MARIANNEFinalmente no tome nada del bar, solo había utilizado ese movimiento para apartarme de ellos y de su odiosa aura. Cuando me di cuenta mi madre estaba preparando el brindis antes de la cena, en eso momentos y desde antes, a pesar de que había querido no darme cuenta, me fijé en que Jessenia no apartaba la mirada de Edgard, y lamentablemente Michael de mí tampoco. Estuve al lado de Edgard todo el rato por qué no me sentía con la seguridad necesaria para dejarlo a merced de Jessenia, quien parecía desear ese momento con ansia.Miré a Edgard en un par de ocasiones solo para asegurarme de que sus ojos no estaba puestos en ella y no me decepcioné ya que, en las oportunidades que lo miré, él parecía leerme el pensamiento, ya que fijaba sus ojos en mi de una manera que, a mi parecer, era extraña mas no indiferente. Aun no había olvidado la sensación de sus labios sobre mi boca ni sus dientes en mis labios. Michael nunca me había mordido la boca con tal sensualidad y yo lo estaba dese
MARIANNEEn ese momento llegaron los meseros con la comida que Edgard había seleccionado para nosotros pero yo había perdido mi apetito aparte de mi seguridad.—Debes comer — me dijo él cuando se sentó y yo aparte mi plato, partió con gracia un pedazo de carne y se lo echó a la boca. Hasta verlo comer era un deleite, mi cabeza voló sobre las palabras que me había dicho Jessenia y que tenía profundamente grabadas en mis recuerdos.Con sobrenatural calma me di cuenta de que ya no estaba enamorada de Michael, él se había encargado de matar eso el día que lo vi besándose con Jessenia, tal vez lo que yo sentía era un inmenso capricho… , y me daba cuenta de eso porque no sentía nada al verlo al lado de Jessenia, si, es cierto que a ella la odiaba, pero por él no sentía nada ahora, era como si me cruzase en la calle con un desconocido. Si, era demasiado voluble, pero estaba segura de lo que sentía… nunca me había enamorado y nunca lo haría, sufriría demasiado.Pero aun así no sabía porque en
MARIANNEMas que bailar nos contoneábamos el uno contra el otro. Yo buscando mi propia liberación, él… yo no sabía que buscaba él de todo esto. Sentí mi cuerpo rozar de forma indecente y demasiadas veces el suyo y no me importó en absoluto, cada sonido quedó vedado a mí, no me estaba dando cuenta de nada. Sentía su respiración en mi pecho, sentía como inspiraba con fuerza sobre mí. Sentí su mano en toda mi espalda, la que tenia al descubierto por el vestido, sentí como esa mano rozaba mi cuello por debajo del tirante del vestido. Sus manos se movían rápidamente, como si quisiera acaparar toda la parte trasera de mi cuerpo en un solo toque, sentí que me erizaba y temblé en sus brazos, sin importarme que se diera cuenta o no.Solo en el momento en que su tibia mano abandono mi cintura y acaricio posesivamente mi cadera para descender lentamente hasta mi pierna y subirla a la altura de su cintura, mis manos se enredaron en sus cabellos para acercarlo más a mí, no sabía que se había apode
MARIANNEMe lavé el cabello y terminé de lavar mi cuerpo, saque los restos de el rebelde maquillaje que Amanda había puesto en mi y cuando sentí que estaba lista salí del baño. Miré mi imagen limpia en el espejo pero nada podía cambiar, suspiré y me supe el camisón. Inútiles y desagradables lágrimas brotaron de mis ojos, pero me apresuré a enjugarlas, no mas llanto, había dicho Edgard, debía valerlo, aun cuando él me hubiera tratado de esa manera abajo. Mi gusto en camisones era pésimo y mi actual camisón era la prueba base, no tenia mangas y me quedaba grande, y tenía dibujos infantiles pero era ideal para dormir así que no lo deseché, incluso me parecía tierno. Me puse mis pantuflas de ballenas y salí del cuarto de baño con la reprimenda lista para dársela a Edgard en cuanto lo viera. No sabía cuánto tiempo había estado en el baño pero cuando salí no me esperaba encontrar lo que vi. Edgard estaba sentado en el sillón cercano a mi T.V, viéndola de hecho. Tragué en seco, él no me miró
