―Buenas tardes, ¿en que lo puedo ayudar? ―dijo Leo al ver al hombre frente a él. Este no parecía notarlo, sus ojos se habían quedado fijos en Ángela, que estaba sentada a su lado en un taburete alto.
Los celos lo invadieron de inmediato, era un caballero atractivo y elegante, se notaba a leguas; pero lo que detonó todo fue notar la sonrisa en los labios de la morena, que le devolvía el gesto con familiaridad.
―Disculpe ―llamó la atención bajando el tono de su voz y endureciéndolo―, ¿va a ordenar algo, señor? Está retrasando la fila.
No era mentira, detrás de Robin había cuatro personas esperando su turno para ordenar.
―Un americano y una tarta de limón, por favor ―respondió con voz fría, todo rastro de amabilidad se esfumó al mirarlo―. Para comer aquí.
―No era necesario ordenar en la caja, estimado cliente ―com
David vio a Robin salir del café de Ángela y Leo; él se encontraba sentando en su auto, debatiéndose si debía ir a verla o no.No deseaba tentar su suerte, se sintió bastante agradecido con la providencia por habérsela encontrado la noche anterior, en especial, le derritió el corazón verla interactuar con Noah y que no demostrase ningún resentimiento hacia su hijo.Tenía una lucha a muerte contra sus celos, debía repetirse una y mil veces al día que no poseía el derecho de prohibirle el contacto, la amistad, y mucho menos una relación, con algún hombre; pero conocía a Robin, a pesar de no recordar todo de su pasado con él, su intuición le decía que ese tipo en particular no era el apropiado para ella.Después de una hora más allí, decidió marcharse, encendió el motor de su auto y se encamin
David miró a la esposa de Antoni y le sonrió con amabilidad.―¿Podrías llevarte un momento a los niños al parque que está atrás del restaurante? ―preguntó en un tono cordial. Ella entendió de inmediato y asintió―. Muchas gracias.Por suerte Laura había escogido un lugar como aquel, donde predominaba el ambiente familiar y tenía espacios para que los más pequeños se divirtieran mientras esperaban la comida o los padres hacían sobremesa.Cuando el cuarteto estuvo lo suficientemente lejos, David se volvió hacia su esposa y frunció el ceño.―Laura, ¿estás consciente en la situación en la que estamos? ―Ella palideció de inmediato, no era un secreto que su matrimonio estaba en declive desde hacía dos años, pero jamás lo expusieron de manera pública, ni siquiera en los círculo
―¿Por qué no visitamos a nuestras madres mañana?La voz de Ángela rompió el silencio que los envolvía, Leo estaba ocupado cortando las piezas de masa para las tapas de las tartas, y ella se quedó en la cocina acompañándolo, haciendo nada, porque entre Jade y él la trataban como una minusválida, y contagiaron al resto del personal del café, que no le permitía ni administrar la caja.Llevar tantos días de descanso la empujaba al borde de la locura ―y no era una exageración, porque justo en ese momento necesitaba tener su cabeza más ocupada que de costumbre―; no salía a tomar fotos porque no podía mover los dedos aún, ni mucho menos cargar el peso de su cámara sobre la palma de la mano; tampoco podía ayudar en la cocina, porque a pesar de que el vendaje se había reducido a un cuadrado de gasa sobre la mano para proteger
Los Bachmann eran una familia conocida en todo el país, incluso a nivel internacional. El tatarabuelo Bachmann fue pionero en la radio difusión, él fundó la primera emisora de la nación ―que aún perduraba―, que luego se fusionó con el primer canal de televisión nacional, creado por el abuelo de Leo.Consorcio Bachmann poseía cinco emisoras de radio, diez canales de televisión de alcance internacional, seis de alcance nacional, y una televisora local en cada estado del país. Eso sin contar las diversas plataformas de streaming.No era equivocado creer que los Bachmann dominaban el mercado de las comunicaciones; ellos podían bloquear o mantener cualquier noticia que desearan; hundir o hacer surgir a la persona o empresa que ellos quisieran.Por eso no era raro que un nutrido grupo de personajes importantes se congregaran en la propiedad de Ernest, en la cual se realizaría la
David no sabía qué decir ante toda esa información.¿En qué momento Ángela conoció a la esposa de Ernest Bachmann?Según los cálculos que hizo, sucedió cuando ellos dos aún estaban juntos; él jamás se enteró de nada de lo que pasó. A pesar de que sus recuerdos eran confusos, David podía asegurar que ella no le había contado algo como aquello.«O tal vez todo sucedió cuando comenzamos a distanciarnos…Entonces ella pasó por todo eso sola…»Aferró el vaso frente a él y bebió todo de un solo trago; estaba extenuado y la atmosfera de su mesa era, por demás, densa y asfixiante.Todos los Miller estaban allí, desde el patriarca de la familia hasta las tías de Laura con sus respectivos esposos.Y todos ellos lanzaban miradas e
Ofuscada como estaba, Ángela caminó con pasos rápidos hacia la mansión, que era la casa principal de la propiedad, en la que Ernest vivía parte del año. El camino enlosado serpenteaba entre arbustos que expelían una fragancia cítrica relajante, y culminaba al borde del área de piscina, donde una alberca enorme se abría ante la noche.Ella pasó más allá de ese lugar, el trayecto ayudó a calmar su ánimo, así que cuando entró en la casa ya no se veía tan pálida, en cambio su mano palpitaba debido al dolor.Una de las mujeres de servicio del lugar la reconoció, le preguntó de inmediato qué necesitaba y al mostrarle la mano herida, su expresión de horror deformó sus facciones; la morena pudo adivinar que no era una persona que pudiese soportar la vista de la sangre porque era una reacción exagerada a u
―¿Enloqueciste o qué? ―cuestionó Antoni a su hermano menor. De inmediato, este se detuvo y su mirada seria se dirigió a Laura, que estaba abrazada a su madre, temblando como un cachorrito asustado.―Hay cámaras de seguridad. ―Señaló con un dedo hacia una esquina de pared.Todos los ojos se dirigieron hacia allí, incluida Ángela, que solo se había reído por lo hilarante de la actuación de la pelirroja.―E-e-es-estoy diciendo la-la-la verdad-dad ―lloriqueó la pelirroja.―No solo está grabado todo, también hay audio ―aclaró Leo con una sonrisa de satisfacción―. También tengo testigos, la empleada que llamó para contarme lo que estaba sucediendo.»Ángela no está negando que agredió a tu ‘hermana’ ―dijo con un tono asqueado―. Pero me pregunto si tú no habrías he
―No te preocupes, en mi opinión, la basura debe estar junta… Tú tienes razón, David y tú están hechos el uno para el otro…David escuchó esa sentencia y sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos. Fue imposible controlar la expresión de su rostro, tampoco le importó; cuando sus ojos aterrizaron en Ángela, y esta habló con tanta indiferencia, que su suegro se diera cuenta de su estado le valió un rábano.Cuando regresó del lago, entró en el salón y se dirigió a la mesa de los Miller, para su sorpresa, Jacobo estaba sentado a solas, degustando su bebida en silencio. Parecía contemplar las respuestas del universo a medida que removía el licor con movimientos circulares del vaso, abstraído por completo de su entorno.Barrió con su vista el salón medio vacío, los invita