Muchas gracias de nuevo a todos mis bellos lectores por llegar hasta acá. Desde lo más profundo de mi alma, un abrazo. Milerna Doménico.
XXI La escena se repetía, pero en esta ocasión con Kei fuera de la habitación del hospital esperando saber de su amante. Todo era caos en su cabeza en ese instante. Jasha estaba inconsciente al igual que Beska y nadie sabía qué les sucedía porque al parecer no tenían ni heridas ni contusiones. Estaban a la espera de muchos análisis para determinar qué sucedía y la razón por la que no despertaban. Solo horas habían pasado desde el incidente que por fortuna no había dejado víctimas fatales, hasta ahora. La pista de hielo quedó destrozada. El mundo fijaba su atención en la curiosa similitud del suceso con el ocurrido en Japón un año atrás y se especuló de un atentado, alguien quería hacerles daño a los patinadores y había fraguado un plan, con algunos explosivos quizás. Pero no había manera de sustentar eso. No había pruebas, no había amenazas, no había nada. Jamás nadie en la tierra, se imaginaría lo que había bajo toda esa locura. Kei estaba sentado justo frente a la puerta de Jasha.
XIIKei, hubiera querido con desespero ver a su Jasha por última vez. Recordó un tanto a Alexis, a quien tampoco pudo ver, se había esfumado. Quería despedirse y pedirle disculpas por meterlo en semejante lío que el otro ignoraba. Con su morral al hombro dudó en salir de la habitación. Ya su taxi al aeropuerto había llegado, sin embargo, no se decidía a bajar. Entonces recordó como un destello la primera vez que vio al joven Jasha en la pista. Tan hermoso, tan único. Él debía seguir viviendo.***—Belyakova —gritó el padre de Jasha al verla cerca de la habitación de su hijo—, ¿se ha sabido algo? Acabo de aterrizar, ¿qué dicen que tiene?—Señor Volkov, qué bueno que esté acá, lo siento mucho, de Jasha no han dicho nada diferente a lo que ya le expliqué por teléfono.La mujer inclinó la cabeza un tanto conmovida. El padre preguntó por Stefano y por Beska. Se alegró mucho que el más chico estuviera bien, pero presentía que Beska estaba en la misma situación que su hijo, colgando en los de
XXIII—Me quedaré acá si así lo prefieres. Dime ¿Cómo se me ve? Las hadas la hicieron para mí. Nina al parecer se refería a la corona de flores que tenía en su frente y que le rodeaba la cabeza. Kei la miró y solo en ese instante no le pareció tan atemorizante. Además su voz, era cálida, como un arrullo.—Te ves preciosa —respondió a penas en un hilo de voz—. Creo que es hora, sabes por qué estoy acá. —Intentó decir Kei muy serio, pero aún aterrado.—Claro que lo sé Kei. Contigo, la promesa será cumplida. —Nina lo miró profundamente y ya Kei no sintió más miedo. Soltó al conejito y lo dejó correr, pero no se movió un paso hacia ella.—¿Qué será de Jasha?—Será libre. Podrá amar a quien desee, cómo lo desee. Sin embargo yo dejaré de ser su madrina, su vida será responsabilidad solamente de él. Ahora podrá ser tranquila y auténticamente feliz.—Lo será... ¿verdad? feliz…—preguntó Kei con una triste sonrisa en sus labios. La mujer inclinó su cabeza hacia un lado antes de responder.—No.
