CAPÍTULO 44

―¿Por qué no visitamos a nuestras madres mañana?

La voz de Ángela rompió el silencio que los envolvía, Leo estaba ocupado cortando las piezas de masa para las tapas de las tartas, y ella se quedó en la cocina acompañándolo, haciendo nada, porque entre Jade y él la trataban como una minusválida, y contagiaron al resto del personal del café, que no le permitía ni administrar la caja.

Llevar tantos días de descanso la empujaba al borde de la locura ―y no era una exageración, porque justo en ese momento necesitaba tener su cabeza más ocupada que de costumbre―; no salía a tomar fotos porque no podía mover los dedos aún, ni mucho menos cargar el peso de su cámara sobre la palma de la mano; tampoco podía ayudar en la cocina, porque a pesar de que el vendaje se había reducido a un cuadrado de gasa sobre la mano para proteger

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