XVIII Kei, con un morral al hombro, bajaba a toda prisa las escaleras del aeropuerto. Necesitaba echarse a correr para tomar el taxi que lo llevaría al poblado de la Toscana donde por segundos recuperaba la felicidad, donde su cuerpo volvía a nacer, donde ya no tenía que actuar, donde era feliz por unas horas. El amanecer estaba precioso, era muy temprano aún y el sol apenas se asomaba, pero sabía que debían aprovechar el tiempo lo mejor posible. Algunos lo reconocieron y tuvo que fingir que no entendía lo que le decían para apresurar el paso. Por fin llegaba. Las hermosas ancianas italianas salían a sus puertas a barrer. El taxi no podía seguir a donde iba Kei, eran muchas escalinatas que él subía entusiasta para llegar a la entrada de cuentos de aquella casa. Por fuera parecía muy pequeña, pero en cuanto cruzaba la puerta, lo recibía un hermoso jardín, con una fuente en medio. Tan antigua, tan llena de historias, y ahora ahí se forjaba la de él. —¡Joven Kei! ¡Bienvenido de nuevo!
XIX Jasha veía dormir a su chico de cabellos tan negros. Ya habían hecho el amor muchísimas veces en esas horas y antes que cayera la tarde debían partir. Habían ya comido el delicioso estofado y tomaron una siesta que ya tendría que acabar. Se levantó y fue al baño a lavarse la cara, el cuerpo le dolía, el sexo lo había dejado agotado. Se vio al espejo mientras se lavaba. Por instinto buscó tras ese espejo verla a ella. Y afortunadamente no pasó. Petrov parecía tener razón y era por el momento la única manera de estar con Kei. Sonrió un poco y de nuevo pensó en que Ekaterina se equivocaba. El teléfono celular de Kei empezó a timbrar de manera insistente. Era Beska, quería cerciorarse que todo estaba bien y recordarles que debían separarse ya. Kei le contestó sin prisas y de nuevo le agradeció por tanta amabilidad. El sol aún se levantaba en el cielo. Solo por un segundo el de cabellos claros consideró en serio el terminar con Kei. Volteó a verlo de nuevo, aún estaba desnudo busca
XX Llegó la noche y todos estaban expectantes. Las gradas se encontraban a reventar, el club de fans de Stefano crecía de manera desbordante y ocupaban toda una cuadrilla. Beska sentía aquello como una patada en el estómago. Kei recibía algunos consejos de su nuevo entrenador, que le pidió que dejara ya de calentar y se dedicara a observar las rutinas de todos. Jasha iría al final. Era claro que él no querría ver la de Jasha pero haría caso a su entrenador. Se quitó los lentes y se preparó para salir. Sería para toda su desgracia el primero. Su número maldito. Alexis, quien no logró recuperarse por completo para esa temporada, lo veía desde un lugar muy cerca en las gradas. Se había encontrado con Volkov y no pudo dejar de verlo con un aire de superioridad, a lo que el ruso le respondió con una sonrisa. Jasha lo mataría después, eso era seguro. Kei salió y deslumbró. La parte técnica había mejorado muchísimo, eso era innegable, pero ahora la parte artística no era tan emocionante. Ha
XXI La escena se repetía, pero en esta ocasión con Kei fuera de la habitación del hospital esperando saber de su amante. Todo era caos en su cabeza en ese instante. Jasha estaba inconsciente al igual que Beska y nadie sabía qué les sucedía porque al parecer no tenían ni heridas ni contusiones. Estaban a la espera de muchos análisis para determinar qué sucedía y la razón por la que no despertaban. Solo horas habían pasado desde el incidente que por fortuna no había dejado víctimas fatales, hasta ahora. La pista de hielo quedó destrozada. El mundo fijaba su atención en la curiosa similitud del suceso con el ocurrido en Japón un año atrás y se especuló de un atentado, alguien quería hacerles daño a los patinadores y había fraguado un plan, con algunos explosivos quizás. Pero no había manera de sustentar eso. No había pruebas, no había amenazas, no había nada. Jamás nadie en la tierra, se imaginaría lo que había bajo toda esa locura. Kei estaba sentado justo frente a la puerta de Jasha.