XXIV El hospital era alegría. Jasha había despertado de repente y más tardó en abrir los ojos que en preguntar por Kei Kanzaki. El padre tuvo que decirle la verdad y se turbó. Con una fuerza sobre humana se desconectó todo lo que tenía encima y salió del cuarto tumbando a todos a su paso, se necesitaron de al menos cinco enfermeros para poder calmarlo. Verlo era conmovedor. Gritaba y lloraba el nombre del muchacho del Japón como si el hacerlo más fuerte lo trajera de vuelta. Ekaterina lloró al verlo tan mal, nunca se le ocurriría decirle lo que Kei le encargó. ¿Era cierto entonces que Kei lo dejaba? La mujer no entendía nada de lo que sucedía, pero jamás creyó que Jasha pudiese ponerse así por nadie. Con todos reteniendo a Jasha en el piso, lograron sedarlo. No podían hacer nada más por ahora. Se vio él mismo en medio de un bosque, en el regazo de Kei. Él lo miraba a través de sus lentes, y se disculpaba por hacer las cosas tan difíciles. Le decía que siempre que lo necesitara estarí
XXVStefano, solo podía llorar en silencio, fuera de la habitación de Beska. Su familia estaba dentro de la misma, en igual tortura. No parecía sucederle nada malo, no había fallos de ningún tipo en su cuerpo y aún así no reaccionaba. Los doctores intentaban buscar inútilmente una respuesta, pero parecía que el alma del muchacho estaba lejos de su cuerpo.En la mañana, Kei y Jasha, junto al padre de este último, llegaron a visitarlo y saber de su salud, que desde hacía una semana atrás no variaba. Stefano, quien los recibió, estaba exhausto, apenas si iba a dormir, era demasiado para su escasa edad sufrir tanto por amor. Aunque era una ironía. Él había terminado de manera tajante con el muchacho polaco, cuando creyó que era amante de Jasha. ¿Por qué estaba ahí como una esposa en pena, esperando razón de su condición? Nadie lo entendía, menos él. Y más aún cuando él vio cómo Beska saltó a la pista en pedazos, para salvar al muchacho japonés. Todo lo estaba carcomiendo, aun así, le era
XXVI Jasha estaba temeroso de lo que sucedía. Desde que despertó notó que Kei apenas si podía con su propia melancolía. Parecía más preocupado por Beska que por él mismo. No estaba celoso, pero por alguna razón creía que lo ignoraba. Sabía que algo había pasado con Nina, o quizás la niña de la nieve sí se había llevado a su Kei y le había dejado un cuerpo sin corazón. Ahora, que hubiera saludado tan efusivamente a Alexis, cuando una semana atrás lo forzaba a besarlo, lo confundió. Pensó en las palabras de su padre. Dejarlo ir, y poco a poco olvidarlo. Eso significaría que de verdad ya no serían nunca pareja y que él compartiría su cama con alguien más. Kei era muy joven, tenía que rehacer su vida seguramente con una mujer. Y lo olvidaría. Todo con el tiempo se podría olvidar, o al menos sanar. Pero no podía concebir la idea de verlo en brazos, de quien fuera. Era un egoísta. Kei era suyo y punto. Siempre lo iba a ser. Y entonces, pensó en una decisión, ahora que ya no había nada qu
XXVII —Por Dios mujer, ya deja de llorar. En la azotea de su hotel, estaba Jasha, sentado de forma peligrosa al borde del abismo, con la clara intensión de querer lanzarse, o al menos eso creía Ekaterina. Lo había seguido por horas, llorando como si hubiese muerto alguien. Así había sido, dos corazones muertos en una sola noche, y una resurrección. La mujer seguía histérica y le jalaba constantemente para que regresaran y hablaran con Kanzaki. Para ella, ese no podía ser el joven japonés, para ella, él había sido drogado y obligado, tenían que volver, aclarar ese mal entendido y llamar a la policía a denunciar a Alexis por violación. No podía acabarse todo de esa manera vulgar, y menos sin saber porqué. —¡Él no estaba consciente Jasha! Tienes que volver y ayudarlo por favor... —y de nuevo se soltó a llorar sin control. —Ekaterina, ya, por favor, detente. —Giró para verla, ella estaba prudente alejada de él, le aterraban las alturas. —Te agradezco en el alma que llores por mí, porqu
XXVIII En el hospital, todo era alegría. El chico, a pesar de todo lo malo qu estaba viviendo, fue a visitar a su amigo. —Kei, Jasha te va a odiar, ¿podrás con eso? —No —respondió Kei a Beska, quien le miraba con tristeza al escuchar la historia—. Pero es la única manera de saberlo vivo. Su odio hará que Nina esté tranquila. Ella no necesita amor. Un corazón de hielo le sirve. —¿Por cuánto tiempo? Kei lo miró sorprendido. Esa pregunta no se la había hecho nunca. Ni se la hizo a Nina. Había la posibilidad que Jasha no odiara para siempre, había la posibilidad que en algún momento, conociendo su carácter, decidiera simplemente volver a intentarlo y ese sería el fin. Ya nada podría hacerse, tendría que cumplir a Nina e irse con ella. Parecía entonces que nada estaba resuelto. Miró por la ventana y creyó que el haber hecho toda esa escena era inútil y supo que había hecho lo mismo que Jasha al inicio cuando lo dejó, actuar solo y empeorar las cosas. Su corazón empezó a latir más rápi