UNA HORA ANTES... -¿Porqué no te quedas a dormir? mañana te vas temprano para tu casa. -Que no, prefiero irme ahora, por la mañana el tràfico es horrible. -Fabio,¡por Dios! que vivimos cerca-le dijo Marcos. -Si, ya sé que compraste esta casa porque te gustó la de Amelia-sonrió-pero no hermano, te lo agradezco, de veras necesito estar en mi casa. -Bueno, como quieras, pero ten presente que esta también es tu casa. -Lo sé, gracias por la comida, estaba riquísima, no sé que tiempo llevaba sin comer una comida decente-comentó mirando a Eva que estaba sentada en el sillón a escasos pasos de ellos. -Cuando gustes-respondió Evan sonriéndole. -Ambos hombres se dieron un abrazo y Fabio salió rumbo a su casa. -Ya no sé que más hacer para ayudarlo- le comentó Marcos a Eva sentándose a su lado. -Lo sé-dijo ella abrazándolo- sé cuanto lo quieres. -Es mi hermano y me duele verlo así, ¿realmente crees que Amelia regrese? o solo se lo dijiste a modo de consuelo. -Estoy segura
-¡Salud!-dijo Pablo al chocar su copa con la de Claudia.-No hay quien te atrape ¿verdad?-¿Lo dudaste? Porque si lo dudaste es porque no me conoces-se dió otro trago-um… es cierto que dejé ese cabo suelto por demasiados años, pero bueno, ya no más, ya no hay nadie, absolutamente nadie que pueda inculparme en nada ni de nada.-Pero…¿y tu esposa?-le preguntó Claudia.-Nadie en su sano juicio le creerá a una mujer que estuvo demasiados años internada por loca, esa ni me interesa ni me preocupa.-Entonces…¿se mantiene nuestro trato?—le comentó Claudia acercándosele muy zalamera.—No entiendo esa psicosis tuya con que nos casemos, ¡estamos bien así!-levantó las manos- tenemos intereses en común, follamos como el par de dementes que somos, tengo todo el dinero que no te vas a gastar en tu puta vida, no entiendo que más quieres.-Quiero estatus, lo único por lo que me casé con Fabio y ahora tú me lo puedes dar, ya no lo necesito más a él.-Quien lo iba a decir ¿eh? Que este marginal, este d
Se quedaron mirándose fijamente, ninguno de los atinaba a nada, Fabio quería besarla, abrazarla, decirle cuanto la extrañó, pero de tanto que quería decir, simplemente no dijo nada. -¿Quieres…quieres cargarla?-le dijo Amelia después de unos segundos de silencio. —¿Puedo? —¡Claro! Es tu hija. Amelia caminó con su pequeña en brazos hasta estar justo delante de el. ¡Dios mío! Cuanto amaba a ese hombre, estar sin él había sido una completa tortura,, se volvieron a mirar a los ojos y dibujaron ambos una pequeña sonrisa de complicidad. —Ven, siéntate, creo que así va a resultar más fácil para ti-le dijo Amelia indicándole lo que tenía que hacer. Fabio, como buen estudiante aplicado se sentó y Amelia con sumo cuidado le puso a Fabiana en sus brazos. —Es…es tan pequeñita-dijo con los ojos aguados-tan perfecta. Fabiana estaba profundamente dormida, bien abrigada, toda vestida de rosado y blanco. —Es pequeñita como tú- rió por su propio comentario. —Es pequeña porque es una b
-Pero Fabio, no entiendo hermano, tantos meses desesperado, sufriendo y ahora que la tienes a tu lado simplemente ¿no te animas a nada?-preguntó Marcos asombrado. -Lo sé ¡lo sé! pero que quieres que te diga-gesticuló con ambas manos-hay dos cosas que me están frenando, una: está recien parida, dos-contó con sus dedos-no creo que yo le interese más. -¡En serio Fabio! ¿En serio crees eso? ¡Por Dios hombre! esa mujer te ama desde el día uno, cuanto tú ni siquieras te habias fijado en ella más allá de su tamaño-respiró profundo- en serio hermano, creo que andas poniéndote viejo, creo que... Su teléfono lo inerrumpió. -¿Si amor?-escuchó en silencio- si aquí está conmigo, ok perfecto. Marcos puso su teléfono encima del escritorio en altavoz. -¿Fabio?-se oyó la voz de Eva. -Aquí estoy-le respondió Fabio. -¿Me puedes explicar porqué carajos a estas alturas no has tenido una conversación con tu mujer? Ambos hombres se miraron con asombro, Eva nunca le había hablado en ese ton
