Cerró la puerta y se adentró, sin mirar atrás, en el callejón hasta alcanzar la entrada del edificio; no esperó a saber si David se marchó a o no, subió los escalones de dos en dos, sin detenerse, sin que le importara que le faltara el aire o le doliera el costado. Abrió la puerta de su departamento, dejó la cámara sobre la mesa de centro y fue hasta la nevera a tomar agua; bebió directo de la jarra de vidrio.
De repente su garganta ardía.
«Mierda, mierda, mierda… ¿Por qué?
¿Por qué coleccionas mis fotografías?»
El agua se desbordaba por la comisura de sus labios y empapó el cuello de su camisa. Por un instante deseó ahogarse, no importaba ya.
¿Por qué tenía que volver David?
¿Por qué tenía que confesarle que tampoco fue feliz?
A Laura le llevó tres días poder caminar de nuevo. Aunque debía usar una tobillera especial por su luxación, al menos la inflamación en las rodillas cedió rápidamente gracias a los medicamentos.Durante esos días David no se apareció ni una sola vez a preguntarle cómo estaba, para la pelirroja fue un perpetuo estado de agonía, encerrada en la habitación que solían compartir; sin embargo, en el fondo ella sabía que él jamás iría a verla por voluntad propia.Una vez que sus emociones desbordadas se calmaron la idea de acabar con Ángela se asentó en su mente pero de una forma diferente; pensando con más claridad, comprendió que no podía dejarse llevar por un rapto de rabia y ansiedad, porque eso solo conseguiría que cometiera errores.Además, tuvo que dividir su atención entre el escánd
El asistente personal de Robin Martin observaba a su jefe con curiosidad, más que con preocupación.Mientras sus otros colegas y amigos se quejaban de cómo sus superiores siempre retrasaban las tareas y trabajos por asuntos personales, pereza, o cualquier otra excusa, el señor Martin era bastante eficiente. Sus horas extras se debían, usualmente, por cenas de negocios, viajes o eventos especiales; del resto, él entraba a trabajar a las siete y media de la mañana y terminaba a las cinco en punto.Para él era el trabajo ideal, porque Robin siempre estaba al día, sabía muy bien cómo manejar su tiempo, incluso si tenía problemas.Siempre pensó que se debía a que su jefe poseía un cerebro privilegiado que le permitía dividir su atención entre varias cosas, y por eso podía enfocarse en su trabajo sin ser negligente con sus otras preocupaciones.
―Buenas tardes, ¿en que lo puedo ayudar? ―dijo Leo al ver al hombre frente a él. Este no parecía notarlo, sus ojos se habían quedado fijos en Ángela, que estaba sentada a su lado en un taburete alto.Los celos lo invadieron de inmediato, era un caballero atractivo y elegante, se notaba a leguas; pero lo que detonó todo fue notar la sonrisa en los labios de la morena, que le devolvía el gesto con familiaridad.―Disculpe ―llamó la atención bajando el tono de su voz y endureciéndolo―, ¿va a ordenar algo, señor? Está retrasando la fila.No era mentira, detrás de Robin había cuatro personas esperando su turno para ordenar.―Un americano y una tarta de limón, por favor ―respondió con voz fría, todo rastro de amabilidad se esfumó al mirarlo―. Para comer aquí.―No era necesario ordenar en la caja, estimado cliente ―com
David vio a Robin salir del café de Ángela y Leo; él se encontraba sentando en su auto, debatiéndose si debía ir a verla o no.No deseaba tentar su suerte, se sintió bastante agradecido con la providencia por habérsela encontrado la noche anterior, en especial, le derritió el corazón verla interactuar con Noah y que no demostrase ningún resentimiento hacia su hijo.Tenía una lucha a muerte contra sus celos, debía repetirse una y mil veces al día que no poseía el derecho de prohibirle el contacto, la amistad, y mucho menos una relación, con algún hombre; pero conocía a Robin, a pesar de no recordar todo de su pasado con él, su intuición le decía que ese tipo en particular no era el apropiado para ella.Después de una hora más allí, decidió marcharse, encendió el motor de su auto y se encamin
David miró a la esposa de Antoni y le sonrió con amabilidad.―¿Podrías llevarte un momento a los niños al parque que está atrás del restaurante? ―preguntó en un tono cordial. Ella entendió de inmediato y asintió―. Muchas gracias.Por suerte Laura había escogido un lugar como aquel, donde predominaba el ambiente familiar y tenía espacios para que los más pequeños se divirtieran mientras esperaban la comida o los padres hacían sobremesa.Cuando el cuarteto estuvo lo suficientemente lejos, David se volvió hacia su esposa y frunció el ceño.―Laura, ¿estás consciente en la situación en la que estamos? ―Ella palideció de inmediato, no era un secreto que su matrimonio estaba en declive desde hacía dos años, pero jamás lo expusieron de manera pública, ni siquiera en los círculo
―¿Por qué no visitamos a nuestras madres mañana?La voz de Ángela rompió el silencio que los envolvía, Leo estaba ocupado cortando las piezas de masa para las tapas de las tartas, y ella se quedó en la cocina acompañándolo, haciendo nada, porque entre Jade y él la trataban como una minusválida, y contagiaron al resto del personal del café, que no le permitía ni administrar la caja.Llevar tantos días de descanso la empujaba al borde de la locura ―y no era una exageración, porque justo en ese momento necesitaba tener su cabeza más ocupada que de costumbre―; no salía a tomar fotos porque no podía mover los dedos aún, ni mucho menos cargar el peso de su cámara sobre la palma de la mano; tampoco podía ayudar en la cocina, porque a pesar de que el vendaje se había reducido a un cuadrado de gasa sobre la mano para proteger
Los Bachmann eran una familia conocida en todo el país, incluso a nivel internacional. El tatarabuelo Bachmann fue pionero en la radio difusión, él fundó la primera emisora de la nación ―que aún perduraba―, que luego se fusionó con el primer canal de televisión nacional, creado por el abuelo de Leo.Consorcio Bachmann poseía cinco emisoras de radio, diez canales de televisión de alcance internacional, seis de alcance nacional, y una televisora local en cada estado del país. Eso sin contar las diversas plataformas de streaming.No era equivocado creer que los Bachmann dominaban el mercado de las comunicaciones; ellos podían bloquear o mantener cualquier noticia que desearan; hundir o hacer surgir a la persona o empresa que ellos quisieran.Por eso no era raro que un nutrido grupo de personajes importantes se congregaran en la propiedad de Ernest, en la cual se realizaría la
David no sabía qué decir ante toda esa información.¿En qué momento Ángela conoció a la esposa de Ernest Bachmann?Según los cálculos que hizo, sucedió cuando ellos dos aún estaban juntos; él jamás se enteró de nada de lo que pasó. A pesar de que sus recuerdos eran confusos, David podía asegurar que ella no le había contado algo como aquello.«O tal vez todo sucedió cuando comenzamos a distanciarnos…Entonces ella pasó por todo eso sola…»Aferró el vaso frente a él y bebió todo de un solo trago; estaba extenuado y la atmosfera de su mesa era, por demás, densa y asfixiante.Todos los Miller estaban allí, desde el patriarca de la familia hasta las tías de Laura con sus respectivos esposos.Y todos ellos lanzaban miradas e