun no había disminuido, me tomó con la misma ansia de antes. Rocé sus dientes perfectos con mi lengua y luego empezó otra vez, el beso era demasiado profundo, la intensidad y movimiento de su lengua imitaba otra posesión mas básica. Yo gemía y gemía mientras él seguía llevando el control de todo. Su nombre se me escapó en muchas ocasiones en el momento en que nuestras bocas se separaban para intercambiar nuestras respiraciones.—Amo tu boca — dijo contra ella antes de volver a besarme sin contemplaciones. Sentí sus manos en mi espalda en mi trasero. En mis caderas, en mi espalda, una vez, otra y otra más. Yo tocaba lo que me atrevía, sus hombros sus brazos. Sus manos, su cara, su pelo. La canción terminó en medio de los aplausos. Habíamos pasado desapercibidos pero yo no podía más.—Tienes que llevarme a casa… ¡Ahora!— exigí, demasiado consciente de que era lo que le iba a pedir — Tienes que llevarme… — repetí contra su frente. Él asinti
MARIANNE—Que te cubras no impedirá que te vea… — besó un dedo, sentía mi pulso ahí en sus labios — No impedirá que te deseé — besó otro dedo y lo lamió suavemente — No impedirá que te tome como quiero hacerlo — Cuando llegó al meñique lo introdujo en su boca y lo chupo con suavidad. Gemí otra vez.Lo tuve sobre mí en ese momento deseando su boca otra vez. Sentí sus manos en mi espalda y en mis caderas. Sus besos exigentes me mareaban. Pero era el punto de no retorno. Lo sabía cuando su mano subió por mi muslo buscando su íntimo objetivo. No tenía miedo, estaba estupefacta. El corazón me palpitaba a velocidades inimaginables. Su mano me tocó donde nadie lo había hecho antes. Él estaba marcando mi cuerpo. Y lo hacía muy bien. Se movía con lentitud acariciando cada parte de mi intimidad como si fuera una joya preciosa. Giraba mi cabeza de un lado a otro cuando esas sensaciones desconocidas me atacaban, tanto como su mano.Cuando sentí sus dedos en mí casi grité ante la sensación. Me sen
EDGARDAl poco rato se quedo dormida.Acaricié sus cabellos repasando su forma y su tacto. Miré nuestros cuerpos como uno solo, el uno para el otro.Había caído en sus brazos, me había atado como nadie, no había ni quería que hubiera escapatoria, besé su coronilla y acaricié su cintura lentamente. Escuché que suspiraba y luego entre sueños dijo:—Edgard…. no me dejes… — había miedo en sus palabras y su sueño, sentí tal enardecimiento que me entraron ganas de arrancarla de ese sueño y hacerle el amor mil veces mas.—Aquí me tienes… — susurré en el oído sintiéndome cobarde por no decírselo cuando estaba consiente… — y te amo… — miré el anillo de mi mano…Finalmente y tal como mi madre había predicho, tenia una dueña ahora. Era mía y yo era suyo se lo diría apenas tuviera oportunidad.***MARIANNEEsa fue una de mas mejores noches de mi vida, mis sueños fueron perfectos, nada que ver con las acostumbradas pesadillas de ser la menos atractiva de todos, de encontrarme en medio de la nada s