XIIKei, hubiera querido con desespero ver a su Jasha por última vez. Recordó un tanto a Alexis, a quien tampoco pudo ver, se había esfumado. Quería despedirse y pedirle disculpas por meterlo en semejante lío que el otro ignoraba. Con su morral al hombro dudó en salir de la habitación. Ya su taxi al aeropuerto había llegado, sin embargo, no se decidía a bajar. Entonces recordó como un destello la primera vez que vio al joven Jasha en la pista. Tan hermoso, tan único. Él debía seguir viviendo.***—Belyakova —gritó el padre de Jasha al verla cerca de la habitación de su hijo—, ¿se ha sabido algo? Acabo de aterrizar, ¿qué dicen que tiene?—Señor Volkov, qué bueno que esté acá, lo siento mucho, de Jasha no han dicho nada diferente a lo que ya le expliqué por teléfono.La mujer inclinó la cabeza un tanto conmovida. El padre preguntó por Stefano y por Beska. Se alegró mucho que el más chico estuviera bien, pero presentía que Beska estaba en la misma situación que su hijo, colgando en los de
XXIII—Me quedaré acá si así lo prefieres. Dime ¿Cómo se me ve? Las hadas la hicieron para mí. Nina al parecer se refería a la corona de flores que tenía en su frente y que le rodeaba la cabeza. Kei la miró y solo en ese instante no le pareció tan atemorizante. Además su voz, era cálida, como un arrullo.—Te ves preciosa —respondió a penas en un hilo de voz—. Creo que es hora, sabes por qué estoy acá. —Intentó decir Kei muy serio, pero aún aterrado.—Claro que lo sé Kei. Contigo, la promesa será cumplida. —Nina lo miró profundamente y ya Kei no sintió más miedo. Soltó al conejito y lo dejó correr, pero no se movió un paso hacia ella.—¿Qué será de Jasha?—Será libre. Podrá amar a quien desee, cómo lo desee. Sin embargo yo dejaré de ser su madrina, su vida será responsabilidad solamente de él. Ahora podrá ser tranquila y auténticamente feliz.—Lo será... ¿verdad? feliz…—preguntó Kei con una triste sonrisa en sus labios. La mujer inclinó su cabeza hacia un lado antes de responder.—No.
XXIV El hospital era alegría. Jasha había despertado de repente y más tardó en abrir los ojos que en preguntar por Kei Kanzaki. El padre tuvo que decirle la verdad y se turbó. Con una fuerza sobre humana se desconectó todo lo que tenía encima y salió del cuarto tumbando a todos a su paso, se necesitaron de al menos cinco enfermeros para poder calmarlo. Verlo era conmovedor. Gritaba y lloraba el nombre del muchacho del Japón como si el hacerlo más fuerte lo trajera de vuelta. Ekaterina lloró al verlo tan mal, nunca se le ocurriría decirle lo que Kei le encargó. ¿Era cierto entonces que Kei lo dejaba? La mujer no entendía nada de lo que sucedía, pero jamás creyó que Jasha pudiese ponerse así por nadie. Con todos reteniendo a Jasha en el piso, lograron sedarlo. No podían hacer nada más por ahora. Se vio él mismo en medio de un bosque, en el regazo de Kei. Él lo miraba a través de sus lentes, y se disculpaba por hacer las cosas tan difíciles. Le decía que siempre que lo necesitara estarí
XXVStefano, solo podía llorar en silencio, fuera de la habitación de Beska. Su familia estaba dentro de la misma, en igual tortura. No parecía sucederle nada malo, no había fallos de ningún tipo en su cuerpo y aún así no reaccionaba. Los doctores intentaban buscar inútilmente una respuesta, pero parecía que el alma del muchacho estaba lejos de su cuerpo.En la mañana, Kei y Jasha, junto al padre de este último, llegaron a visitarlo y saber de su salud, que desde hacía una semana atrás no variaba. Stefano, quien los recibió, estaba exhausto, apenas si iba a dormir, era demasiado para su escasa edad sufrir tanto por amor. Aunque era una ironía. Él había terminado de manera tajante con el muchacho polaco, cuando creyó que era amante de Jasha. ¿Por qué estaba ahí como una esposa en pena, esperando razón de su condición? Nadie lo entendía, menos él. Y más aún cuando él vio cómo Beska saltó a la pista en pedazos, para salvar al muchacho japonés. Todo lo estaba carcomiendo, aun así, le era