-Espera-Amelia se apartó de él y buscó entre sus papeles un documento-toma, rómpelo por mi. Fabio leyó lo que Amelia le entregó y tuvo que sonreir. -¿En serio lo guardaste? -Ni te imaginas cuantas veces lo leí-se le humedecieron los ojos-creo que me lo sé de memoria. -Pues no más-agarró el papel y lo rompió en mil pedazos-a esto solo le debemos el habernos conocido, pero nada más, lo que sentimos el uno por el otro no tiene nada que ver con esto, ven. La llevó para el baño y como si de una ceremonia oficial se tratara arrojó los pedazos de papel al inodoro y lo descargó. -Eso es todo-le dijo Fabio a Amelia mirándola fijo-ahora somos tú, yo y nuestra pequeña chihuahua-rió. -¡Fabio!-le dió un manotazo para nada duro-no le digas así a tu hija. Fabio rió más alto-que hermoso se escucha eso, mi hija-la acorraló de manera tal que quedaban de frente al gran espejo que tenían en el baño-quieres que te recuerde como te la hice ¿eh? El estaba detrás de ella y le hablaba práct
—Lo tomas o lo dejas.—¡¿Estás loco?! Me estás vendiendo a tu propia hija. —Fabio, de toda la vida la paz se ha construido creando alianzas, eso no lo inventé yo—le dijo muy calmado— nuestras familias llevan años peleándose, por todo, hasta por lo que no fue, ya estoy viejo y cansado, necesito paz y que mejor que crear una alianza entre nosotros.—Vendiéndome a tu hija.—Yo no te estoy vendiendo a mi hija porque no te estoy pidiendo dinero por ella. Te la estoy… ofreciendo para que resuelvas tu problema, solo eso. Ambos viviremos con la tranquilidad que no nos atacaremos nunca más porque nuestra sangre estará mezclada.—Dame unos días, déjame pensarlo y consultarlo con mi abogado.—Como quieras, no estoy apurado, cuando estés listo me avisas.Eso fue todo antes de cortar la videollamada.—¿Oíste todo?—Claro y fuerte—Le respondió Marcos, su amigo y abogado.—Me parece una soberana estupidez.—Pues créeme que a mi no.—Que puta mierda se andan metiendo ustedes que yo no me he enterado
Amelia estaba encerrada en su cuarto revisando toda la información que encontró en las redes sobre Fabio Martinelli. Por las fotos que habían en las redes se veía un hombre alto y corpulento, trigueño y con una incipiente barba. Su esposa había sido modelo, una rubia hermosísima, tuvo que abandonar la carrera después del accidente.—¿Querrá continuar con el trato cuando me vea?—se preguntó Amelia a si misma— es un hombre adaptado a mujeres perfectas—seguía hablando con ella misma— y yo pues…de normalita no paso.Se levantó de su cama y se paró frente a un espejo que tenia en una pared de su cuarto donde se podia ver completa. Era bajita y sobre lo rellenita, su pelo era castaño, nada del otro mundo y para colmo usaba anteojos.—Cuando me vea va a salir corriendo—habló con su propio reflejo— él es un hombre simpático y…—Amelia.La voz de su padre la sacó de su momento de auto reflexión. Fue abrirle la puerta para ver que quería.—Mañana a las 10 de la mañana te quiero elegantemente ve
—¿Se puede saber para qué quieres trabajar?”—le preguntó Pablo a su hija ya estando ambos en la casa.—Porque si voy a ser libre quiero serlo por completo y sin independencia economía una persona no es realmente libre—dijo firmemente Amelia. —Eres un bicho raro—le dijo finalmente Pablo después de miraría detenidamente por unos segundos—Bueno, que se puede esperar de alguien que ni su propia madre quizo.Amelia apretó las manos en unos puños, dio media vuelta y salió caminando apurada hasta llegar a su cuarto y encerrarse en el. Llevaba toda su vida escuchando la misma frase pero no se acostumbraba a ella, ¿cómo era posible que su propio padre la tratara tan mal? Nunca había podido responderse esa pregunta. Durante años lloraba por horas, se deprimía y muchas veces hasta pensó en suicidarse pero por suerte los estudios la ayudaron a salir de esa depresión se volvió obsesiva con ellos, estudiaba todo lo que podía, era lo único para lo que su padre le había dado libertad.Pero ahora ten