MARIANNE—¿No tienes frío?— pregunté en voz baja—No — respondió secamente, me di la vuelta en la cama y lo enfoqué con mis ojos, seguía mirando fijamente el screen, no sabía si estaba mirando siquiera por lo absorto de sus ojos.—¿No vas a dormir? — insistí.—En cuanto tenga deseos de hacerlo Esa actitud estaba destruyendo mi pobre autoestima. ¿Que fue lo que hice mal? ¿Acaso había sido tan grave el pequeño intercambio de pasos que tuve con Michael?—¿Estas muy cansado? — seguí interrogando intentando salvaguardar la frágil conversación, intentando también que mi voz no sonara temblorosa, tal como yo me sentía en ese momento.—No — el control seguía moviéndose en sus manos como si nada estuviera pasando. Yo estaba desconcertada, de ser tan ardiente y encantador había pasado a ser frío como el hielo. Me volvía a dar la vuelta para dejar de mirarlo y para que no viera mis humillantes lagrimas, escuché un suspiro y luego su voz dijo:—Dormiré aquí, en el sillón — seguramente la idea de
EDGARDCerré la puerta meticulosamente y me dirigí hacia el guardarropa a sacar mi maleta y me desajusté la corbata, en la noche el calor parecía aumentar o tal vez se tratara de mis alteradas hormonas, en fin. Saqué solo el pantalón del pijama ya que debía dormir cómodo, si quería tener las fuerzas necesarias para luchar contra lo que se apoderaba de mi cuando veía a Marianne Cooper. Escuché que la ducha se cerró pero ella no salía, me senté en el sillón de la pared y me dediqué a mirar televisión intentando concentrarme en las sosadas que por ahí pasaban. Cuando finalmente abrió la puerta el perfume del baño inundó la habitación, hice lo que estuvo a mi alcance para mostrarme sereno y tranquilo, recordando que lo único que sentía Marianne Cooper hacia mí era amistad. Seguí pasando los canales, consciente, por el rabillo de ojo, que me miraba y luego caminaba lentamente hacia la cama. Traía puesto un camisón de niña que dejaba sus piernas al descubierto, pero la miré rápidamente para
EDGARDMe dediqué a pensar mientas escuchaba a Marianne recostarse en la cama. Yo, en el sillón, más que nada en el mundo, deseaba tomarla. Tan desesperado estaba por ella que mi cuerpo sentía que mi conciencia podía olvidar sus palabras y luego la poseería para liberar de una vez todo lo que sentía cuando la tenía cerca. Pero mi resolución era firme y quisiera o no mi cuerpo debía controlarse. Mi sueños, todos eróticos, me hicieron despertarme varias veces en lo que quedó de la noche, sudaba y tenía todo el cuerpo en tensión por el deseo no satisfecho. La última vez que me desperté eran casi las siete de la mañana. Sentía el calor de una persona frente a mí y su olor me hizo identificarla. Marianne me estaba mirando desde arriba, pero no abrí los ojos, no estaba preparado para verla de nuevo sin saltarle encima o para su perorata sobre las disculpas. Sentí que me arropaba y el gesto me enterneció hasta límites insospechados. Hacía mucho, demasiado tiempo, que nadie tenía ese gesto co
MARIANNEY era demasiado injusto, estaba por segunda vez enamorada y la vida me daba esto, el amor hacia un hombre al que no le inspiraba ni un mal pensamiento. Cuando me calmé estaba abrazada a Amanda y mis sollozos poco a poco iban perdiendo su fuerza, la aceptación, supuse, llegaba después de la negación… Cuando fui consciente otra vez escuche una risita detrás de nosotras, ninguna de las dos se había percatado de que Jessenia estaba ahí, no sabía cuánto había escuchado, resequé las lagrimas para que no las viera.—Por favor — dijo odiosa — No manifiesten el amor que sienten la una a la otra en público, para eso hay habitaciones. — Amanda casi se le va encima pero la detuve a tiempo.—No Amanda — le rogué desesperada, lo último que necesitaba era una reprimenda de mi madre porque Amanda le había puesto un ojo morado, además Jessenia no merecía ni un mal pensamiento de Amanda.—Nadie te ha llamado, puta, lárgate de aquí — dijo Amanda entre dientes y traté de contenerla otra vez, Jes