MARIANNEMas que bailar nos contoneábamos el uno contra el otro. Yo buscando mi propia liberación, él… yo no sabía que buscaba él de todo esto. Sentí mi cuerpo rozar de forma indecente y demasiadas veces el suyo y no me importó en absoluto, cada sonido quedó vedado a mí, no me estaba dando cuenta de nada. Sentía su respiración en mi pecho, sentía como inspiraba con fuerza sobre mí. Sentí su mano en toda mi espalda, la que tenia al descubierto por el vestido, sentí como esa mano rozaba mi cuello por debajo del tirante del vestido. Sus manos se movían rápidamente, como si quisiera acaparar toda la parte trasera de mi cuerpo en un solo toque, sentí que me erizaba y temblé en sus brazos, sin importarme que se diera cuenta o no.Solo en el momento en que su tibia mano abandono mi cintura y acaricio posesivamente mi cadera para descender lentamente hasta mi pierna y subirla a la altura de su cintura, mis manos se enredaron en sus cabellos para acercarlo más a mí, no sabía que se había apode
MARIANNEMe lavé el cabello y terminé de lavar mi cuerpo, saque los restos de el rebelde maquillaje que Amanda había puesto en mi y cuando sentí que estaba lista salí del baño. Miré mi imagen limpia en el espejo pero nada podía cambiar, suspiré y me supe el camisón. Inútiles y desagradables lágrimas brotaron de mis ojos, pero me apresuré a enjugarlas, no mas llanto, había dicho Edgard, debía valerlo, aun cuando él me hubiera tratado de esa manera abajo. Mi gusto en camisones era pésimo y mi actual camisón era la prueba base, no tenia mangas y me quedaba grande, y tenía dibujos infantiles pero era ideal para dormir así que no lo deseché, incluso me parecía tierno. Me puse mis pantuflas de ballenas y salí del cuarto de baño con la reprimenda lista para dársela a Edgard en cuanto lo viera. No sabía cuánto tiempo había estado en el baño pero cuando salí no me esperaba encontrar lo que vi. Edgard estaba sentado en el sillón cercano a mi T.V, viéndola de hecho. Tragué en seco, él no me miró
MARIANNE—¿No tienes frío?— pregunté en voz baja—No — respondió secamente, me di la vuelta en la cama y lo enfoqué con mis ojos, seguía mirando fijamente el screen, no sabía si estaba mirando siquiera por lo absorto de sus ojos.—¿No vas a dormir? — insistí.—En cuanto tenga deseos de hacerlo Esa actitud estaba destruyendo mi pobre autoestima. ¿Que fue lo que hice mal? ¿Acaso había sido tan grave el pequeño intercambio de pasos que tuve con Michael?—¿Estas muy cansado? — seguí interrogando intentando salvaguardar la frágil conversación, intentando también que mi voz no sonara temblorosa, tal como yo me sentía en ese momento.—No — el control seguía moviéndose en sus manos como si nada estuviera pasando. Yo estaba desconcertada, de ser tan ardiente y encantador había pasado a ser frío como el hielo. Me volvía a dar la vuelta para dejar de mirarlo y para que no viera mis humillantes lagrimas, escuché un suspiro y luego su voz dijo:—Dormiré aquí, en el sillón — seguramente la idea de
EDGARDCerré la puerta meticulosamente y me dirigí hacia el guardarropa a sacar mi maleta y me desajusté la corbata, en la noche el calor parecía aumentar o tal vez se tratara de mis alteradas hormonas, en fin. Saqué solo el pantalón del pijama ya que debía dormir cómodo, si quería tener las fuerzas necesarias para luchar contra lo que se apoderaba de mi cuando veía a Marianne Cooper. Escuché que la ducha se cerró pero ella no salía, me senté en el sillón de la pared y me dediqué a mirar televisión intentando concentrarme en las sosadas que por ahí pasaban. Cuando finalmente abrió la puerta el perfume del baño inundó la habitación, hice lo que estuvo a mi alcance para mostrarme sereno y tranquilo, recordando que lo único que sentía Marianne Cooper hacia mí era amistad. Seguí pasando los canales, consciente, por el rabillo de ojo, que me miraba y luego caminaba lentamente hacia la cama. Traía puesto un camisón de niña que dejaba sus piernas al descubierto, pero la miré rápidamente para
EDGARDMe dediqué a pensar mientas escuchaba a Marianne recostarse en la cama. Yo, en el sillón, más que nada en el mundo, deseaba tomarla. Tan desesperado estaba por ella que mi cuerpo sentía que mi conciencia podía olvidar sus palabras y luego la poseería para liberar de una vez todo lo que sentía cuando la tenía cerca. Pero mi resolución era firme y quisiera o no mi cuerpo debía controlarse. Mi sueños, todos eróticos, me hicieron despertarme varias veces en lo que quedó de la noche, sudaba y tenía todo el cuerpo en tensión por el deseo no satisfecho. La última vez que me desperté eran casi las siete de la mañana. Sentía el calor de una persona frente a mí y su olor me hizo identificarla. Marianne me estaba mirando desde arriba, pero no abrí los ojos, no estaba preparado para verla de nuevo sin saltarle encima o para su perorata sobre las disculpas. Sentí que me arropaba y el gesto me enterneció hasta límites insospechados. Hacía mucho, demasiado tiempo, que nadie tenía ese gesto co
MARIANNEY era demasiado injusto, estaba por segunda vez enamorada y la vida me daba esto, el amor hacia un hombre al que no le inspiraba ni un mal pensamiento. Cuando me calmé estaba abrazada a Amanda y mis sollozos poco a poco iban perdiendo su fuerza, la aceptación, supuse, llegaba después de la negación… Cuando fui consciente otra vez escuche una risita detrás de nosotras, ninguna de las dos se había percatado de que Jessenia estaba ahí, no sabía cuánto había escuchado, resequé las lagrimas para que no las viera.—Por favor — dijo odiosa — No manifiesten el amor que sienten la una a la otra en público, para eso hay habitaciones. — Amanda casi se le va encima pero la detuve a tiempo.—No Amanda — le rogué desesperada, lo último que necesitaba era una reprimenda de mi madre porque Amanda le había puesto un ojo morado, además Jessenia no merecía ni un mal pensamiento de Amanda.—Nadie te ha llamado, puta, lárgate de aquí — dijo Amanda entre dientes y traté de contenerla otra vez, Jes
MARIANNEAturdida, absorta, feliz, sorprendida, excitada, extrañada y todos los sinónimos que se me ocurrían todos pasaban por mi mente en un juego de imágenes de Edgard mezcladas entre sí poniéndome nerviosa.La actitud de él era inexplicable y me tenía tan confundida como un bebe recién nacido. Suspiré y miré hacia donde estaba él ahora, al lado de mi padre. Vi que Jason estaba haciendo las presentaciones ante Emmanuell y que él, al igual Roselyn, aceptaba a Edgard con camaradería. Se estrecharon las manos y Emmanuell le pasó un brazo por el hombro, le puso un puño en la cabeza y comenzó a frotarle la coronilla despeinándolo con ganas. Una sonrisa luminosa cruzó la cara de Edgard. Cuando me miró yo encogí los hombros y traté de pedirle disculpas en una silenciosa mirada, excusarme por la conducta excesivamente confianzuda de Emmanuell, pero cuando me hizo un guiño un violento calor me asaltó la cara. Debía parecer una paleta. Me di la vuelta para que no me viera, las cosas podían se
MARIANNECuando ganamos, milagrosamente un punto marcado por mí, gritamos con júbilo, esa había sido la idea desde el principio y todos nos abrazamos.Edgard me levantó del suelo por detrás y dio varias vueltas conmigo como si pesara menos que una pluma. Reí, la libertad en sus brazos era una sensación inigualable, cuando me soltó se quedó detrás de mí y aspiró mi cuello lentamente.— Me encanta como hueles Considerando el calor que hacía y que me sentía como un cerdo asado aquel cumplido me llegaba a las entrañas. Me di la vuelta y vi su mirada intensa otra vez, aun no se había ido.—Quiero besarte — me dijo con voz ardiente, corroborando la intensidad de sus ojos.Yo solo me quedé en silencio que él interpreto correctamente como una señal de rendición. Enterró mi boca con la suya y la movió rapidísimo apretándome de la cintura y levantándome al menos seis centímetros del suelo. Como siempre enredé mis manos en su pelo y atraje su cabeza más hacia mí. Su sabor era inigualable y el c